sábado, 18 de mayo de 2024

El trío Matamoros y la esencia de la inmortalidad

Noventa años después la música del trío Matamoros conserva la vitalidad del primer día...

Félix Manuel González Pérez en Exclusivo 08/05/2016
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Sería raro, ¿qué digo raro?, sería casi imposible que alguien fuera incapaz de completar la canción después de escuchar: “Mamá yo quiero saber, de dónde son los cantantes…”. Y no es un problema de geografía ni de gustos musicales, ni siquiera de raíces culturales; es una cuestión de inmortalidad.

Decía Martí que no mueren los hombres que a la ciencia y a la patria hicieron bien. Pues cuando se trata de música, el trío Matamoros no pudo hacerlo mejor.

Fundado el 8 de mayo de 1925 en Santiago de Cuba por Miguel Matamoros, guitarrista, vocalista principal y director; este trío musicalizó gran parte de los boleros y sones más famosos de su época, y con ellos conquistó los escenarios cubanos e internacionales.

Con Miguel y Cueto en las guitarras y Siro en las maracas, la agrupación fue capaz de incorporar a los boleros el ritmo y los instrumentos del son para crear algo completamente nuevo que sintetizaba en notas musicales la esencia de la cubanía.

El trío Matamoros con esta novísima mezcla consiguió convertir al bolero en un género bailable, y ese legado, sin lugar a dudas, los convierte en un conjunto ciertamente excepcional.

Y los Matamoros “se pegaron” en el mundo entero, no solo en su país natal. Iniciando su carrera mundial en los Estados Unidos en 1928, después asaltaron con su música a México en 1929 y un año después a República Dominicana, para en 1933 consagrarse tras realizar una gira que convirtió en cómplices de su estilo a venezolanos, panameños, puertorriqueños y colombianos.

La recompensa por su talento innato llegó tempranamente, cuando en 1928 en Estados Unidos, con su primer álbum, que contenía el bolero Olvido y el son El que siembra su maíz,lograron un récord de ventas de sesenta mil copias.

Lo que vino después fueron todos éxitos, y aunque algunos de sus títulos posteriores respondieron a otros formatos de orquesta, cuarteto y septeto, según el estilo de la época, aquellos primeros tres integrantes siguieron destacándose por sobre los demás sin mucho esfuerzo.

Cuando se retiran en 1960, sin explicación y por decisión unánime, el trío Matamoros había registrado una discografía muy relevante. En treinta años, entre 1928 y 1958, año que la bibliografía asume como la conclusión definitiva de su labor artística, Siro, Cueto y Miguel habían acumulado la impresionante cifra de 423 grabaciones, 123 de ellas en los Estados Unidos. El 64 % son sones, boleros y boleros-sones, porque la fidelidad a estos géneros era definitivamente la clave de su éxito.

Y si de casualidad estas cifras no fueran lo suficientemente contundentes, saber que más del 70 % de sus temas fueron compuestos por estos tres gigantes de la música cubana, de seguro complace a las estadísticas más exigentes.

Por eso, este 8 de mayo, cuando se cumplen 91 años de la fundación de este trío, y 66 de su inexplicada desintegración, la música cubana llora una vez más Lágrima negras de felicidad. Y si alguien te pregunta “de dónde son los cantantes, que los encuentra galantes y los quiere conocer”, con orgullo responde que son de la loma, que vienen de Cuba, que son de tu país.


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Félix Manuel González Pérez

Periodista de formación, comunicador por obligación y gamer por vocación.


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