jueves, 28 de marzo de 2024

Existe en Cuba buena música infantil, lo que no se difunde

La cantautora cienfueguera Rosa Campo Pérez considera que en los medios, la casa o la escuela no hay por qué escucharlo o verlo todo por igual…

Yoelvis Lázaro Moreno Fernández en Exclusivo 22/08/2014
6 comentarios

Esta entrevista ha dormido la siesta del olvido en lo último de un maletín. Y ha viajado kilómetros y kilómetros de Villa Clara a La Habana y de La Habana a Villa Clara por los enredos, los desatinos y la mala memoria de un periodista medio chiflado que juraba haber convertido ya en letra, en preguntas y respuestas lo que una figura de talla larga en el panorama de la cancionística y el espectáculo infantil cubano actual, podía darnos como resultante.

¡Qué cosa esta! Ahora que reviso mi vieja memoria flash e intento organizar las carpetas casi vacías de trabajos enviados y por publicar, me doy cuenta de que no hay nada. Y yo creyendo, sin prisa de ningún tipo, que alguna nebulosa editorial, en este variopinto mundo del periodismo donde lo inmediato supera las casualidades, la tenía retenida en espera. 

¿Qué pudiera pensar de mí y de todo esto la gentil entrevistada, la mujer que, aunque un poco agripada, amansó con su voz dulce mi vieja grabadora de cinta, que para colmo ahora tampoco quiere andar? ¿Cómo reparo entonces mi desliz involuntario con Rosa Campo Pérez, a quien conocí hace más de dos años en Cienfuegos, y volver a ver, en un escenario neutral, de paso para ella y de circunstancias para mí, me llevó a consumar un afectuoso diálogo, al que regreso dándome con vergüenza un rewind mental, cual equipo nuevo con desperfectos, pero que todavía funciona, y más le vale dejar de funcionar?

 Rehago con emoción el escenario del encuentro. Me concentro, busco con avidez entre mis imágenes de archivos mentales, y me parece estarla viendo otra vez, con su aspecto grueso pero luminoso, con un ángel que le ciñe una cortesía querible. “Dame unos minutos, periodista, y ahorita podemos conversar”.

El rato de espera no fue más que el tiempo prudencial para poner la grabadora en punta, hilvanar algunas preguntas a modo de breves apuntes. Y ya, la tía Rosa, como cariñosamente le dicen sus niños estaba lista,

—Más de treinta años trabajando en el mundo del espectáculo infantil, un hecho que celebró en 2012 con una Gira Nacional organizada por el Instituto Cubano de la Música. ¿Cómo llegas a este ámbito? ¿Casualidades, inspiraciones, caprichos, vueltas del destino?

—Creo que hay un poco de todo (risas). Mi obra habría que circunscribirla a las diferentes etapas de mi vida. Nunca se han divorciado una cosa de la otra. Soy maestra de profesión. Nací en Sancti Spíritus, allí están mis raíces, aunque he anclado muy bien en Cienfuegos, adonde vine a estudiar cuando era muy joven. En esta ciudad me gradué de instructora de arte en un curso emergente, y es este el escenario que me ha cautivado de manera subyugante para todo lo que he hecho como cantautora. Primero escribí y después me decidí a interpretar.  

“Creo que se ha dado también un proceso de evolución en mi carrera. Hubo una etapa inicial de creaciones más ingenuas, con mucha explosividad, arranques, impulsos, propios de los que comienzan algo y quieren experimentar, probar, hacerse notar. Luego vino un período de mayor conciencia autoral, fue la de los inicios del festival Cantándole al Sol. Y una etapa de consolidación y retroalimento, de algún modo llevada en paralelo, como realizadora de la Radio y la televisión cienfuegueras. La labor permanente en los medios me instaba a crear, y eso de alguna manera me ennobleció, me perneó de un fogueo bien interesante”.

—Rosa y sus niños. Los niños y la tía Rosa. A estas alturas son prácticamente lo mismo. ¿Ya no te hayas sin ellos, verdad?

