viernes, 26 de abril de 2024

Sacerdotes vestidos de blanco

El médico cubano Eduardo Andrés González León es protagonista de un conmovedor relato que desde hace algunos días recorre la red social Facebook...

Dunnia Castillo Galán en Exclusivo 02/02/2017
6 comentarios
Eduardo Andrés González León
El médico cubano Eduardo Andrés González León, protagonista de un conmovedor relato.

Revisando Facebook llegó su historia a mis manos. La había compartido un amigo invitándonos a leer, lo que aseguraba, le había sacado varias lágrimas. Emotiva y seductora se dibujaron las primeras líneas que enseguida captaron mi atención, obligándome a pinchar la opción de leer más y acceder a todo el documento.

Lleno de carga emocional, el doctor Eduardo Andrés González León, médico cubano que cumple misión en África, cuenta en su perfil en la red una de sus vivencias junto a “un pequeño príncipe negro” que le rogaba atender con urgencia a su madre, una mujer de 38 años desnutrida, víctima de tuberculosis y sida, con una deshidratación severa y en shock hipovolémico.

Inmediatamente, nos comunicamos con el especialista, quien desde hace 5 meses es parte de la Misión Cubana en Suazilandia, pequeño estado soberano sin salida al mar situado en África entre Sudáfrica y Mozambique. Con mucha amabilidad recibió el doctor Eduardo nuestra petición para realizarle una entrevista sobre su estancia en este territorio, por lo que ahora compartimos con los lectores de Cubahora, el resultado de una larga y amena conversación.

—¿Quién es Eduardo Andrés González León?

—Bueno, Eduardo Andrés es un Médico General Integral que comenzó sus estudios universitarios en la Facultad de Ciencias Médicas Dr. Faustino Pérez Hernández, de la provincia de Sancti Spíritus. Procedo de una familia humilde de Bayamo. Casi todos en mi familia, de una forma u otra, han tenido que ver con la salud pública, exceptuando a mi abuela, que es maestra por vocación, y mi madre que es periodista, hoy día retirada. Quizás se deba a ello mi pasión por escribir

—¿Cómo llegas a la brigada cubana en Suazilandia?

—Verdaderamente es una historia triste. El hermano de una doctora colega nuestra, quien era mi amigo además, sufrió un accidente automovilístico en la carretera de Topes de Collantes, en Trinidad. Yo, casualmente, estaba de guardia ese día en el hospital. Pese a todos los intentos por parte del equipo para salvarle la vida, fue un fracaso y su deceso fue en el salón de operaciones, cinco horas después de su llegada a emergencias.

“Su hermana, la doctora Iyovis, era quien se encontraba en esta misión, pero dadas las responsabilidades que ella debió asumir por el hecho, tuvo que pedir el fin de la misma y como era una misión de habla inglesa y era conocido mi tercer nivel en el idioma, el municipio me puso a disposición para que yo fuera el relevo de ella. Así paso a formar parte de la Brigada Médica Cubana en Suazilandia”.

—¿Cómo es la vida de un cooperante en un país considerado como el menos saludable del mundo y con una cultura completamente diferente a la cubana?

—Qué te puedo decir. Primero, es agobiante llegar acá porque son casi tres días de aeropuerto en aeropuerto y, como se sabe, con los pocos recursos económicos con los que contamos, pero siempre con el corazón en la mano. Después, es muy difícil adaptarse a la altura. Luego le sigue la inversión de las estaciones del año, cuando en Cuba es verano aquí es invierno y viceversa. Seguido, el uso horario, son siete horas de diferencias. Todo es bien complicado: la alimentación, la cultura, el idioma.

“Al principio casi siempre enfermamos con el síndrome del viajero. Es el tiempo en el que nuestro organismo esta adaptándose y cambia todo su metabolismo. Hay crisis hipertensivas, cefalea intensa, diarreas, irritabilidad por la falta de sueño; pero los cubanos somos guerreros por naturaleza y terminamos adaptándonos en un mes, o dos a lo sumo. Lo bueno es que nosotros tenemos una preparación muy exquisita. Es cierto que hay mucha insalubridad, pero nuestro gobierno garantiza todas las medidas preventivas necesarias, desde la vacunación hasta los avituallamientos para caso de catástrofe.

