viernes, 26 de abril de 2024

Los zapatos que calmaron un dolor de cabeza.

El regreso de viejas modas no es una novedad, lo retro muchas veces vuelve con mayor fuerza para prendar en los amantes del buen gusto...

Andrés Yunior Gómez Quevedo
en Exclusivo 19/04/2014
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zaptos a la moda
Algunos de estos modelos de 1930 están otra vez en boga desde hace un tiempo.

Mirando por puro ocio entre las páginas de una revista Carteles del año 1936 encontré una fotografía en la que se mostraban un conjunto de diferentes tipos de zapatos de hombre que estaban de moda en la época. Como gran amante de lo vintage me alegró constatar que algunos de esos modelos están otra vez en boga desde hace un tiempo. Algunas Cosmopolitan, Vogue y GQ más tarde consolidé el asunto.

Los especialistas internacionales de la moda retomaron el uso de los mocasines, las sandalias de tela con punta de “boca de pescado” como popularmente se les conoce, los zapatos puntifinos de dos tonos, incluso el charol, a la hora de confeccionar zapatos para el hombre. Es lo típico, es parte del carácter cíclico de la moda eso de rescatar algunas cosas de otros tiempos y aportarle el toque moderno.  

Los cubanos que no queremos quedarnos rezagados en nada también adoptamos la nueva tendencia, en un principio con los llamados shoes, que no son más que los mismos mocasines pero esta vez con diversos colores que podían ser combinados con la ropa. Estos zapatos venían lo mismo de Europa, que de Panamá, Ecuador, México. De pronto casi todos los hombres se las agenciaban para comprarse un par de ejemplares que oscilaban entre los treinta y cuarenta y tantos cuc. Y a pesar del precio (imposible para algunos, sacrificio de muchos, ostentaciones de otros) eran considerados baratos en comparación con los zapatos que ofertan las tiendas estatales.

Orlando Sánchez, quien se dedica a confeccionar zapatos de cuero, amablemente me explicó por teléfono: “Cuando me di cuenta de que se estaban usando este tipo de zapatos me dije, Orlando, tienes que empezar a hacerlos, el modelo es más sencillo, y además puedes venderlo a menor precio y así la gente comprará al momento porque es lo mismo, pero no tan caro. Además a la gente le gusta usar el cuero, lo mismo en manillas, mochilas, bolsos, sombreros, carteras, monederos y zapatos. Yo me dedico solamente a la zapatería, pero sé de esto porque soy el proveedor de varios stands de Ferias.”

¡Y Bingo! La idea de Orlando que fue también la de muchos otros avispados zapateros funcionó a la perfección. Empezaron a venderse estos mismos zapatos y sandalias en pleno apogeo pero en su versión cubana, una opción original y que tuvo muchísima aceptación por hombres de todas las edades.

Mario Castillo, estudiante de politécnico opinó: “Estos zapatos son como dicen por ahí, buenos, bonitos y baratos. Se ven bien, son bastante asequibles y duraderos, aunque como todo, si los cuidas. A mí me resolvieron mucho porque mis padres no pueden comprarme tenis en la tienda por lo caros que son, al menos los buenos, porque hay zapatos y tenis que no son tan caros pero hay que ver lo malos que son, se rompen en menos de un mes, algunos están podridos o calcinados, y para colmo, tampoco son bonitos.”

Una vez más el dilema de la competencia entre lo que ofertan los cuentapropistas y lo expuesto en las tiendas estatales. Existe ya una enorme desconfianza del público hacia las tiendas, aunque cabe apuntar que no es generalizada, pues muchos ahorran para poder costearse un par de zapatos en alguna boutique o tienda de Hotel. Pero otra vez caemos en la misma competencia: los precios. Es evidente que los cuentapropistas, de manera empírica, han hecho sus estudios de mercado bien aterrizados en el contexto y con pretensiones un poco, solo un poco más limitadas para satisfacer las demandas del pueblo y a la vez resolver sus ganancias.

