sábado, 20 de abril de 2024

De los amores en la vejez

El libro Amores y desamores en la vejez, de la psicóloga María Elena Real Becerra, nos adentra en un tema crucial de la tercera edad: cuando el amor “recorrió caminos, dobló esquinas y optó por encrucijadas”...

Darianna Reinoso Rodríguez en Exclusivo 22/02/2014
2 comentarios
Amores en la vejez, libro
El libro "Amores y desamores en la vejez" constituye una excelente lectura.

Es cierto que los años no pasan, se quedan en el cuerpo y por eso pesan al andar. Y resulta inevitable entonces que las capacidades físicas disminuyan, pero muchas experiencias ratifican que por dentro solo envejece quien lo desee. La tercera edad es una de las conquistas sociales más importantes,  y se traduce en mejores condiciones y esperanza de vida. Es otra etapa, es también la tercera oportunidad de vivir y hay que saber aprovecharla.

Amores y desamores en la vejez, de la psicóloga María Elena Real Becerra, es una de las propuestas de la Editorial Científico-Técnica en la XXIII Feria Internacional del Libro de La Habana, que demuestra que a envejecer también se aprende.

La autora considera que en la vejez el amor “ya recorrió caminos, dobló esquinas y optó por encrucijadas”, y por eso las variadas dimensiones de ese sentimiento: amor a la familia, a los amigos y sobre todo a sí mismo.

Ante acontecimientos típicos de ese momento vivencial, como los cambios en la salud, la jubilación, convertirse en abuelos, la viudez  o pensar en la muerte; se expresan diferentes rasgos psicológicos o regularidades en el desarrollo del adulto mayor. Y este es uno de los análisis del texto que describe, además, manifestaciones negativas asociadas a esos eventos como el aislamiento, el apego a los bienes, el refugio en el pasado, la reducción de los intereses, la negación al cambio, la agresión y hostilidad, y el miedo.

“La negación de la edad es una tontería. Existen personas que tienen miedo a esta etapa que empieza después de los sesenta años. Algunas, cuando están instaladas en ella, se dan cuenta de que se les ha simplificado la vida, y la mayor parte de las cosas que antes les preocupaban ahora creen que son boberías, pero quedó lo esencial: el amor, los hijos, los nietos, la justicia social, la solidaridad; y también el dulce de coco, el chocolate, los helados y muchas otras cosas que aún son causa de disfrute personal”, reflexiona la autora.

La también máster en Pedagogía de la Sexualidad explica que “hay una etapa de la vida en que uno es niño, otra en que es joven, otra donde es adulto y otra donde se es viejo. Los que atravesamos las cuatro etapas de la vida, si negamos una, vamos a tener problemas. Si se nos niega la infancia, vamos a perder la creatividad y si se nos reprimió la adolescencia, vamos a perder la rebeldía. Lo importante es seguir creciendo. Es como pasar por distintas estaciones. En cada una hay que bajarse y tomar el otro tren (son las crisis evolutivas)”.

“Los padres que no le temen a la muerte —destaca María Elena — hacen hijos que no le tienen miedo a la vida, por eso desde que nacemos, tenemos que hacer crecer la esperanza de que aún en esta edad podemos amar y disfrutar la vida, para hacer crecer la esperanza en los demás”.

Por ello,  la autora pretende con Amores y desamores…  apuntar hacia objetivos prácticos: intentar modificar la imagen catastrófica del envejecimiento, informar a ancianos y al resto de las personas que están por arribar a esos años sobre la realidad de la vejez y su manejo más eficaz, hacedero y liberador.

En el volumen se incluyen aspectos relacionados con la tercera edad en el mundo actual, los mitos y estereotipos que existen sobre ella, su personalidad, su funcionamiento, el amor y el apego, la abuelidad, la sexualidad, la violencia y la salud mental. Resulta un texto en términos científicos, pero redactado de manera amena, con explicaciones para hacerlo accesible a toda la familia.

Teresa Orosa Fraíz, presidenta de la Cátedra del Adulto Mayor de la Universidad de La Habana, valora en el prólogo la significación del libro: “Es una lectura que nos hace reflexionar, invitándonos a mirar retroactivamente lo que hemos vivido. Mirada también desde lo presente, y de lo que nos queda por vivir. Una interrogante tan simple y tan difícil de lograr: ¿cómo vivir la vida de la mejor manera?”.


