jueves, 25 de abril de 2024

El Fortín de Estévez: más que una editorial, una fábrica de vida

El Fortín resulta la única editorial independiente de un artista en el país, y su creador, el poeta y diseñador Rolando Estévez Jordán confiesa que aspira que sea,más que una fábrica de arte, una de vida...

Guillermo Carmona Rodríguez en Exclusivo 18/02/2019
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El Fortín
El Fortín es la prmera editorial privada de Cuba

Si aumentamos el rango de la frase “nunca juzgues un libro por la portada”, podríamos decir “nunca juzgues una Editorial por su fachada”; la de El Fortín, primera editora independiente de un artista en el país, no es más que una pared amplia y descascarada, con una puerta pesada con una aldaba en forma de León a la usanza colonial.

Al entrar, chocamos primero con un salón grande y desordenado, con pirámides de tejas en el suelo, colinas de sacos de arena y piedra, y montes de palo para encofrar.  Cuando se deja atrás ese mundo gris y polvoriento, notamos por sorpresa la estética de Rolando Estévez Jordán: desde los macramés y macetas, y una tabla con una abstracta mujer pintada en ella y la inscripción, Poetiza en trance, hasta una perra pequinés con un tutú. Una atmósfera muy parecida al concepto de poesía que el artista compartió con este reportero “un universo de esencias”.

Antes de llegar al taller de Estévez al final de la casona, hay un espacio con sillones de mimbre que se presta, entre tanta belleza, para la buena conversación.

- ¿Cuál es la historia detrás de El Fortín?

- Yo trabajé 28 años como diseñador principal de Ediciones Vigía- afamada institución yumurina que se dedica a la confesión de libros manufacturados- y a mi estudio ahí le puse El Fortín. El nombre se me ocurrió porque Ediciones Vigía se encuentra enclavada en la plaza de la Vigía, valga la redundancia, y ahí, donde hoy se ubica una estación de bombero había un fortín que se llamaba así, El Fortín de la Vigía.

En el 2013 tuve la dicha que se aprobara este proyecto por la señora Zuleica Romay, eminente intelectual cubana y en ese momento directora del Instituto del libro. El Fortín, entonces, abre sus puertas el 17 de noviembre de ese año. Nuestro primer ejemplar se hizo en Orlando, Estados Unidos Dos mujeres y una isla que es un diálogo poético entre Ruth Behar, una escritora norteamericana, y Nancy Morejón con textos de la una y de la otra en inglés y en español.

El símbolo del Fortín es un faro o lighthouse, me gusta mucho como suena en inglés, casa de luz; el de Vigía – un quinqué- que creé yo también, representa una luz doméstica, tranquila, soñadora; mientras que el faro ayuda a los náufragos.

- ¿Por qué se considera una editorial independiente?

- En verdad, es la primera editorial independiente de un artista- enfatiza bastante esta última palabra para evitar malentendidos- que se funda en el país; después surge la Ínsula Barataria que mezcla la artesanía con el libro industrial, pero no sé en qué estado o estatus se encuentra en este momento y se suma, luego, un proyecto bastante viejo, Ediciones Papiro con una línea totalmente diferente porque su lenguaje básico resulta el papel. El Fortín, por su parte, confecciona libros completamente artísticos.

Estévez, porque el Rolando parece que le sobra a los amigos y conocidos, enciende un cigarro que se vuelve otro medio de comunicación no verbal, una batuta que desde su mano imita el ritmo y la agresividad de su boca.

- ¿Libros completamente artísticos?

- Tenemos dos vertientes principales: el libro arte, un ejemplar único, y los seriados que no los llamo artesanales, porque son originales múltiples; es decir el hecho artesanal se diluye bastante en el proceso de creación.

Nuestras colecciones tienen los nombres de los puentes de Matanzas: Puente de hierro, Puente de la Plaza, Puente giratorio, dedicada al pensamiento, que se inaugura este año con El faro encendido, un ensayo de Moisés Rodríguez Cabrera y Puente Canímar, que comprende a la narrativa, que se inicia con el plaqué de Ruth Behar, Un cuento sefardí.

Sin embargo, yo siempre me centraré en la poesía, porque no tengo otros ojos y mis ojos solo son para ella; aunque también interviene el fenómeno de los poetas en Matanzas algo increíblemente estrepitoso: se mueren tres y nacen diez, se van cuatro y aparecen cinco; es como un manantial que crece y crece.

Autores cabeceras de esta editorial resultan José Martí y Dulce María Loynaz. Hemos publicado, además, a Antón Arrufat y a Agustín Acosta. El concurso de la editorial Digdora Alonso – destacada poeta y maestra de literatura matancera; hago la aclaración porque su nombre toma un lugar preponderante dentro del discurso del entrevistado.- lo han ganado varios muchachos de quienes publicamos sus obras. Esto me encanta, porque entonces el catálogo nuestro se complementa con figuras asentadas, como la Loynaz, y los jóvenes.

"Nuestras colecciones tienen los nombres de los puentes de Matanzas", expresa Rolando Estévez Jordán (Foto: ACN)

- Al irse usted de Ediciones Vigía dejó atrás una estética, un modo de hacer, que aún se mantiene. ¿No teme que el Fortín le haga competencia?