”Además, muchas personas piensan que nosotros aquí ganamos un dineral y no es así. Nuestro ritmo de vida es igual que en Cuba, ahorro y más ahorro. Aquí se come huevo igual que allá; contamos las libras de arroz y los pedacitos de carne para la comida. Ahorramos en verano para tener calefacción en invierno y todo eso, para poder llevar algunas cositas. Realmente nosotros aquí vivimos con las necesidades básicas y ahorramos hasta la corriente, pero decir cubano, es decir hermano de lucha y sufrimiento”.

—¿Cuál consideras el más lindo recuerdo de tu estancia en este territorio?

—Es difícil tener un recuerdo lindo en un país donde hay tanta calamidad, pero hubo un día que fuimos a una comunidad nativa y nos dieron una explicación de su cultura que me gustó. Ellos son muy conservadores de ella, es una pena que tengan tan poco apoyo gubernamental. Fue muy bonito para mí, porque lo tomé como una especie de zafarís.

—¿Y el más triste?

—He tenido experiencias muy duras acá, muy similar a cuando estuve en la hermana República Bolivariana de Venezuela, pero el más triste de todos, aunque fue un éxito médico de mi parte, fue la historia que publiqué en Facebook. La verdad es que me dolió mucho ver al niño que acompañaba a su madre y veía en mí a su salvador. Yo no podía defraudar a ese niño que había puesto todas sus esperanzas en mis manos.

“Como dije en Facebook, ese día lloró mi alma sin consuelo por África. Hice lo mejor que pude hacer por lograr un mundo mejor. Este es mi legado, este es mi grano de arena para esta gran humanidad que ha dicho basta y ha echado a andar. Pero seguiré llorando hasta que mis lágrimas hagan un mar de cosas buenas en donde pueda ahogar la maldad de aquellos que no tienen corazón.

”Ese día vine conmocionado para la casa, aunque tranquilo porque sabía que mi paciente ya estaba entonces en manos del doctor Marlon, el clínico que trabaja en la sala de medicina, cubano y tunero además. Me quedé mirando el techo de la cama y me dije: carajo estas cosas tiene que saberla el mundo. Entonces me levanté y realicé mi publicación.

”Otra hecho muy triste e impactante es ver como otros médicos, nacionales y extranjeros, le dan poco valor a la vida de estas personas. En una ocasión, hace unos meses, tuve una señora que me la refieren como una crisis de asma, pero cuando yo veo el tratamiento y las condiciones clínicas, me doy cuenta que no era asma sino un edema agudo de pulmón. Estoy acostumbrado en Cuba a que demos la alarma ante un caso de urgencia médica y todo el personal de salud se ponga en función de ello, pero aquí no es así. Aquí estamos solos con la voluntad de las enfermeras. Todos los procederes tenemos que hacerlo nosotros y se pierde mucho tiempo. Todos sabemos que en cuestión de medicina cada segundo es oro. La mujer falleció ante mí dejando dos criaturas huérfanas por la negligencia de no tener personal suficientemente capacitado y la espera que tuvo que hacer en la cola, ahogándose antes de llegar donde yo estaba. Porque aquí no hay prioridad. Es triste, pero es la realidad”.

—¿Cómo se siente el doctor Eduardo con la cantidad de reacciones que ha generado en las redes su relato sobre ese niño que angustiado le pidió calmar el dolor de su madre? ¿En algún momento pensó que su historia conmovería a tantos usuarios?

—No, nunca pensé tal reacción por parte de los usuarios de las redes. Aun estoy en shock, pero eso me dio fuerzas para seguir adelante, por que como dijo Fidel, ahora sí creo en la buena voluntad de los hombres y el mejoramiento humano. Otro mundo mejor si es posible.