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Darianna Reinoso Rodríguez

Se han publicado 2 comentarios


senelio ceballos
 24/2/14 2:30

..Saludos LECTORES... El Sr. ARISTIDES...es un activo comentarista de aqui y de otros webpaginas..FELICIDADES!!! HA ENCONTRADO ALGO EN QUE USAR SU TIEMPO..trasmitiendo experiencias..BRAVO!! ...Pero..yo no he leido el libro...no se ni que dice esa autora!!!NO PUEDO CRITICARLO NI FELICITARLO.. ...Pero..puedo trasmitir tambien mis experiencias y creo que son muchas... ...LAS EXPERIENCIAS VIVIDAS,,,,,,ES ALGO INUTIL, VANO, SIMPLE Y SIN USO...para aquel que ha vivido esas experioencias..SIEMPRE LLEGAN DESPUES, MUY TARDE...cuando ya no nos hace falta...Pero, son " ONZAS" de oro para nuestrso jovenes y nietos que quieran beber de ellas.... Escribid vuestras memorias sennor aristides!!!...Si quiere les reenvio mis folletos..Tengo cuatro tomos VIII CAPITULOS...se titulan..MEMORIAS DE UN INGENIERO CUBANO... Tomo I...La construccion antes de la revolucion Tomop.II...Trabajar en hidraulica es comoi jugar con fuego [ En respuesta aun libro que lo titularon otros autores VOLUNTAD HIDAULICA EN CUBA] Tomo III...Mas de 100 consejos a los jovenes [ recordando a nuestra maestra..NITZA VILLAPOL ] Tomo IV..La cooperativa y mi tercera edad .. sceballos@yandex.ru El guajiro chambero

Arístides
 23/2/14 14:24

Parece, por lo que usted nos dice respetada Darianna, que este recién publicado libro de la psicóloga María Elena Real Becerra está interesantísimo, y no dudo de sus palabras. Pero solo estoy de acuerdo con algunos detalles que nos cuentas están contenidos en el libro. Tal vez sea porque veo estas cosas desde una posición, si se quiere privilegiada, de viejo que ya posee un “doctorado” de vida a finales de la octava década de andar por este mundo. No creo, y qué alguien me lo discuta, que se aprende a ser viejo antes de serlo. Que sepa, no existe manual alguno ni creo que se invente, que diga cómo se tiene que ir envejeciendo. Este es un aprendizaje que se logra paso a paso, poquito a poquito, por uno mismo, porque por las condiciones en que se va logrando, que son muy distintas para cada cual, no queda de otra, ya que nunca sabemos que ocurrirá mañana. Y un poco en broma: como dijera el célebre y “filosófico” Bernabé, sin duda por los años que ya entonces contaba, uno llega a esta etapa como si tuviera “un pie en la tumba y el otro en una cáscara de plátano”. De que sea una conquista social importante, puede ser. Es cuando nos arrinconan, nos ignoran, no nos toman en cuenta, nuestras experiencias no valen para nadie, si decimos algo que pudiera ser lo más sensato del mundo, se toma como pura chochera. Si tropieza un joven, todos se ríen, lo encuentran gracioso, pero si el que tropieza es un viejo… para que ahondar. Las mejores condiciones de vida ¿Dónde? ¿En un asilo donde uno pasa a ser como un fardo más en lo que muchas veces es como un almacén de viejos…? ¿En el último cuartico, o peor, en un rincón de la casa de un hijo o de un pariente? Y paro de preguntar. Suerte tiene el que todavía movilizándose en sus dos “patas” huye de la casa para sentarse en un murito de la esquina o en el banco que sobrevive en el parque cercano. Y esa tercera oportunidad de vivir hay que aprovecharla pero cómo llegue. La pensión o el cheque de la seguridad social no da para mucho de lo bueno, pero sí “sobra” para la escasez de todo lo indispensable. De amor ¡sí que uno ama! de eso doy fe, pero para que sea verdadero tiene que ser reciprocado, lo que no es fácil de conseguir. Y hasta uno se enamora, pero ¿ya para qué? Lo he experimentado muchas veces. Esperan de mí o me piden, lo que ya no puedo dar. ¿Pesimista? Tal vez. Realista diría yo.

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