—No, sin ellos dejaría de ser quien soy. Siempre me ha gustado mucho el trabajo con el público infantil. Y no solo para los niños, sino con ellos Por mí han pasado generaciones y generaciones. Imagina que Alexander Abreu, el director de Havana D´ Primera estuvo conmigo. Creo que los pequeños tienen una gracia natural, una sinceridad que es la que me prende. Siempre me ha gustado enseñarles al tiempo que nos divertimos.

—Aun así, por varias razones supongo que no es un trabajo fácil. No son muchos los artistas que se consagran a este auditorio…

—¿Muchos? Más bien son casos aislados. Casi se pueden contar con los dedos de las manos. Al niño tienes que convencerlo de verdad. Si no le parece interesante, fabulador o imaginativo lo que le dices, deja de seguirte. Aunque haya poesía y exageraciones, hay que comunicar sobre el mundo real, hay que enunciar historias creíbles.

“Además, estamos hablando también de un tipo un tipo de música que no es popular ni de multitudes, y que  se comercializa bastante poco, por lo que no siempre las disqueras se interesan por ella. Yo he tenido la posibilidad de grabar cuatro discos, y considero que en cada uno hay algo de mí, pero especialmente de los muchachos que lo han hecho que han acompañado, con lo que comparto de igual a igual.

—Canciones. Cerca de 40 piezas con su nombre registradas en los catálogos del patrimonio musical de la nación. ¿Todas han sido partos naturales o para algunas hubo que ponerse fórceps?

—(Risas) Puedo decirte, asegurarte, que todas son huellas de uno, expresan una extensión de mí como ser humano. Se trata de criaturas con personalidad propia, ni se gastan ni envejecen. Son alumbramientos, unos mejores, otros más tormentosos, pero de los que uno acaba siempre sintiéndose muy bien.

—A ver, entiendo que todas son importantes para la creadora, pero a cada una hay algo que las distingue. Vamos a hacer un repasito rápido. Yo pongo el nombre y usted dirá entonces… Comenzamos: ¿Amanecer feliz?

—¡Oh!, eso es una orden. Es así y no de otra manera. Hay que sacudirse el aburrimiento, la tristeza, hay que sonreírle a la vida, como se dice.

—¿Maní?

—Cubanía, pura cubanía, la curiosidad del pregonero, el gusto de los niños por las golosinas, la tradición culinaria nacional por el dulce casero y sus múltiples variedades.

—¿En aras de vivir?

—Una canción para amar, para ensanchar las esperanzas; un acto de fe, una melodía para las horas culminantes.

—¿Chivirico rico?

—Bueno, pero con melao. Así sí (risas).  Creo que cada obra tiene también que enseñar, o al menos intentarlo. Y al tiempo que se les vuelve pegajosa por el ritmo, se explica también de qué se habla.

—¿Reyes del son?

—Una verdadera fábula cantada, un intercambio picaresco, simpático. Y cómo los niños repiten los diferentes sonidos de los instrumentos…

—Ya lo indicaba usted ahorita: lo infantil no es un género muy privilegiado en los circuitos promocionales del país. ¿Qué opinión más particular le merece esto?

—No es un problema creativo, es una cuestión de jerarquía, de darle un lugar de mayor preponderancia al tema. Hoy las obras están y no se divulgan, no se perciben. Si revisamos la tira de programación radial y televisiva es fácil darse cuenta de que escasean estos espacios. Y sí existe buena música infantil, lo que no se difunde, no se escucha ni en los medios ni en la escuela ni en la casa. ¿Cuánto cuesta un disco de canciones para niños? Estamos atravesando, en el ámbito de la promoción, un momento complejo. Y molesto saber que se tiene un pasaje tan valioso y no se quiere mirar.

“Si bien es cierto que son pocos los cultores del género,  hay una tradición amplísima que viene desde María Álvarez de los Ríos, Cuca Rivero, Enriqueta Almanza, Teresita Fernández, y está muy relacionado también con el festival Cantándole al Sol. Son impostergables los nombres de Liuba y Ada Elba Pérez, que le dieron un giro más fresco a este tipo de obra, al punto de hablarse de una novísima música infantil.  Sin embargo, es lamentable que eso no cuente ¡Cómo duele!”.

Por último, se impone hablar de todos los patrones estéticos que han llegado con las nuevas tecnologías, los DVD y las memorias flash.  Al parecer, el modelo del niño con su música se está subviertiendo por un producto de la industria cultural que está, quemando no, achicharrando etapas. ¿Qué tan kids es la voz entonces?

