martes, 23 de abril de 2024

Eugenio Barba: “Cuba es algo muy grande para mí”

El director teatral, profesor y dramaturgo italiano participa activamente en el 16 Festival Internacional de Teatro de La Habana junto a su compañía Odin Teatret...

Ada María Oramas Ezquerro en Exclusivo 01/11/2015
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Renovador por excelencia de los códigos del teatro contemporáneo a nivel mundial, el director teatral, profesor y dramaturgo italiano Eugenio Barba participa activamente en el 16 Festival Internacional de Teatro de La Habana, junto a la compañía que dirige, el Odin Teatret, con sede en Dinamarca

PERFILANDO LA ESTÉTICA DE SU LENGUAJE TEATRAL

—¿Cómo define usted la esencia de su teatro?

—Es el deseo de crear un ambiente donde cada persona pueda desarrollarse individualmente y, al mismo tiempo, trabajar en un proceso colectivo que nos estimule a crear espectáculos y otras actividades: artísticas, culturales, pedagógicas, intervenciones en la comunidad. Abarcamos una multitud de propuestas que tienen un verdadero sentido para las personas a quienes nos dirigimos.

UN GRUPO DE EXCLUIDOS QUE SUPO LUCHAR CONTRA SU PROPIA EXCLUSIÓN

—El Odin Teatret está próximo a celebrar su aniversario 50. ¿Cómo define usted la trayectoria y los objetivos de esta compañía teatral?

—Era mi deseo ser director, pero no tuve la posibilidad de trabajar en el teatro en 1964, entonces, contacté con algunos jóvenes rechazados de la escuela teatral y con ellos creé un grupo de aficionados que se llamó Odin Teatret. Ellos han sabido luchar contra su propia exclusión y conquistar una sabiduría, un conocimiento profundo y una autonomía que les permitió establecer el diálogo permanente con otras culturas teatrales establecidas.

EL ACTOR DEBE CREAR FORMAS ORIGINALES CADA VEZ QUE INTERPRETA UN PERSONAJE

—Podríamos decir que, ante el mundo, usted ha impuesto una técnica, una escuela, en fin, es la manera de hacer teatro en el momento actual. ¿Qué podría decir al respecto?

—No diría así. Pienso que es imposible aplicar directamente técnicas o métodos en el lenguaje teatral, pero si uno quiere presentar un ballet clásico, es diferente. Hay formas que deben aprenderse cuando uno quiere realizar la pantomima.

“Pero ese no es el caso del teatro contemporáneo, donde el actor —por el contrario— debe crear formas originales cada vez que interpreta el personaje. Creo que el ejemplo del Odin ha representado un gran estímulo para mucha gente, porque se han percatado de que es posible crear procesos de trabajo que dependan de la búsqueda personal constante y que implica mucho tiempo”.

—¿Cuál consejo podría dar usted a un actor?

—Cuando los consejos son gratuitos nadie los escucha. No creo que uno pueda dar consejos, especialmente y sobre todo a una persona joven. Lo único que podría decirle es: “Tú vas a encontrar muchas dificultades en cualquier lugar del mundo en que te encuentres. Las dificultades te van a tirar al piso siete, ocho veces. Pero no puedes desanimarte, siempre tienes que levantarte y continuar luchando. Hay que saber imponerse a las dificultades”.

—¿Se ha visto precisado a cambiar el estilo o el carácter del grupo?

—Desde el principio sentí que ese pequeño grupo que fue el germen de la compañía de pobres rechazados o de extranjeros de Noruega constituían una pequeña cultura, en mi criterio por el momento ínfima, pero ya habíamos establecido lazos muy fuertes entre nosotros que nos permitían vivir y eran al mismo tiempo un rasgo de identidad.

—¿Cuáles son las obras más importantes en el repertorio de esta compañía?

—Son espectáculos cuyos textos han sido escritos por los actores o también yo he creado junto a ellos. Hemos creado al nivel narrativo y de texto.

