sábado, 27 de abril de 2024

Transformación en los barrios: la comunidad como protagonista

En el proceso de transformación integral de los barrios, es la comunidad quien traza el camino a recorrer...

Laydis Soler Milanés en Exclusivo 28/09/2021
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Amanecer CDR, Cuba
Mejorar los CDR es una tarea larga que empieza desde la cuadra. (Fernando Medina Fernández / Cubahora)

La transformación integral de los barrios es una prioridad del gobierno cubano. Así lo demuestra, por ejemplo, los procesos de transformaciones sociales que se realizan en 62 comunidades de los 15 municipios de La Habana.

Aún así, el hecho de que la comunidad participe no solo en la identificación de las problemáticas, sino que sea también parte activa de la solución, no es cosa nueva que haya comenzado en el 2021.

Precisamente, sobre este tema y a propósito del Día de los Comité de Defensa de la Revolución (CDR), Cubahora conversó en exclusiva con Giselle Armas Pedraza, profesora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y acompañante en el proceso de transformación en los barrios, en particular en el municipio Playa de la capital.

¿Cuál es la diferencia entre intervención y transformación de los barrios?

La intervención es un concepto que explica o anuncia un proceso que se va hacer en una comunidad, donde un grupo de personas externas, es decir, ajenas a la comunidad, con un estímulo para trabajar le hacen el proceso más real: lo ejecutan, diseñan ese espacio y no necesariamente convocan a la población, no necesariamente la comunidad se apropia de lo que está sucediendo. Por lo tanto, incide en que la actividad que se haga no sea sostenible en el tiempo.

Mientras tanto, la transformación comunitaria busca en esta transformación social el impulso para generar desarrollo humano que implica una transformación en el contexto y el entorno. De ahí que esa transformación comunitaria sea un concepto muchísimo más amplio. Es un momento para estimular de alguna manera la participación de la comunidad en el diseño, en búsqueda de soluciones, en el proceso de transformar su comunidad y, sobre todo, en la ejecución de las actividades.

Por tanto, podemos decir que el objetivo del proceso de transformación comunitaria es potenciar autotransformación social en los barrios, democratizando el gobierno local a partir del trabajo articulado de las organizaciones políticas y de masas y redes comunitarias ancladas en los territorios.

¿Es la transformación de los barrios un proceso nuevo? ¿Por qué ahora tiene más visibilidad que antes?

Los procesos de transformación comunitaria no son nuevos, son procesos que vienen caminando desde décadas atrás. Eso sí, son procesos que, necesariamente, han ido cambiando con el decursar de la historia en Cuba en desde distintas instancias y espacios también.

Son muchas las experiencias que se han venido desarrollando, sobre todo, el tema del trabajo comunitario. A lo mejor no se mencionaba tanto ese nombre, pero sí existían desde mucho antes procesos que trabajan el desarrollo de sus comunidades desde distintos ámbitos ya sean socioculturales, ambientales, de estímulo del estímulo de los valores patrios o desde el punto de vista estético, desde el feminismo. En este sentido, el trabajo comunitario es una herramienta fundamental para que la comunidad ejerza el Poder Popular.

Las comunidades han sentido la necesidad también de hacer una apuesta por que sean quienes generen el desarrollo de la misma, ya sea material o espiritual. De ahí que haya experiencias como los talleres de transformación integral de barrios que articulan varios proyectos culturales comunitarios y que capacita a la comunidad, forman y aglutinan a ese liderazgo, a esa movilización desde las bases.

También están en la experiencia sociocomunitaria, que desde la cultura estimula la participación y la recreación de la comunidad y se amplía así la cultura, no solo como un consumo cultural sino como un elemento central en el desarrollo del pueblo y que va a ser de utilidad social.

Así mismo, existen proyectos muy importantes en estos tiempos que organizan a las mujeres también para enfrentar algunas manifestaciones de discriminación que aún existen en Cuba como la violencia de género. En estos proyectos empoderan a las mujeres para trabajar y salir de ese círculo de la violencia. Hay otras experiencias como las de educadores populares junto a la asociación de pedagogos de Cuba que articulan varias de estas experiencias.

Los proyectos no puedo mencionarlos todos, pero sí es importante destacar que, desde la institución, desde la misma sociedad civil, también desde los procesos de las organizaciones ya se hacía trabajo comunitario. ¿Qué pasa ahora? Es que se anuncia y se está visibilizando aún más. Hay más acompañamiento y se retoma como el barrio como lugar estratégico, como espacio fundamental de democracia socialista. Además, es importante destacar que el Partido ha apoyado el trabajo en las comunidades con figuras como comisiarios políticos, núcleos zonales y con esa unidad de fuerzas profundizan el trabajo comunitario.

¿Cómo se identifican las problemáticas de los barrios? ¿En qué medida participa la comunidad en las soluciones?

Existen diversas formas hacer diagnósticos en las comunidades para identificar las problemáticas. En el caso del municipio Playa, por ejemplo, donde nos encontramos acompañando, nos apoyamos en todos los diagnósticos de han realizado los delegados, que durante su ejercicio de Poder Popular. Pero quisimos además hacer un diagnóstico participativo, es decir, que lleva el nombre de la participación como elemento central: es la comunidad la que identifica sus necesidades, la que diseña y planifica las actividades que pueden desarrollar para mejorar sus problemáticas.

Es la comunidad también quien define cuáles son las características que estimulan y motivan al mismo tiempo que se analizan los problemas que tienen, los prioriza. En este sentido, es importante entender el diagnóstico como una primera fase, como un primer momento para trabajar en conjunto con la comunidad, que la comunidad sea la que trace el camino.

Por tanto, es importante también saber trabajar desde la heterogeneidad de la comunidad, entender que no todos son iguales y, como consecuencia, los mecanismos para estimular la participación, no son iguales. Hay que generar aquellos mecanismos en donde ellos se estimulen y quieran participar.

Así, la participación es más que estar allí, es más que la consulta de las opiniones: es diseñar, soñar y, sobre todo, ejecutar las acciones. Cuando logramos esa relación de ver las necesidades sentidas, que no siempre son materiales sino también desde el punto de vista espiritual, culto, entonces se puede participar de una manera más orgánica para que resuelvan sus problemas.

En las comunidades del municipio Playa, donde he estado acompañando, se han identificado las debilidades comunitarias que están, sobre todo, asociadas a la indisciplina social, la desvinculación de los jóvenes del estudio y el trabajo, el acceso y la calidad de los servicios, flujos migratorios ilegales, entre otros.

Ahora bien, también se reconocieron las fortalezas de esas comunidades, una cuestión fundamental para incentivar el sentido de pertenencia con el barrio y encontrar motivaciones. En este sentido, destaca que son comunidades ricas en tradiciones y movimientos culturales, se identifican como solidarios y con una fuerte identidad barrial y reconocimiento de hechos histórico de importancia nacional.

Así mismo, en la etapa de planificación, la comunidad ha sido capaz no solo de identificar el problema, sino también de proponer las soluciones y priorizar la ejecución según sus necesidades. Precisamente, en ese camino de la ejecución es que estamos trabajando ahora.


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Laydis Soler Milanés

Periodista, amante de la literatura y de la buena música.


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