viernes, 26 de abril de 2024

Acompáñame a estar sola

La soledad puede ser un recurso imprescindible para construir o reconstruir el yo, un espacio ideal para aclarar algunas contradicciones internas y recapacitar sobre ilusiones y metas anheladas...

Mayte María Jiménez
en Exclusivo 04/01/2013
1 comentarios
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La soledad, salvo excepciones, es una experiencia indeseada similar a la depresión y la ansiedad.

Si eres de las personas que comienza este nuevo año sin pareja, ya sea porque aún no toca a tu puerta el amor, o porque has vivido una ruptura en el 2012, no te sientas mal. Aunque muchas personas temen a esos momentos de soledad que sorprenden en la vida, estos pueden ser un espacio muy necesario de reencuentro con uno mismo.

Se trata de un estado vivencial que implica sentirse física y emocionalmente solo con uno mismo, relacionado por una parte con vivencias positivas del hombre dadas por momentos o períodos de meditación, esparcimiento y creatividad a solas, y por otra, con vivencias negativas de pesar, angustia, y melancolía, así como una sensación de aislamiento, vacío e incomprensión del ser humano consigo mismo.

En este laberinto de sentimientos encontrados, que se teje en la vida cuando aparece la soledad, la edad no es condicionante alguna. Como personas diferentes no todos la vivenciamos ni la aceptamos de igual manera, pues la mayor parte de las veces tememos a ella.

Es un proceso relacionado intrínsecamente con la comunicación, la autopercepción y la autovaloración que tiene la persona de sí misma, una situación que, si bien es recomendable en algunas etapas de la vida, deberá ser transitoria, y no debe percibirse como traumática.

Aunque la soledad puede estar relacionada con cualquier estado o sentimiento, una de sus expresiones más comunes se experimenta en las relaciones personales cuando, por circunstancias diversas de la vida se pierde a la pareja, o sencillamente pasa el tiempo sin que encontremos a la persona ideal, o alguien que nos acompañe.

Pero, ¿por qué nos sorprende, es necesaria en una etapa de la vida, acaso estar acompañados a veces no provoca sentirnos solos? Hago estas preguntas porque muchas veces confundimos la normalidad de ese período de reencuentro con uno mismo, necesario para todos, con un estado depresivo que puede tornarse peligroso.

COMIENZO DE CERO

Para algunas personas la soledad está asociada con una sensación de aislamiento, vacío, de incomprensión con uno mismo e incluso con las personas con las que comparte diariamente.

Sin embargo, según los especialistas, este sentimiento puede ser un recurso metodológico imprescindible para construir o reconstruir nuestro yo, un espacio ideal para «conversar con la almohada», y aclarar muchas contradicciones internas, y recapacitar sobre ilusiones perdidas.

Los psicólogos y terapeutas señalan que la soledad puede manifestarse en aquellos individuos que, a pesar de desear una pareja o compañía íntima no la poseen, y los que, si bien tienen compañía física sienten un vacío existencial que se manifiesta como carencia de una persona en quien depositar expresiones de afecto.

En la medida en que el individuo va madurando, va aprendiendo a coordinar lo que él busca, con lo que le es posible alcanzar, y adquiere hábitos comunicativos indispensables para lograrlo.

La soledad bien puede convertirse en un momento especial para esos instantes de reflexión, tan necesarios para conocernos a fondo, y encontrarnos sinceramente con nuestra identidad. En esta  batalla el individuo debe dialogar con sus miedos, en vez de tratar de ignorarlos, o quedarse bloqueado por ellos.

Los psicólogos aconsejan es conveniente equilibrar los momentos en que nos expresamos y atendemos a otros, y los que dedicamos a pensar en nuestras cosas.

Se trata de una mirada introspectiva, donde se busca el cómo somos, las ilusiones y ambiciones, limitaciones y miedos. Saber quién quiero ser, cómo me ven, cómo me veo.

La soledad es un estado que puede formar parte de los actos creativos y de las reflexiones más profundas del hombre, pero cuando se asume como única opción y se convierte en un comportamiento cotidiano, la persona puede confrontar trastornos psicológicos más o menos severos, que pueden afectar la personalidad.

Cuando el ser humano se encierra en este mundo, acompañado solo de sí mismo, «cada nuevo intento da más dolor». Es decir, la posibilidad de recuperar la conexión con el mundo, de reencontrarse con la sociedad se hace más difícil, tanto psicológica como emocionalmente.

La literatura especializada describe que la soledad es una temática recurrente, sobre todo entre los adolescentes y jóvenes, quienes la describen  como momentos desagradables y experiencias negativas.

Comúnmente en la adolescencia se vivencian sentimientos de abatimiento, cuando el joven aún confronta preocupaciones acerca de sí mismo, y tiende a fantasear en torno a la vida.

Quienes viven estos momentos de soledad, muchas veces al intentar integrarse a un grupo, cambiar de ambiente, de escuela, centro de trabajo, o de hogar, y en especial, y tras la ruptura de una relación de pareja, las cosas pueden no resultar.

Entonces los más jóvenes experimentan una extraña sensación de que no existe nadie más en este mundo, y que ha llegado el momento preciso para una autorreflexión: una parada obligada para saber adónde vamos y qué queremos.

REENCUENTRO CON UNO MISMO

Para enfrentar estas etapas y superarlas es esencial la autoestima. Según los expertos la manera de aceptarnos en la vida, predispuesta por factores como la timidez o la inseguridad, lleva a muchos a buscar ansiosamente un reconocimiento y con ello un miedo excesivo al rechazo cuando se entablan nuevas amistades o amores.

Solo así, sin enajenarse del mundo real, podrá conocerse a través del autoanálisis, meditar sobre la vida, y las personas que le rodean. Acompañado solo de sí mismo podrá formar su autoimagen, y plantearse el sentido y concepción del mundo, sin que llegue el silencio del desamor.

La soledad remueve los rincones del corazón, por lo que es también necesaria para tener experiencias en las que no participan de manera directa otros individuos, y la persona se reconoce mejor.  

A pesar de ser el hombre un ente social, en contacto directo con su comunidad, en determinados momentos de la existencia requiere de esta ave caprichosa para pensar sobre sí mismo.

No se trata de recrearse amargamente en lo que hubiera podido ser, sino empezar a rehacer la vida con optimismo, autonomía, libertad y responsabilidad.


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Mayte María Jiménez

Periodista del Diario Juventud Rebelde y editora del Suplemento En Red, dedicado a Ciencia, Salud, Tecnología y Medio Ambiente. Aborda temáticas relacionadas con juventud, sociedad, salud, ciencia, economía y otros tópicos de la actualidad nacional de Cuba. Coautora del libro Periodismo incómodo: la cuadratura del círculo, de la Editora Abril

Se han publicado 1 comentarios


pedro
 15/2/13 13:28

saludos coriales la edeicion es muy buena

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