lunes, 6 de mayo de 2024

Cuerpo y musicalidad en Rent, la simbiosis alcanzada (I)

El espectáculo de Broadway producido en La Habana sorprende por la imbricación entre elenco y banda sonora, desempeños necesarios en el ámbito teatral cubano...

Remberto Febles Tabares en Exclusivo 14/03/2015
4 comentarios

Aunque no ha existido en Cuba un desarrollo estable del teatro musical en los últimos cincuenta años, ofrecer una simbiosis equilibrada entre musicalidad y cuerpo ha sido clave distintiva en Rent. Su llegada a nuestras tablas devino acontecimiento cultural anhelado. ¿Servirá Rent como estímulo en el nacimiento de proyectos puramente nacionales que superen todo obstáculo mental y económico?

DE LA REALIDAD…

En nuestro panorama cultural, pocas son las ocasiones que escuchamos hablar de una sala teatral abarrotada durante la temporada de algún grupo. Salvo espectáculos de directores como Carlos Díaz, Carlos Celdrán, Rubén Darío Salazar y otras excepciones; diversas agrupaciones transitan por los escenarios del país casi de forma inadvertida, con una escasa asistencia de público y poca cobertura en la prensa. Muchas veces, esa realidad responde a la discutible calidad de las propuestas; otras, a deficientes mecanismos promocionales y a la consiguiente falta de difusión. En el peor de los casos, dichos factores se juntan para relegar el espectáculo a la categoría de hecho intrascendente. En ocasiones, La Habana es visitada por agrupaciones del interior del país e igualmente pasan desapercibidas ante el público capitalino; las razones son las mismas.

Es cierto que en el campo de las tablas un suceso como Mayo Teatral alcanza volúmenes de públicos significativos, igualado solo por eventos de talla similar como el Festival de Cine, el Festival de Ballet de La Habana, y superado únicamente por la Feria Internacional del Libro. Pero, un fenómeno de masa alrededor de un espectáculo producido en Cuba, del cual casi todos los medios se hacen eco y está en boca de la mayoría, en nuestro panorama teatral no es habitualmente visible.

Luego de varios intentos para adquirir entradas y disfrutar de Rent, el espectáculo de Broadway producido en La Habana, finalmente logré acceder a los últimos asientos disponibles. Y este no fue el comportamiento solo para una fecha específica de su temporada. Así se mantuvo la sala Tito Junco desde el 24 de diciembre que el espectáculo se estrenó en el Centro Cultural Bertolt Brecht y durante estos tres meses. Parecería un efecto de mercado a la vieja usanza capitalista, pero creo en una razón más simple: nuestro público teatral sencillamente está ávido de sorpresas a esta escala, sobre todo en un género como el musical, tan vilipendiado durante varias décadas.

Segundos antes de comenzar la función, mis expectativas e inquietudes eran varias: “Broadway en Cuba”, “dirección de la puesta a cuatro manos (Andy Señor, Jr. y Reynier Rodríguez)”, “elenco heterogéneo”, “música en vivo y una imagen escenográfica algo distante de referentes inevitables como Cats, The Lion King, Shrek”; entre otros espectáculos renombrados de la compañía que han circulado en discos externos y que muchos hemos visto. Sobre esas inquietudes y algunas sorpresas ofrezco mis impresiones de Rent.

RENT: ON THE INSIDE…

Treinta y seis temas componen la estructura dramática del espectáculo, articulados en una secuencia que hilvana la historia contada mediante breves intervenciones de algunos personajes, a modo de narración. El argumento es bien simple: un grupo de jóvenes bohemios y artistas en la villa Este de la ciudad de New York a principio de los noventa luchan por el amor y contra SIDA; se debaten en las circunstancias de vida que les impiden pagar la renta, alimentarse y sacar adelante proyectos profesionales para crecerse como creadores.

De acuerdo al canon histórico del teatro musical, los temas desarrollan situaciones que amplían y profundizan esa premisa argumental, y las breves intervenciones narrativas articulan tales situaciones, crean las condiciones para el próximo tema y alertan sobre sucesos antecedentes que, sin cuyo conocimiento, la continuidad del espectáculo perdería coherencia. Rent no se aparta de este modelo, por el contrario, hace de él su piedra angular para desarrollarse e intercambiar con el público.

En esa introducción de nuevos espacios y situaciones cabría revisar el elemento comunicativo. Demasiado fugaz resulta la intervención de los actores, explicando en brevísimas palabras cuál es el espacio de la acción y qué está sucediendo, para dar paso al nuevo tema. Y no creo que extender su parlamento sería el remedio; la clave pudiera estar en explorar, desde el carácter y la proyección de cada personaje, nuevas formas de presentación escénica que enfaticen el mensaje y lo clarifiquen. A ello sumaría una revisión técnica de la amplificación de sonido, a veces inestable y poco nítido para el auditórium.

