viernes, 29 de marzo de 2024

Chávez, un líder para todos los tiempos

Aunque la derecha internacional quisiera borrarlo de la memoria popular, el ideario del pensamiento de Hugo Chávez Frías permanece intacto entre quienes conocieron a este gran hombre...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 05/03/2016
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Hoy se cumplen tres años del fallecimiento del líder bolivariano Hugo Chávez, y es notorio que en ese tiempo los partidos conservadores ganaron terreno en América Latina, intentando la reversión de su ideario político —que es el de millones de latinoamericanos y caribeños— con el derrocamiento de gobiernos populares, una reconocida estrategia para sepultarlo en el olvido. Como si pudieran.

En coincidencia con este nuevo aniversario de su muerte, en las últimas semanas Estados Unidos está arremetiendo con mayor fuerza contra el gobierno de su sustituto, el presidente Nicolás Maduro, cuando, además del apoyo sin condiciones a la oposición derechista, el demócrata presidente Barack Obama extendió por un año más el decreto que declara a Venezuela una “amenaza inusual y extraordinaria” para su país.

La declaración presidencial, que debió ser derogada ante el rechazo mundial dado su carácter arbitrario e injerencista, seguirá vigente hasta marzo del 2017, anunció esta semana la Casa Blanca en arrogante desacato a la exigencia de su retirada, hecha por varias organizaciones multilaterales.

Para expertos, con esa actitud Obama reitera lo que se considera un aliento a la oposición derechista que, siguiendo los planes de Washington, trata de derrocar a Maduro, ahora desde la Asamblea Nacional, en la que constituye mayoría, mientras en América Latina y otras latitudes se recuerda este día con respeto y admiración a la figura de Chávez y sus revolucionarias y antiimperialistas ideas.

Dirigida y financiada por Washington, luego de crear un asfixiante panorama político y social en Venezuela, el pasado 6 de diciembre elementos conservadores lograron hacerse del Parlamento nacional, con 109 diputados de 165. Una de las primeras medidas del nuevo presidente Henry Ramos Allup fue mandar a retirar del Hemiciclo un retrato de Chávez junto a otro del Libertador Simón Bolívar. La imagen del Comandante Presidente inspira temor a quienes pretenden apropiarse del camino político que él trazó para su amado país.

Ese acto —filmado como una demostración de histeria política— alertó sobre las pretensiones de los conservadores: muerto Chávez, ahora es preciso eliminar su recuerdo, suprimir al icono, esconderlo, y alejar al pueblo venezolano del sentido de resistencia patriótica que él forjó en las grandes masas empobrecidas a partir de 1989, cuando ganó las elecciones presidenciales por primera vez, y todas las que siguieron hasta su pérdida física en el 2013 a causa de una enfermedad letal.

Analistas como Eva Golinger han manejado estos días la idea, que cada vez gana más adeptos, de que el agresivo cáncer que atacó a este hombre saludable fue inducido para asesinarlo, ya que su liderazgo continental constituía un obstáculo insalvable para los planes del imperialismo estadounidense de apoderarse de nuevo de América Latina.

Con la llegada de Chávez al poder, sus ideas fueron ganando terreno entre los izquierdistas latinoamericanos. Los gobiernos neoliberales fueron sustituidos por otros de corte popular y progresista en Nicaragua, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Ecuador, Bolivia, Honduras.

Chávez fue y es un líder irremplazable en Venezuela y en América Latina y El Caribe. Hay certeza entre los analistas políticos de que, si estuviera vivo, Venezuela no estuviera atravesando las amargas experiencias a que es sometida por el sistema imperialista.

A pesar de la buena voluntad, los malabares económicos y los programas de Maduro, la lucha es doblemente dura porque falta el líder natural del proceso y porque hubiese resultado muy difícil, por no decir imposible, que la derecha ganara una elección por el Poder Legislativo si Chávez tuviera las riendas del país.

El pensamiento chavista, que penetró hasta los tuétanos en una parte considerable de la población de esta sojuzgada región y ganó adeptos en otras latitudes mundiales —en especial adonde llevó su inteligente palabra— se mantiene vivo, a pesar de los esfuerzos por apagarlo.

Siguiendo el ejemplo del líder revolucionario, las autoridades gubernamentales venezolanas rechazan enérgicamente el decreto extendido de Obama, considerándolo una afrenta a la soberanía nacional, un espaldarazo a la derecha, y una eventual intervención militar por parte de la mayor potencia militar del planeta que se siente amenazada. Parecería una broma, si no tuviera repercusiones tan peligrosas.

Desde la Casa Amarilla (sede de la Cancillería), la ministra de Relaciones Exteriores venezolana, Delcy Rodríguez, declaró a la prensa este viernes que el mandatario estadounidense, que concluye su mandato este año, con la extensión del decreto “insiste en mantener la agresión contra la soberanía, audeterminación y democracia de nuestro país, razón por la cual Venezuela revisará las relaciones con Estados Unidos”.

Para nadie es secreto el sentimiento antiimperialista de Chávez, quien denunció en distintos foros los planes de Estados Unidos contra su país, que devino ejemplo de dignidad y soberanía para otros pueblos del mundo. Es inolvidable su intervención en la Asamblea General de la ONU, en la que habló después del guerrerista exmandatario George Bush, y ante la carcajada de otros dirigentes espetó: “Huele a azufre, el diablo estuvo aquí”.

Así era Chávez. Sincero y transgresor de las normas implantadas por una partidocracia burguesa. Excelente comunicador, hacía que las grandes masas lo acompañaran en sus sueños. Transparente en su actuación personal y política, y sobre todo aguerrido y valiente, pues cuando hablaba la derecha temblaba. Sus enemigos lo respetaban.

Cada día que pasa se extraña a este gran hombre. Cada 5 de marzo es una herida en el corazón de quienes supieron valorar su vida y su pensamiento revolucionario.

Este día, muchos volverán a llorarlo. Muchos elevarán sus plegarias, tal como él hacía, para que sus ideas sigan triunfantes en el decurso de estos difíciles años, mucho más sin su presencia, para esta América Latina que amó y a la que entregó su corazón.

No hay consignas para Chávez. Su cuerpo vigoroso, sus cantos, sus chistes, sus maneras de decir que tanta alegría traían, su cariño hacia los niños y las niñas, su aliento ante momentos muy difíciles, su espíritu deportivo, su amistad con otros líderes políticos que lo consideraron un hijo, o un hermano. Nunca será suficientemente querido; nunca será suficientemente llorado; nunca podrá, a pesar de las estrategias imperiales, ser olvidado.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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