—¿Qué mensaje le envías a las nuevas generaciones de médicos y a los que se están formando, en una era en la que muchos valoran las retribuciones y las posibilidades económicas, por encima del placer espiritual de sentirse útil?

—Primero, les aconsejo que antes de escoger la carrera lean los consejos que Asclepio, dios de la medicina, da a su hijo cuando quiere seguir sus pasos y comienza así: “¿Estás seguro hijo mío que quieres ser médico?”. Después de esto, hay que hacerse una autoevaluación, porque ser médico es ser un sacerdote vestido de blanco, y nuestra cruz es un esteto en la mano.

Recuerden siempre que seremos testigos de los secretos más íntimos de una persona; que ellos verán en nosotros a su salvador en cualquier circunstancia; que nosotros seremos ese halo de esperanza; que no debemos por ninguna razón matar la fe que los pacientes depositen en nosotros; y que la salud y el ser humano no tiene precio. Con el tiempo se darán cuenta que la mayor recompensa es haber salvado una vida o aliviado un mal.


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Dunnia Castillo Galán

Se han publicado 6 comentarios


isis
 23/2/17 8:19

Agradecida por ese cariño,amor y sentido de humanismo que caracteriza a todos los médicos cubanos, yo vivo ese amor en cada consulta de ortopedia a la que llevo a mis hijos en el hospital Aballí con el doctor Rodolfo, es muy bueno y preocupado por los niños que acuden a su consulta.

Esperanza Bulguera
 7/2/17 11:36

Así somos los cubanos, nos entregamos con pasión para salvar a las personas, no importa color, raza, credo, religión, o extranjeros, son seres humanos, por esa entrega es que somos la luz en muchos paises donde solo importa el dinero y la posición social.

Cuba siempre se ha ganado un lugar cimero en todo el mundo, porque queremos que todos tengan lo que hoy, gracias a la guía de FIDEL tenemos, paz, solidaridad, humanidad, respeto y dignidad.

Felicidades a todos los trabajadores de la salud cubana que brindan su corazón en diferentes países para lograr que un mundo mejor sea posible.

Yamillh1971
 5/2/17 1:56

Esta entrevista me hace recordar muchos momentos similares que vivi tambien en ese pais ya que estuve 2 año cumpliendo mision tambien en suazilandia y esa es la verdadera realidad de ese pais.

Javier
 3/2/17 13:44

Eduardo Andrés González León por hombres y mujeres como tú es que un mundo mejor es posible, gracias a FIDEL que nos enseñó a ser cada dias mejores y estar alli donde más falta hacemos, aún con gran sacrificio personal, que lindo es ayudar al projimo y ver la recompensa con una sonrisa de un paciente o de un familiar de un paciente, es bello, por eso el premio al contingente Henry Reed que es al final a la salud cubana y a Fidel como el gran inspirador FELICIDADES hermano

gilberto posada
 2/2/17 17:09

Me gusta la atencion medica cubana....De hecho fui beneficiario y me practicaron una intervencion para extirparme la vesicula biliar. Esto fue en Puerto Ayacucho, estado Amazonas, en la amazonia venezolana. La intervencion fue alli porque mi hija mayor era, en ese tiempo enfermera del hospital de esa ciudad. Luego me vine a mi pueblo, a 1000 kms de Puerto Ayacucho. Aqui, en la zopna popular donde vivo, voy al modulo de salud a chequearme la tension y por problemas menores y me gusta el trato que nos dan. soy GILBERTO POSADA, DE NIRGUA ESTADO YARACUY, VENEZUELA. AH Y PERTENEZCO AL CIRCULO  DE ABUELOS, YA QUE TENGO 75 AÑOS.

morales rapalo
 2/2/17 14:33

mi amado amigo y Colega..Dios te sequira dirigiendo dia a dia..y te seguira Bendiciendo ..Eres un ejemplo a seguir ..eres el orgullo de muchos de nosotros que te amamos

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