jueves, 25 de abril de 2024

Bienal Identidad…réquiem por un Ada de corazón montuno

Mucha gente se ha quedado en la Jarahueca de Ada Elba Pérez, como lo patentizó su poema, y apuestan por una cita cada vez más hermosa con el hada del campanario....

Dorisbel Guillén Cruz en Exclusivo 15/07/2018
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Bienal Identidad
El legado de Ada Elba Pérez está marcado por varios éxitos del pentagrama infantil, que brillan aún en el repertorio de la cantautora y amiga Liuba María Hevia (Foto: Décima con Texto))

Casi todo, la noche, y lo demás/ está en el patio, dijo Ada. También allí los atejes que revientan su rojo, los picos levantados de las gallinas y una espera de horas, quizá de días; mientras, los romerillos mecen los cabellos de la niña Ada Elba. Entre todo eso y lo demás correteaba. En ese ir y venir de campo y hogar, la abuela Saturnina la llenaba con sus embrujos. En Jarahueca, cierta tierra encantada del norte espirituano que un colega definió por sus “gatos y perros a deshoras”, nació, el 20 de septiembre de 1961, Ada Elba Pérez Rodríguez.

Desde pequeña le gustaba la música y las artes plásticas. Esos caminos de su vocación que se trasmutaron en una carrera artística, marcada sobre todo por el legado de composiciones como Estela, granito de canela, Señor Arco-Iris, y otros éxitos del pentagrama infantil que brillan aún en el repertorio de la cantautora y amiga Liuba María Hevia.

Además de incursionar en varios géneros literarios, Ada Elba dominaba la guitarra, el piano y el canto (Foto: La Jiribilla).

Hasta que un día gris -el 14 de julio de 1992- se fue insólitamente Ada Elba Pérez, sin tiempo para despedirse de su pueblo natal. A sus amigos y coterráneos les dejó como herencia una suerte de cariño que a través del tiempo ha logrado algo más poderoso que un homenaje. 

Y es que como era muy joven para irse definitivamente, el pueblo de su infancia decidió inmortalizarla en un proyecto comunitario que cada dos septiembre despabila a los duendes descalzos de ese pedacito de Cuba.

Desde La Habana hasta Jarahueca tienden un puente los cómplices del Ada; se suman a su aventura intelectuales de toda la isla, y se quedan un rato allí, precisamente, donde los romerillos y siemprevivas de la abuela Saturnina.

Días de Bienal

Hace ya una veintena de años que los lugareños reciben en sus casas a bardos y hacedores de fantasías de toda Cuba. Llegan por aquella suerte de trenes que aún agitan con su largo cuerpo de hierro las líneas férreas del norte espirituano.

La cita es para esperar en familia el cumpleaños de la cantautora pero, en tanto, comparten sus talentos con la gente sencilla del pueblo.

Pequeños agricultores asumen el suministro de alimentos, premios, materias primas para los talleres de manualidades, insumos de todo tipo; mientras que los centros docentes, de servicio o gastronómicos prestan sus instalaciones para que los labriegos aprendan el parche, la alambrearía, ritmos autóctonos.

Unos 15 talleres funcionan habitualmente durante los días de recordatorio. Se trata de un proyecto sociocultural que aglutina varias fuerzas en función de la enseñanza artística y la estimulación de una sensibilidad hacia aquellas manifestaciones en las que se destacó la hija ilustre.

Este es un fenómeno de lo municipal, afianzado en fuerzas endógenas y la autogestión: los jarahuequenses cumplen su parte al respecto, brindan sus hogares para el hospedaje de importantes figuras de la cultura nacional.

Cada dos años esta comunidad seduce a gestores del arte de todo el país, al punto que resulta realmente un honor acreditarse junto a figuras del Grupo Ala Décima, embajadores de Buena Voluntad de la UNESCO, maestros de cocina o aquella magia perenne de una Teresita Fernández eterna entre los perros, los gatos, los viejos, y los niños de Jarahueca.

En ese mismo sentido, Identidad comienza en La Habana y se realiza simultáneamente en Jarahueca, es decir, recorre una larga distancia y atrae a escritores, repentistas, artistas de la plástica y artesanos. Por lo que constituye una fuente de desarrollo endógeno para las personas de esa región.

Cada evento culmina con un concierto de Liuba María Hevia, rodeada de coros infantiles. Pero en las calles y escondrijos de Jarahueca también se ven los niños alrededor de las guitarras y los cuentos de Rita del Prado, Luis Cabrera. La propia Compañía Teatral La Colmenita creó su pequeña sede en ese territorio.

Sin embargo, los gestores de la Bienal Identidad manifiestan desde hace varias ediciones cierta preocupación sobre el futuro de Identidad. Cuentan las autoridades del lugar, presidentes de las cooperativas, responsables de la gastronomía, educación, servicios públicos… y los propios vecinos de Jarahueca, que hermosas iniciativas buscan asidero dentro de un amplio programa… pero ¿y el programa en sí? En los últimos tiempos ha demorado en consolidarse y subsiste la zozobra de que las fuerzas necesarias puedan ser aglutinadas o no. Al parecer este sueño comenzó como una obra de muchos y algunos (instituciones) se han quedado en el camino, relegando el evento a la comunidad y sus autoridades municipales.

Aunque se trata de un baluarte comunitario, un poco de ayuda desde fuera no estaría mal. Centros como el Provincial del Libro, de  Casas de  Cultura, la Asociación Hermanos Saíz podrían sumarse o mostrarse más activos, al igual que otros.

Estos son los festejos por una espirituana que cultivó varias manifestaciones del arte. Además de sus aportes al cancionero infantil, ella obtuvo el premio Luís Rogelio Nogueras en la especialidad de poesía, trabajó la escultura e instruyó a los jóvenes talentos del Instituto Superior en San Alejandro

Pero, más allá, la Bienal Identidad tiene que ver con una visión objetiva hacia el aprovechamiento de espacios que surgen del propio corazón del pueblo y que desbocan en avalancha cultural.

Sería ingenuo malversar las oportunidades de un suceso tan potente como este, pues ha favorecido el desarrollo comunitario en la misma medida que el de la provincia espirituana y la región central de Cuba.

Dijo Ada Elba Pérez en un programa de radio: “Yo soy, ante todo, una guajira deslumbrada. No soy músico, soy un poeta o un ser humano que ama la música y a veces cojo una guitarra. La poesía es tramposa, es una asaltante que te sorprende dondequiera”. Desde la sencillez, nacieron los días de aquella chica, se convirtieron en años. Así crecerán los siglos de Ada Elba Pérez en cada deslumbramiento del alma, porque en su tierra natal, a pesar de las dificultades, se gesta una bienal dedicada a la compositora.

Aunque algunas ramas se quiebren, el árbol de la Bienal permanece enraizado en la Jarahueca de Ada Elba Pérez. Mucha gente se ha quedado allí, como lo patentizó su poema, y apuestan por una cita cada vez más hermosa con el hada del campanario. ¿Será que esperan porque acudan también los descreídos al nacimiento de los sueños?


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Dorisbel Guillén Cruz

Periodista


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