Cantar nuestra música es amar a Cuba

Bárbara Llanes constituye un ejemplo de la gran calidad de la enseñanza artística en Cuba y las posibilidades de perfeccionamiento en otros países por los convenios establecidos entre el Ministerio de Cultura de Cuba y otras naciones del orbe.

Laureada con Diploma de Oro, en las especialidades de canto y composición, ha participado en cursos donde recibió clases magistrales de Mayda Prado e Isabel Penagos, en Estados Unidos, y de Pedro Lavirgen, en España.

Inició su vida artística en la compañía Estudio Lírico, dirigida por Alina Sánchez; después, pasó a formar parte del elenco del Teatro Lírico Nacional de Cuba; y actualmente es solista de la Agrupación de Conciertos de La Habana.

Valorada como una de las voces más relevantes del arte lírico, Bárbara Llanes puede catalogarse como una expresión de lo más cercano a la perfección vocal, por su dominio de la técnica, su apego al estilo, épocas, tendencias y autores y al caudal artístico que irradian sus interpretaciones, lo cual evidenció en su más reciente concierto Tchaikovski-Lecuona, en la Basílica Menor de San Francisco de Asís.

LA AUTOEXIGENCIA NO MIDE HORAS NI ESFUERZOS

—¿Podrías describir el proceso creativo previo a conciertos con la envergadura del titulado Tchaikovski-Lecuona?

—La parte dedicada a Tchaikovski fue muy difícil para mí, desde el punto de vista lingüístico, especialmente para lograr la fluidez requerida, sin que el idioma resultara un obstáculo para la interpretación musical, y me llevó tiempo prepararlo, de acuerdo a las exigencias que me impuse.

—En varias ocasiones he escuchado decir que cuando cantas haces soñar, ¿qué podrías expresar al respecto?

—Ese es un criterio que me halaga mucho. Ojalá que la mayoría del público soñara conmigo.

—Desde hace algunos años te dedicas a cantar en conciertos, ¿acaso ha dejado de interesarte el género lírico?

—Adoro ese género, particularmente la ópera, pero decidí incursionar —por el momento— en la música de conciertos.

—¿Cuál es tu gran objetivo como persona y como artista?

—No es algo que me haya prefijado. Estoy muy contenta con la acogida del público y la crítica. Pienso que he logrado lo que anhelaba, aunque eso no quiere decir que deje de trazarme nuevas metas, porque si así fuera no tendría alicientes para emprender nuevas etapas como la que se avecina para mí.

“Pienso que no podría pedir más. Lo único que pido a quienes acuden a mis conciertos es que no me quiten lo que me han dado y continúen apoyándome como hasta ahora”.

—¿Cuáles son tus planes por el momento?

—En diciembre compartiré la escena de la Basílica con José María Vitier y sus invitados, entre ellos Augusto Enríquez y Liuba María Hevia.

“Para el año próximo voy a brindar dos conciertos en los primeros meses, en La Habana, como un anticipo de lo que presentaré en París. Serán primicias para La Habana y actuaré después en París, en el Centro des Arts Enghien les Bains. Además de las actuaciones está prevista la realización de un DVD, para el sello Colibrí, acompañada por el pianista Rolando Luna”.

—¿Por qué actuarás primero en La Habana?

—Porque el público cubano es muy exigente y me gusta probarme aquí primero, porque si los asistentes a los conciertos se entusiasman, no tendré dudas acerca del repertorio. Por eso me pongo muy nerviosa cuando actúo aquí, en otros lugares no tanto.

“Voy a cantar obras cubanas, porque no sería lógico elegir temas de autores de otros países si voy a representar la cultura cubana. Me siento orgullosa de llevar un repertorio de nuestra música, porque soy cubana y cantaré lo que siento como mío”.