jueves, 28 de marzo de 2024

Cuando el genio joven toma el ballet

Primeras figuras hoy, llegaron siendo muy pequeños al ballet y aseguran haber encontrado en él un mundo de formas, sentimientos y deseos para crecer en la vida…...

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 14/10/2016
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Resaltan por sus movimientos, por esa mezcla de suavidad y vigor incomparables, por esa magia conque sus gestos tejen miles de historias. Llegaron siendo muy pequeños a este arte y aseguran haber hallado en él un mundo de formas, de sentimientos y deseos. Sadaise Arencibia, Claudia García, Francois Lloriente y Ariel Ernesto Martínez, con su soltura y precisión ganan aplausos, cada vez que en nombre del Ballet Nacional de Cuba (BNC) suben al escenario.

Sadaise, hoy primera bailarina de la compañía, recuerda que siempre tuvo ese sueño hasta que un buen día la familia la acompañó, especialmente su tía Paquita y su mamá. Inició sus estudios en 1991 en la Escuela Provincial de Ballet Alejo Carpentier de La Habana y los continuó en la Escuela Nacional, con destacados profesores como Ramona de Saá, Adria Velázquez y Mirtha Hermida, hasta que en 1999 ingresó en el elenco del BNC.

“He podido bailar mucho y hacer roles protagónicos. Hasta ahora, entre lo que más me ha gustado interpretar ha sido Carmen, pues me identifico mucho con su soltura y firmeza y, además, tiene la marca de Alicia Alonso”, afirma Sadaise, quien desde su llegada a la compañía ha actuado en países de América, Europa, Asia, así como en Egipto y Australia.

La joven que hemos visto interpretando también Kitri, la hermosa en el ballet Don Quijote y que en 2002 recibió el Premio Villanueva de la Crítica, otorgado por la Asociación de Artistas Escénicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, está convencida de que un buen bailarín debe tener condiciones físicas, pero además inteligencia, mucha alma y corazón para triunfar en la vida.

En ello coincide también Claudia García, solista de la prestigiosa institución, quien llegó a ella después de haber transitado por baile español. “Recuerdo que con dos años y medio estaba en este tipo de baile y mi maestra se dio cuenta de que lo mío era el ballet clásico y no el flamenco. Entonces, mi mamá y yo decidimos probar suerte hasta que después de varios niveles de enseñanza llegué al BNC”.

“Estoy en la compañía desde hace dos años. Primero formé parte de los cuerpos de baile, que me aportaron muchísimo en lo que he logrado en la actualidad. Ahora me estoy iniciando como solista. He tenido el privilegio que personalidades como Aurora Bosh, una de las cuatro joyas del ballet, y María Elena Llorente, Premio Nacional de Danza, sean mis profesoras.

“Este corto tiempo en el BNC ha sido de superación contante. Uno deja de ser la niña, etapa en la cual el maestro te cae atrás, como decimos en buen cubano, para hacer las cosas. Ahora te das cuenta de que debes valerte por ti misma, ejercitar, aprender y que todo contribuye al éxito de tu vida profesional”, expresa la solista, quien recientemente debutó en el conocido ballet neorromántico Las sílfides.

Asevera Claudia que los más nuevos contribuyen mucho al reconocimiento que tiene el ballet dentro y fuera de Cuba, y en ello ha sido “valiosa esa mezcla de los bailarines más experimentados con los que van surgiendo”. Asegura que el ballet debe “seguir siendo un arte de pueblo, de cultura, y quienes se unan a él deben hacerlo convencidos de que exige sacrificio, pero da también muchas emociones”.

Su colega Francois Lloriente —quien ha interpretado la pieza contemporánea Percusión para seis hombres; personajes como Bufón, en El lago de los cisnes; y Espada, en Don Quijote— señala que se enamoró de esta profesión por las oportunidades que brinda de expresarse sin palabras, solo con movimientos y pantomima, así como las historias que se cuentan a través de él.

¿Qué hay que tener para ser buen bailarín?, pregunto a Francois y asegura: “Se necesita un porciento de condiciones y dotes que te da la vida, pero lo otro está en lo que tú te propongas, en el amor, las energías, el tiempo que entregues a este arte y el sentido de pertenencia con que lo asumas, pues de nada vale tener las condiciones sino las trabajas y te enfocas en lo que tienes”.

Para el joven, quien lleva ya diez años en el BNC, no hay dudas de que su compañía es una de las mejores del mundo. Y eso lo ha comprobado en las diferentes giras que ha participado, como recientemente, en México. “Nuestra compañía tiene un trabajo sostenido, cuenta con el rigor artístico-técnico de sus bailarines y la diversidad en la concepción estética de los coreógrafos, así como de sus presentaciones”.

“En su línea artística siempre ha estado el respeto a la tradición romántica y clásica —agrega Ariel Ernesto Martínez, otro joven bailarín de esa compañía—. Siempre se ha estimulado el trabajo creativo de los coreógrafos y se ha logrado unir lo nacional y contemporáneo como sucede en la pieza Percusión para seis hombres, que permite mostrar el virtuosismo de nosotros, los intérpretes”.

Ariel es de esos bailarines que cuando sale al escenario trata de desdoblarse, de entregar todas sus emociones y su alma al público. “Eso lo he aprendido en estos años en la compañía y además te ayuda a que todo salga bien, pues el espíritu de la danza no debe alejarse nunca de uno”, alega y recuerda que si algo ha sido fundamental en su vida profesional es el apoyo de la familia.

“Mi mamá desde que me decidí por esta carrera me apoyó, pero mi abuelo y mi papá estaban un poco renegados, hasta que un día me vieron bailar y desde entonces nunca han faltado a ninguna función”, destaca Ariel, y recuerda sus inicios en el ballet, precisamente, cuando estaba en los talleres vocacionales, y le tocó interpretar en el Karl Marx una coreografía de Eduardo Blanco.

Ariel afirma haber bailado más de lo que esperaba desde que en 2014 llegó a la compañía. Sus presentaciones se recuerdan en roles principales como Espada, en Don Quijote, y el pas de deux de Coppelia, en La magia de la danza. Ahora se prepara para estrenar, con la primera bailarina Viengsay Valdés, el ballet Oscurio, en la inauguración del 25 Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso, este octubre.


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Yuniel Labacena Romero


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