jueves, 25 de abril de 2024

Brexit: más drama que comedia

Los nexos tejidos durante más de cuatro décadas no se pueden deshacer de la noche a la mañana...

Elsa Claro Madruga en Exclusivo 08/08/2018
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Brexit
A menos de ocho meses de que Reino Unido salga de la UE, queda poco tiempo para negociar un acuerdo o para preparar a ambas partes para la posibilidad de que no haya acuerdo.

Suenan alto las trompetas de los malos augurios asegurando que habrá un divorcio doloroso, incluyendo una eventual ruptura sin acuerdos entre Londres y Bruselas. Si ocurre, el bloque de los restantes 27 reaccionaría, casi seguro, con algo muy parecido a un boicot en la circulación de mercancías, cuando sin existir ese enorme riesgo, ya se barruntan dificultades para el ingreso de medicinas y otros artículos de primer orden. El carácter insular del país no determina los malos efectos, pero influye en el resultado de esa medida si llegara a imponerse.

Quizás por eso, la primera ministra británica y varios miembros de su gabinete iniciaron negociaciones personales directas con sus semejantes de distintos países europeos en busca de apoyos para una salida airosa de la Unión Europea.

Medios oficiales desmienten escenarios tan perversos, pero nadie está seguro de si ocurrirán o solo se trata de mala propaganda alimentada por quienes no concuerdan con el plan de Teresa May para negociar esa salida. Con el proyecto expuesto o con cualquier otro, lo real emana de un hecho inevitable: van a reducirse las relaciones mercantiles y financieras entre el desertor y el grupo del cual sale.

Es lo natural si más de la mitad de las importaciones británicas proceden del Pacto Comunitario, hacia donde va el 44 % de cuanto produce el Reino. Es una de las bases para aseverar que el PIB británico bajará entre un 1,5 % y un 9,5 % a partir del 30 de marzo del 2019, fecha de la despedida final.

Por eso los negociadores establecen un par de años posteriores, como una especie de transición buscando aminorar el golpe. Durante ese tiempo el Reino Unido (RU) se regirá por un grupo de normativas europeas, pero sin derecho a decidir sobre los acuerdos que la entidad determine en lo adelante.

Aparte de las diferencias notorias sobre cómo va a quedar la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, una de los discrepancias de mayor peso y menos posibilidades de arreglo, existen otros problemas poco tratados pero de no escasa importancia para RU.

Un grupo de países que fueron colonizados por el ya desaparecido enorme imperio mantienen relaciones con la antigua metrópoli, pero a través de las estructuras de la UE. Eso significa que los tratos para vender sus producciones no los realizan con Londres, sino a través de los organismos competentes del Pacto. Una vez consumada la ruptura tendrán que vérselas de forma directa con Londres y se teme no sea un cambio amable ni ventajoso.

Ejemplificando esta parte algo oculta de una historia inconclusa, se citan los casos de Nigeria, país sujeto a una contracción del 1,8 % en su PIB, cuando los vínculos actuales pasen a manos del antiguo colonizador, haciendo polvo previsiones anteriores de lograr un crecimiento ascendente al 2,3 %. Tampoco les ayuda, según los expertos del FMI, los bajos precios del petróleo que vende. La combinación de los dos factores se presume provocará fuertes daños a un país que no goza de anchuras.

Sudáfrica se encuentra en situación similar, y si bien se calcula un descenso inferior de su Producto Interno Bruto (bajaría el 1 %, según estimados de Goldman Sachs), se prevé sea, entre las restantes de África, la más expuesta a malos momentos provocados por el brexit. Muchas empresas sudafricanas (la minería de oro o diamantes, entre varias) se valorizan en las bolsas de Johannesburgo y Londres. Los nexos antiguos contraídos hacen que también existan bancos actuando, casi por entero, con la libra esterlina. Depender de las reservas de la divisa británica, con las cual operan, los coloca a merced de los altibajos de esa moneda y posibles desventuras por ocurrir.

La separación afecta a otros exportadores africanos de materias primas. De acuerdo con estimados de la Asociación de Flores, Kenia puede perder hasta 435 millones de euros mensuales con la situación en ciernes. En este territorio se cosecha el té, luego vendido bajo afamadas marcas, Lipton, es una de ellas. La planta se cultiva y recoge en condiciones de semiesclavitud por mujeres kenianas. No solo ellas temen un empeoramiento de las condiciones, ya poco satisfactorias.

El gobierno británico cursó órdenes a los principales embajadores con las bases para renegociar los contratos sobre estos y otros bienes. Desde el Departamento de Comercio Internacional aseguran: “África tiene un gran potencial para comerciar con el Reino Unido. Al salir de la UE tendremos la oportunidad de dar forma a nuestra propia política comercial”. Es, justamente, partiendo de lo experimentado en otras etapas, lo temido por los africanos, forzados, además no solo a negociar con el renegado, sino con cada uno de los países europeos, todo cuanto antes contrataban con el bloque. Se presume un significativo perjuicio a sus intereses. Así lo consideran en la Comunidad de Estados de África Oriental.

En paralelo a estos avatares se supo por boca del negociador europeo, el francés Michel Barnier, que el 80 % de los temas con el RU ya está arreglado. El 20 % restante acumula lo problemático y se está reflejando sobre la ciudadanía. Un sondeo realizado por la cadena Sky News reveló que uno de cada dos ciudadanos querría otro referéndum y esta vez, a diferencia del realizado en el 2016, una mayoría iba a votar por quedarse en la UE pues ya a nadie escapan los notables trastornos que para personas, empresas y gobiernos les provocará ese paso. Una muestra está en la ralentización económico-financiera ocurrida en la quinta mayor economía mundial, durante estos dos últimos años.

Entre los dilemas pendientes fuera de fronteras, Londres tiene que solucionar también asuntos como el de Gibraltar. El actual ejecutivo del PSOE reiteró la exigencia de garantías a los derechos de los 10 000 españoles que van a trabajar en el Peñón diariamente. En zona borrosa se quedan, de momento, las llamadas posesiones británicas en ultramar (10 de ellas, por cierto, figuran en la lista del Comité Especial de Descolonización de la ONU).

Por lo tanto, mucho diferido o sobre ascuas, cuando nadie puede garantizar, tampoco, que Estados Unidos cumpla una promesa sobre tratados especiales pues, como tantas emitidas en Washington, tiene más de fu que de fa.


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Elsa Claro Madruga

Analista de temas internacionales


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