MUSICALIDAD, CUERPO E INTERPRETACIONES

Crear una simbiosis equilibrada entre musicalidad y cuerpo es la base fundamental para alcanzar interpretaciones verdaderamente atractivas en cualquier musical. De esa forma, el espectáculo en su conjunto provee al público de escenas memorables, solos que mitifican a sus intérpretes y una historia que, por trivial que pueda resultar, se convierte en resorte melodramático al cual se regresa más de una vez.

Esa conjunción fue clave distintiva en Rent. Durante casi tres horas de espectáculo el elenco mantuvo un total equilibrio en el control de la energía para sus roles y en la interpretación vocal. No hubo muestras chatas de cansancio ni desvarío en la interrelación escénica. Salvo en escasos pasajes donde los actores tienen que buscar tonos graves o demasiado agudos, la afinación en las líneas melódicas —por complejas que sean— y la modulación vocal hicieron de los solos ejecuciones capaces de robar el aplauso de todos. El trabajo coral también es destacable, pues armónicamente contribuye a generar atmósferas que apoyan la progresión dramática, influye en el biorritmo de los personajes y matiza las largas horas de función.  

Gran objeto de atención se volvió durante los dos actos la banda en vivo. La música se disfrutó en los tonos rocanroleros que sirvieron de base armónico-rítmica en todo el musical. Los arreglos individuales para cada tema estuvieron en función del diseño escénico global, sin caprichos instrumentales ni ejecuciones excéntricas fuera de situación. La imbricación entre actores y banda, por ende, fue sólida, sin altibajos.

Es cierto que por momentos el volumen de los teclados específicamente sobrepasó a los actores y estos tuvieron que esforzarse notablemente para ser escuchados, algo que provocó cierta suciedad en el ambiente audible y —reitero— falta de nitidez en lo que se decía verbalmente. Además, el sonido de la batería fue hueco y seco. Siendo el único instrumento de percusión presente, aportó poco brillo y contraste al conjunto instrumental. La responsabilidad de este factor crucial también está en la ecualización de los medios sonoros —muestra fehaciente de ello fueron las constantes señas que hizo la directora musical al set de control técnico—, pues el desempeño de los jóvenes instrumentistas fue impecable.

Punto y aparte de tales detalles, fue sorprende la imbricación entre elenco y banda sonora, pues en nuestro ámbito teatral no existe un ejercicio constante de tales desempeños. De hecho, no ha existido una vida estable para el teatro musical en los últimos cincuenta años y muchos de los trabajos que preceden a Rent no han contado con la experiencia y los recursos humanos necesarios que este espectáculo felizmente posee. Por ello, la sorpresa es inevitable.


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Remberto Febles Tabares

Se han publicado 4 comentarios


Patricia
 19/3/15 12:04

Confieso que he disfrutado muy poco del teatro musical, lo cual, entre otros aspectos, puede deberse a la falta de propuestas atractivas de este género en nuestro país, y la escasa divulgación de las existentes. Tener la oportunidad de disfrutar de Rent, en nuestro patio, más allá del mero hecho de las cualidades de la puesta, fue una experiencia excelente y renovadora. Me atrevo a decir que la música de metió dentro de quienes asistimos cualquier de las noches al Bertolt Brecht. Varios actores destacaron por su trabajo, ciertamente, pero a mí me cautivó la actuación y el mensaje que transmite el personaje de Angel, que se llevó buena parte de los aplausos con la caracterización de un travesti neoyorquino. Rent en una obra para ver más de una vez... o, mejor dicho...sería genial tener muchas otras veces para disfrutar de propuestas a la altura de Rent...o más ¿será demasiado pedir?

Remberto
 23/3/15 18:21

Pues no, ¡espero que no sea demasiado pedir! Pero insisto: lo interesante y realmente atractivo para nuestro público sería que nuestros creadores de la escena se apropien e esa buena energía que deja Rent tras cada función, y se planteen defender proyectos que saquen adelante un autóctono teatro musical, con nuestras limitaciones materiales, pero explotando las tremendas posibilidades que tienen nuestros actores y músicos para el género.

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Paquita
 14/3/15 19:26

Los espectáculos musicales en Cuba siempre han sido bien recibidos, en mi modesta opinión. Concuerdo que deben tener más espacios de divulgación. El anfiteatro de La Habana, el Tetro América han presentado en los últimos años varias propuestas. La Ópera en la Calle tambien ha realizado actividades colmadas de público. No hay dudas que los artistas que se dedican a esa "especialidad" debían tener más apoyo en diversos sentidos porque su musicalidad está probada.

Remberto Febles
 16/3/15 15:58

Concuerdo con usted Paquita,

De hecho, creo que nuestras instituciones deberían persistir un poco más en el desarrollo de este género, que es costoso para su producción, pero que está estrechamente ligado a nuestra tradición y puede ser rentable desde el punto de vista económico, muestra de ello ha sido Rent...

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