—No parecen niños, están disfrazados con el peor disfraz. Están siendo víctimas de las circunstancias y del mercado; son objeto de un deseo. Se está profanando el talento burdamente.

“Creo que por ello tiene que velar mucho hoy la escuela y la familia. No puede ser que en la fiesta de fin de curso de un grupo de tercer grado se escuche reguetón, y no un música menos estridente acorde con la edad. Cuesta trabajo creer, aunque sucede en varios lugares, que las tatas del círculo, celebran e incitan a que las niñas bailen con movimientos pélvicos medio escandalizantes. No puede ser que haya que oírlo y verlo todo por igual en casa, o en donde estemos”.


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Yoelvis Lázaro Moreno Fernández

Joven periodista que disfruta el estudio del español como su lengua materna y se interesa por el mundo del periodismo digital y las nuevas tecnologías...

Se han publicado 6 comentarios


Mayra
 19/2/19 13:22

Cada vez que leo articulos y comentarios como estos pienso que al fin la música infantil va a tomar el lugar que le corresponde ,pero es triste decir que todo sigue igual , hay pocos espacios para su difisión y no siempre se aprovechan como debieran ,ojalá y no se quexara solo en el debate ,se pueden hacer miles de cosas para que esto mejore, ampliar los horarios de los programas radiales, difundir la música por los centros educacionales,incluyendo los circulos infantiles entre otras

mayra
 26/8/14 11:48

Estoy segura que en Cuba hay buena música infantil, pero hay falta de difusión, es necesario retomar o crear nuevos programas que difundan toda esa música nueva que se crea y también la música antológica con que crecimos varias generaciones de cubanos, pienso que los niños lo van a agradecer, en las actividades escolares esa es la música que se debe poner por eso deberían velar los directivos de las escuelas y los maestros, no debemos matar la inocencia antes de tiempo, el reguetón no es música para ellos.

qbano
 24/8/14 10:40

coincido con el titulo existe y se crea buena musica lo que no tiene todo el espacio que merece, no se difunde como debiese! preferimos exponer, difundir la musica de mercado incluso esta no sea de calidad! ahora bien atentos pq buena parte de la musica, seriales etc que consume hoy nuestra sociedad no se difunde en los medios estatales sino mediante el pase de persona a persona de memoria a memoria! o sea quizas debamos experimentar y incluir la musica infantil en los joven clubs para que estos lo promocionen, quizas estos mismos joven clubs pudiesen ofertar esos documentales etc que hoy no tienen todo el espacio en el mercado!

abelkepasa
 22/8/14 19:00

LOS INVITO A ESCUCHAR BUENA MUSICA INFANTIL EN LA EMISORA RADIAL COCO EL PERIODICO DEL AIRE, CON DOS MAGNIFICOS PROGRAMAS CUENTA CON NOSOTROS Y CARRUSEL DE FANTASIAS, Y DONDE ENCONTRARAN MUCHAS COSAS INTERESANTES ADEMAS DE LA MUSICA.

Abel Trujillo desde FB
 22/8/14 14:27

 Debe ser muy humilde esta importante artista , porque dedicarse a enseñar el arte de cantar y la música a los niños es una tarea encomiable porque no se pueden esperar grandes dividendos económicos pero sin grandes satisfacciones como artista . Algunos han creído la difamación de los anti-cubanos que el arte y el son se fueron de Cuba con la revolución , cuando es todo lo contrario en el gobierno revolucionario se han multiplicado por mil las actividades artísticas .

carlosvaradero
 22/8/14 9:15

No dudo que haya buena mùsica infantil en Cuba, ademàs de buenos compositores que se  dedican a  cosechar este tipo de canciones para los màs pequeños, lo que sucede es que la difusiòn de esa mùsica infantil es muy escasa en los medios, deberiamos retomar en los programas infantiles estas canciones nuevas y las que ya son antològicas y difundirlas, los pequeños lo van a agradecer.

No es posible que se inunden los parques infantiles y cumpleaños con reguetòn con letras que nada tiene que ver con los màs pequeños...hacer eso es un crimen!!

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