Yaimí López, vendedora de zapatos de cuero en el municipio 10 de Octubre señaló: “Hay mucha demanda de este tipo de zapatos, ahora mismo no tanto como al principio, pero se siguen vendiendo principalmente por los precios, que oscilan entre los 200 pesos cubanos hasta los 300, 350 y algunos casi 400, que no es lo mismo que pagar 30, 40 o 50 cuc, porque medianamente es lo que valen muchos zapatos por ahí, y estoy hablando de los cuentapropistas que venden zapatos importados, porque si te hablo de las tiendas puedes encontrarte lo mismo un par que te cueste 30 cuc, pero también cuando empiezas a buscar calidad o belleza, hay que ajustarse porque los precios suben desde 60, 70 o más de 100 cuc. Eso es abusivo porque en este país casi nadie gana ese dinero, y hay que ahorrar o inventar para poderse dar esos gustos, bueno, no tanto gustos como necesidad.”

Y aquí Yaimí tiene muchísima razón, no es una cuestión de gustos sino de pura necesidad que por haber tenido tan difíciles opciones de ser satisfecha se fue convirtiendo gradualmente en lo que llamamos “un lujo”.

Si bien el andar con lo último es considerado un lujo en todo el planeta, el hecho de calzar para un hombre en nuestro país es casi un dolor de cabeza, y al respecto José Maldonado, profesor de ciencias de una escuela secundaria básica argumentó: “Como profesor tengo que mantener una estética que vaya acorde con la ética del educador, y para ello uno debe vestir de manera correcta, los zapatos entran dentro de este conglomerado, lo cual se vuelve un dilema muchas veces pues entre el salario que no alcanza y las opciones que existen no hay una verdadera coherencia, por lo tanto uno tiene que irse por lo más asequible, y estos zapatos de cuero son lo mejor en ese sentido. Combinan con ropa no deportiva, se ven bien, y además la calidad es bastante buena, si bien a veces tienden a desgastarse un poco en los bordes y en la punta porque la suela no bordea todo el zapato sino que empieza un poco más adentro, pero todos los zapatos tienen un talón de Aquiles ¿no?”

Bastante oportuna y certera la jocosidad de José. Y el llamado “dolor de cabeza” le toca lo mismo a este profesor, que a un médico, a un informático, a un gastronómico, a un estudiante, a un ingeniero, a un chofer, a un periodista, en fin, que hay dolor de cabeza para todos los hombres cubanos cuando de zapatos se trata.

Otro detalle curioso es la proliferación de zapatos de la marca Zara, que se ha ido haciendo bien popular en nuestro país, ya sea por las piezas originales como por las copias. Dato que no pasó por alto en los empíricos estudios de mercado hechos por los cuentapropistas. Entonces es bastante fácil encontrarnos con cientos de hombres y hasta mujeres que andan con un par de Zara. Aunque cabe apuntar que también existen cintos, pulóveres, y distintas piezas que ostentan la etiqueta de la marca.

Ante este detalle, un comprador justo después de probarse el calzado me respondió: “Estos zapatos son lo máximo, no se sienten en los pies porque son muy cómodos, te los puedes poner sin medias porque no hacen ampollas, al menos a mí no me las han hecho, y para trabajar son bastante funcionales por lo sobrios que son. Lo otro, es que no son tan diferentes de los originales, así que los puedes llevar cómodamente sin miedo a verte como dicen por ahí de bajo costo”.

También los zapatos dos tonos han vuelto a las calles. Ya no tan combinados con un pantalón de vestir y un saco como a la antigua usanza, sino más bien con jeans, pulóver o camisa. Todas estas tendencias internacionales están siendo adaptadas por nuestros zapateros cuentapropistas para satisfacer las demandas de un público ávido de ofertas asequibles ya sea para lucir bien, o a la moda, o al menos apropiadamente.

Este calzado de cuero a precios menos irrespetuosos para nuestra población ha venido a resolver un asunto delicado en la estética masculina, pues ¿acaso olvidan el mito ese de que una de las cosas en las  que primero se fijan las mujeres es en los zapatos del hombre? El dilema ya no es tan grande, por lo menos tenemos nuevas opciones más alcanzables, gracias una vez más a los cuentapropistas.

Quizás no son legítimos Armani, Gucci, Oscar de la Renta, Lacoste, Dolce & Gabbana o Zara,  pero son legítimos zapatos cubanos hechos por y para cubanos (aunque también he visto extranjeros comprándolos y usándolos, los menos, pero cuentan).  Como hombre y consumidor de este tipo de calzado puedo afirmar que estos son los zapatos que calmaron un dolor de cabeza.


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Andrés Yunior Gómez Quevedo


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