viernes, 26 de abril de 2024

Una leyenda cienfueguera: la Dama Azul

La aparición en la Fortaleza de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua de una mujer alta, elegante, vestida de brocado azul y con un velo transparente está arraigada en el imaginario popular...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 24/10/2013
5 comentarios
Castillo de Jagua
“Aquel castillo fue el escenario para una leyenda".

Quizás lo que yo narre a continuación le parezca descabellado a alguno que otro receptor. Pero, con toda la consideración de quien me lea, dígase que está arraigado en el imaginario popular como artículo de fe.

La Fortaleza de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua es la negación de lo que suele considerarse como usual, acostumbrado. Sí, habitualmente, una fortificación se edifica para defender un asentamiento humano previamente establecido. Pero, en este caso, el enclave militar antecedió en más de setenta años a la población de Fernandina, más tarde Cienfuegos.

Y aquel castillo, junto a la hermosísima bahía, fue el escenario para una leyenda que no sé si clasificar como romántica o terrorífica.

EL CASTILLO

Durante los siglos inaugurales, el Caribe y sus inmediaciones fueron un auténtico hervidero de los “bandoleros de la mar”. Se vivía arma sobre el muslo y se dormía con un ojo abierto. Un vecino de Cuba, en una carta, dijo: “Aquí se pelea todos los días”. (Anótese esto, como un remoto y curioso antecedente de la bien conocida combatividad del cubano).

Lo extenso y accidentado de nuestro litoral, las frecuentes contiendas de España con otras potencias europeas y el relajo que caracterizó a la administración colonial, hicieron posible que Cuba fuera constante punto para recaladas de naves corsarias o piratas. (Si a bordo se requería el reabastecimiento de agua, leña o alimentos, ahí estaba disponible la costa cubana).

La esplendorosa bahía, ubicada en la comarca que nuestros indiecitos nombraron Jagua, tenía como asidua presencia a los merodeadores marinos. Además, era lugar de predilección para el llamado comercio de rescate, el “contrabandeo”, quizás la primera reacción criolla de libertad, ante la asfixiante y expoliadora política comercial metropolitana.

En 1733, la Real Compañía de Comercio de La Habana se propone edificar allí una fortificación, labor que queda a cargo del ingeniero militar Joseph Tantete Dubruller, quien la entregará, ya lista para el combate, doce años después.

Aquella joyita de la arquitectura renacentista fue edificada con gigantescos sillares, provenientes de las canteras de Pasacaballo, con un grosor de más de un metro de ancho.

Don José Castilla Cabeza de Vaca fue el primer comandante de la fortaleza. Él y su esposa, doña Leonor, fueron enterrados en ese mismísimo lugar.

LA LEYENDA

Todo comenzó con la presencia de una rara ave, de procedencia desconocida, blanca y de gran tamaño, que sobrevolaba el Castillo de Jagua girando en espiral, mientras graznaba.

Como respondiendo a la misteriosa ave, emergía, filtrándose de las paredes de la capilla, una sombra femenina, un ectoplasma: mujer alta, elegante, vestida de brocado azul guarnecido de joyas y con un velo transparente de igual color que flotaba en el aire.

La fantástica aparición se repetía, atemorizando a los soldados que guardaban el castillo —hasta a los más curtidos veteranos—, que por no enfrentarse con la misteriosa presencia se resistían a cubrir las guardias nocturnas.

Sí, gente bragada ante terrenales enemigos, andaba temblando de pavor por culpa de la bella aparición.

Había entre la tropa un caso excepcional: el alférez don Gonzalo, quien gritaba que él sí no le temía a vivos o a difuntos.

Una noche, estaba el temerario don Gonzalo de guardia. Y, cuando el reloj del castillo daba la primera campanada de las doce de la noche, vio surgir de la pared de la capilla, avanzando hacia él, a la que los soldados habían bautizado como “la Dama Azul”. Refrenando sus nervios, el alférez salió al encuentro de la aparición.

Al amanecer, los soldados encontraron a don Gonzalo tendido en el suelo, en un letargo, y a su lado una calavera, un manto azul y su espada partida en dos pedazos.

Aseguran que el joven, tras regresar de su pérdida de conciencia, pero extraviada la razón, terminó sus días en un hospital de dementes.

Y, según dice la gente, la Dama Azul en Cienfuegos sigue haciendo de vez en cuando sus apariciones, hasta que llegan los primeros rayos de la aurora y se pierde en el boscaje del inmediato caletón.

Es más, hay quienes juran que la Dama Azul es el fantasma de doña Leonor, que no resiste la ausencia de su amado, el primer comandante de la fortaleza.


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).

Se han publicado 5 comentarios


Je´sus Núñez Pérez
 27/10/20 10:39

Hace años asistí a la Jornada de la cultura del Castillo y tuve la dicha de ver representada la leyenda en el Castillo del Jagua, que me marcó hasta hoy, es una de las cosas mas hermosas que visto...no se si aún se mantiene la tradición de representar la leyenda en cada jornada de la cultura...y a las 12 de la noche...

Ricas07
 9/8/18 21:30

Yo tube un dueño femaciado parecido a esta leyenda es por eso q empese a invedtigar sobre ese sueño tan real q pade sin nisiquiera saver q existia una leyenda asi

Pablo Hormigos desde FB
 24/10/13 16:06

amo a mi cuba querida , y amo a su pueblo

Mari
 24/10/13 13:51

Cuando visité el Castillo de Jagua en Cienfuegos, me contaron esta leyenda!!

Yannia Baro desde FB
 24/10/13 12:18

Hermosa leyenda esta

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