viernes, 26 de abril de 2024

No todo lo que brilla es oro (+Fotos)

"Las personas de las generaciones futuras tienen derecho a una Tierra indemne y no contaminada, incluyendo el derecho a un cielo puro", plantea así la Declaración de los Derechos de las Generaciones Futuras de la UNESCO...

Claudia Hernández Rodríguez en Exclusivo 27/04/2015
2 comentarios
Contaminación Lumínica
Las afectaciones provocadas por la contaminación lumínica tipo no se limitan al entorno del lugar donde se produce. (Nasa)

De seguro no soy la única a quien por casualidades de la vida, a través de memorias flash o de correos de amigos, llegó en algún momento esta fotografía.

Tampoco creo ser la única que la observó asombrada y dijo: ¡qué cosa más linda!, pues tal parece que las estrellas abandonaron el cielo y aterrizaron en la Tierra. Luego de ahondar en el origen de la imagen, la cual fue tomada a finales de la década del noventa del siglo pasado, la interrogante surgió y la luz se hizo más tenue: ¿cuán “lindas” son realmente esos millones de luces artificiales que, en mayor o menor medida, iluminan nuestras ciudades?

EL FENÓMENO

Actualmente la contaminación atmosférica por el dióxido de carbono, derivado de las centrales térmicas de producción de electricidad, las industrias y los automóviles, es la principal responsable del efecto invernadero que amenaza el equilibrio climático de la Tierra; sin embargo, el “dejar volar a la imaginación” y no poner límites al uso de la energía eléctrica en el alumbrado de exteriores se ha convertido en la causa de una nueva amenaza medioambiental que, de acuerdo con los expertos, podría eliminar la noche.

El fenómeno ya tiene nombre y, aunque las campañas para controlarlo aumentan con el paso de los años, las acciones aún no se concretan.

De acuerdo con la Asociación contra la Contaminación Lumínica, Cel Fosc , el término engloba los “procesos de emisión de flujo luminoso de fuentes artificiales nocturnas en intensidades, direcciones, horarios o rangos espectrales innecesarios para la realización de las actividades previstas en la zona en la que se instalan las luces”, la cual es detectada frecuentemente como el brillo del cielo nocturno producido por la mala calidad del alumbrado exterior, tanto público como privado.

Datos expuestos en el texto Midiendo la Contaminación Lumínica, publicado en la revista Tribuna de Astronomía y Universo, muestran que los focos de contaminación lumínica derrochan entre un treinta y un cincuenta por ciento de la energía que consumen, con los consiguientes residuos gaseosos (CO2) y nucleares generados para producir una energía que finalmente no se utiliza.

“El fenómeno de contaminación lumínica o luminosa, como también se cataloga, puede manifestarse de diferentes maneras; primeramente mediante la llamada dispersión hacia el cielo, la cual a simple vista se puede apreciar en el halo luminoso que se forma en el cielo de las grandes ciudades; otra manifestación es la intrusión lumínica que se puede apreciar cuando la luz artificial que viene de las calles penetra al interior de las casas; y por último está el deslumbramiento, que surge cuando la luz procedente de una fuente artificial actúa directamente sobre el ojo humano”, comentó el ingeniero físico Arnaldo Santisteban Hernández.

SUS CONSECUENCIAS

Las afectaciones provocadas por este tipo de contaminación ambiental no se limitan al entorno del lugar donde se produce la contaminación, ni a pocos metros a su alrededor; por el contrario, la luz se difunde por la atmósfera y su efecto se deja sentir hasta centenares de kilómetros desde el lugar de origen.

En Cuba, a pesar de no contar con grandes ciudades que muestren altos índices de iluminación, también existe contaminación lumínica.

El profesor Mario Alberto Arrastía, miembro del Laboratorio Didáctico de Educación Energética y Medioambiental del ISPEJV, plantea en un texto escrito hace varios años: “En Cuba, específicamente en la Ciudad de La Habana, el antiguo Observatorio del doctor Meri, donado al Instituto de Geofísica y Astronomía del Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente, que alberga un telescopio refractor de 60 cm de diámetro… ha visto limitadas sus posibilidades de observación debido al aumento de la contaminación luminosa y ambiental que ha traído como consecuencia la expansión de la ciudad y el aumento de su población en los últimos decenios”.

Según Santisteban Hernández, el emitir luz indiscriminadamente hacia el cielo ocasionará la desaparición progresiva de los astros que, de manera natural, adornan el paisaje nocturno. El especialista agregó que “muchos de ellos no tienen un brillo puntual como es el caso de las estrellas, pues al contrario son extensos y difusos, como las galaxias y las nebulosas, razón por la cual son los primeros en afectarse; aunque, con el incremento paulatino del brillo en el cielo, también las estrellas se verán afectadas”.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es la presencia en nuestros ecosistemas de cientos de especies que viven y se han adaptado a la oscuridad y que, al contrario de los seres humanos, no son capaces de cerrar puertas y ventanas a la hora del sueño. La contaminación lumínica rompe el equilibrio y las relaciones naturales entre el depredador y su presa, altera el reposo, inutiliza las estrategias de camuflaje y reproducción; además, altera sobremanera los ciclos biológicos de los seres vivos.

Pero, no pequemos en pensar que los únicos afectados son los animales y plantas, recordemos que el concepto de seres vivos también nos incluye. Las evidencias presentes en la literatura científica muestran el vínculo existente entre la exposición a la luz en horas de la noche con un aumento del riesgo de padecer determinados tipos de cáncer.

En una nota de prensa puesta en circulación por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, puede leerse sobre la imperiosa “necesidad de más estudios para evaluar los posibles riesgos potenciales de la luz nocturna en otros tipos de cáncer”.

PERO, ¿ESTAMOS A TIEMPO?

Muchas son las razones que justifican el empleo de la luz artificial en la noche, ya sea para ayudarnos a ver mejor, para brindarnos seguridad o para crear un ambiente más agradable a nuestro alrededor.  

 “No se trata de vivir a oscuras sino de emplear la iluminación con criterios de eficiencia y suficiencia”, dijo Santisteban Hernández a Cubahora; mientras aclaraba que “existen alternativas que permitirían combatir y minimizar la contaminación luminosa sin comprometer en lo absoluto la seguridad y protección nocturna; podríamos usar la iluminación nocturna sólo cuando sea necesario, apagando las luces externas cuando no se necesiten; otra opción en la que se insiste mucho, sobre todo en los países donde los grados de contaminación son elevadísimos, es el utilizar luminarias que dirijan la luz hacia abajo”.

El peligro es palpable, no se puede tapar tanta luz con un dedo. Las acciones por contrarrestar los daños son necesarias ahora, no mañana cuando el número de especies perdidas por la contaminación lumínica sea irrecuperable o cuando incrementen sus efectos negativos sobre la salud humana. Como dice el refrán: “Nunca es tarde si la dicha es buena”. Aprovechemos que este 2015 ha sido dedicado a luz y actuemos a favor de nuestro bienestar, ¿qué mejor momento?


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Claudia Hernández Rodríguez

Estudiante de Periodismo

Se han publicado 2 comentarios


loreta
 27/4/15 11:44

Resulta muy interesante conocer todo lo perjudicial que resulta la luz, cuando no se aprobecha debidamente, muy bueno este trabajo.

YO
 27/4/15 9:13

Que bueno que existan personas que se preocupen por la luz, y además por el buen empleo de esta.

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