- Nunca le presentaremos competencia; porque yo traigo una visualidad que fundé allí; pero yo he envejecido, he crecido, soy un adulto de 66 años y traigo otra mirada sobre los libros, una que inclusive me ayuda a hacer menos ejemplares para que crezca su visualidad.  Las dos son parte de un mismo todo; aunque en El Fortín yo haga libros manufacturados, como mismo hice en Vigía, las características cambian entre la una y la otra: aquí yo hago menos ejemplares, con el afán alcanzar más elaboración plástica, si Vigía hace 200; yo, 40, 50, 30 o 26 el número que se adecúe a mi necesidad y los materiales a mano.

- Ya hablamos sobre asuntos espirituales, ahora le corresponde a lo concreto ¿Cómo se mantiene un proyecto como este?

-  Es una editorial que se autofinancia y se autoabastece; por tanto, yo tengo que vender los libros; porque si no lo hago no hay con que repellar las paredes, no hay con que comprar muebles. A veces me da hasta un poco de roña decir esto- latiguea el cigarro con fuerza y un arco de ceniza se desprende de él- Yo siempre digo que Cuba es mi patria, la dueña de mi corazón, de mi cabeza, de mi vida y de mi arte; la segunda, México porque ahí vi crecer a Vigía; pero en Estados Unidos tengo el comercio y los coleccionistas. Es algo paradójico, ¿no?

De todas maneras, El Fortín ha tenido bastante repercusión internacional. Está coleccionado en más de 10 universidades americanas, en el Museo de Arte y Antropología de Missouri y hasta en la biblioteca del Congreso.

- ¿Cómo El Fortín se asienta en esta casona?

- Durante dos años me encontré sin sitio para trabajar. Hace unos meses me entregaron este local.  Tania, la presidenta del gobierno provincial, siempre pensó que este constituía el mejor lugar, porque está en el boulevard y es una casona que tiene espacio para albergar un proyecto grande; pero la hallé en ruinas y, ahora la estoy levantando con mis propios esfuerzos económicos.

Estévez mira hacia el principio de la casa, hacia la zona aún no arreglada, el mundo gris y polvoriento, y luego sus ojos ruedan hasta la parte ya decorada, el mundo mostaza mustia, si nos fijamos en el color de las paredes, y este se proyecta en sus pupilas que se asemejan a la bombilla de un lighthouse.

- Esta casona es para Matanzas: la ciudad me la dio y yo se la voy a devolver. Quiero que sea un proyecto orgánico y funcional, donde coincidan los niños, los jóvenes, las personas con problemas de salud, los minusválidos.- agrega- Aspiro, parafraseando el lugar de X Alfonso en La Habana, a que sea más que una Fábrica de Arte, una Fábrica de Vida.

En la parte delantera habrá una galería y una cafetería centrada en las infusiones tradicionales cubanas y las yerbas que se usarán en las mismas estarán plantadas en las macetas del patio.  Tendrá un pequeño museo que contendrá piezas de arte del siglo XIX y principios del XXI, y la papelería, la pinacoteca y las cartas de Digdora Alonso, porque yo soy su albacea. Además, habilitaremos un aula donde la gente aprenderá a crear libros artes: estudiantes de artes plásticas, turistas. 

Tenemos, también, la idea de abrir en la segunda planta un salón de belleza para tributar a la estética de los hombres y mujeres de la ciudad, con masajes, trabajos en el pelo, etcétera. Si el primer piso brindará mucha belleza al interior del cuerpo, la de arriba la hará para el exterior: en un complemento perfecto. Será un proyecto plural donde una señora vendrá a tomarse una infusión, a mirar un libro y, después pensará “voy a hacerme un derrí allá arriba”; o, al revés, nos visitará por el derrí y cuando baje dirá “mira si aquí hay un te de manzanilla y viene de una mata, de aquí, del patio” y, entonces, se interesará los libros en la paredes.

- Durante la conversación Matanzas ha resultado un motivo recurrente ¿Para usted qué significa esta ciudad?

- Primero, el nombre de Matanzas me parece, sencillamente, aborrecible por sanguinario e injusto; al final matanzas de españoles hubo en toda América; por ello, para mí, se llama Bellamar o Yucayo o Guanima. ¿No suena mejor el gentilicio bellamarino que matancero?  Por otra parte, esta es la ciudad más espiritual de la Isla, porque...

Desvía la mirada hacia una mesita, donde al lado del cenicero, se encuentra la Virgen de la Caridad con un collar de cuentas de amarillas, que reafirma su dualidad como  matrona cristiana, maternal e inmaculada,  y Oshún, la orisha coqueta.   

- … está abarrotada por el día y por la noche se escapa, se mete dentro de las casas, se queda vacía como si la habitaran los muertos y huyéramos los vivos. Hay una canción de Marta Valdés que dice que al mundo le faltaba una ciudad y Dios en el octavo día creo Matanzas o Bellamar. Aquí existe una manera de vivir y escribir. Fuimos meca del arte y aún lo somos. Juan Aznar, un amigo escultor, me comentó que cuando llegó a París, Matanzas se le creció en el recuerdo. Eso al joven de 17 años que era yo, le pareció un poco petulante; pero cuando empecé a viajar me di cuenta de que sí, que crece en tus venas, en tu orgullo.


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Guillermo Carmona Rodríguez

Periodista y escritor. Bibliómano y grafómano. Matancero y cubano.


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