AQUÍ ME SIENTO UN DIRECTOR CUBANO

—Usted ha mostrado una distinción especial por Cuba, pues ha venido en varios momentos y ahora trae al Odin, ¿podría referirse al porqué?

—Mis relaciones con América Latina y, sobre todo con Cuba, están determinadas por personas que he encontrado y con las cuales me unen vínculos de amistad y profunda admiración, desde la primera vez. Cuando vine aquí, después de haber encontrado en Europa a Elmo Hernández, aquí conocí a Vicente Revuelta, con quien sostuve una gran amistad. Pero lo que más me ha marcado ha sido el contacto con el ISA y, sobre todo, con el grupo de teatro Buendía y el grupo de teatro de Santa Clara. Son personas que representan vínculos profesionales que aprecio mucho y también de amistad, que me hacen sentir muy feliz. Cuba es algo muy grande para mí. Es el país que ha publicado más libros sobre las actuaciones de mi dramaturgia en América Latina, por Ediciones Alarcos, dirigida por Omar Valiño. Aquí me siento un director cubano.

—¿Cómo valora la presencia del Odin Teatret en el 16 Festival Internacional de Teatro de La Habana?

—Para mí es muy bello apreciar a los jóvenes directores y actores, por ejemplo, Carlos Celdrán dirige este año el Festival. Es una continuidad que yo llamaría tradición viviente muy profesional, por los que siento gran admiración.

—¿Podría referirse a un momento inolvidable que haya experimentado en Cuba?

—No quiero hablar de teatro, sino de algo personal…  Fue en el lago que está muy cerca de Santa Clara. Junto a Vicente Revuelta, ambos remando en una barca. Era la primera vez que visitaba a Cuba y me quedé admirado por la belleza de la naturaleza en aquel lugar, hablando con Vicente de poesía y teatro y cómo estas manifestaciones literarias y artísticas ayudan a vivir.

—¿Cuál es su valoración acerca del grupo de teatro Buendía, dirigido por Flora Lauten?

—El hecho de que un grupo dure treinta años es, de por sí, un hito impresionante. Los espectáculos que ella dirige poseen un gran valor. Pienso que su teatro pertenece a la historia cubana y son valorados altamente en cualquier otro país, lo cual pude apreciar en su gira a Europa”.

—¿Prepara en estos momentos algún estreno para el Odin?

—Estoy montando actualmente un espectáculo que se titula Volar. Es la historia de dos monjes que siembran un árbol, por su deseo de que las aves que han desaparecido puedan regresar. Y el árbol crece inmenso, pero seco, y mientras tanto desfilan imágenes de masacres, historias de amor entre otros.

—¿Ha incursionado en el cine o se mantiene fiel al teatro?

—Me gusta ver películas, pero no me siento capaz de hacer cine, pues el teatro es mi vida.

—¿Quisiera enviar algún mensaje al pueblo de Cuba?

—Que lo admiro muchísimo.

—¿Podría evocar su “descubrimiento” de Cuba?

—Apenas permanecí unas horas en el hotel en mi primer día. Pero ya tenía contactos con algunos artistas cubanos, como Elmo Hernández, que me visitó en el hotel y me llevó a conocer a sus amigos. Todos eran grandes actores de teatro. A Flora Lauten la admiré desde que converse con ella. Y así, de esa manera pasé mis primeros días en Cuba. Fue un momento de descubrimiento de lo que se convirtió después en mi familia.

—A su juicio, ¿qué podría contribuir a enriquecer más al teatro cubano?

—No soy capaz de decirlo, pues pienso que ese aporte solo puede darlo el ejemplo. Pienso que el teatro, cubano está en un buen momento. Y, para enriquecerlo aún más, todo depende del grado de inspiración de los creadores en los momentos de escribir, montar y actuar. Y la inspiración parece iluminar este momento feliz.


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Ada María Oramas Ezquerro

De larga trayectoria en el periodismo cultural. Premio de Oro, del Gran Teatro de La Habana y Miembro de la sección de la Asociación de Artistas Escénicas de la UNEAC


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