El derecho a un nivel de vida adecuado

“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado”. De aquí se entiende que se le asegure la salud y el bienestar, la alimentación, el vestido, la vivienda, los servicios sociales necesarios y una mejora continua de sus condiciones de existencia. Este es uno de los derechos humanos básicos. Por ello el primer objetivo de desarrollo sostenible de la OMS es poner fin a la pobreza en todas sus formas en el mundo.

Sin embargo, pese a las acciones que se emprenden para erradicar la pobreza, las diferencias entre países desarrollados y países en vías de desarrollo son inmensurables. En los primeros, la tasa de mortalidad es de 8-9 personas por cada 1000 habitantes, la mortalidad materna es de 20 por cada 1000 y la mortalidad infantil es de 2-3 por 1000 nacidos vivos. Mientras que en los países de bajos recursos la mortalidad asciende a 42-48 por cada 1000 habitantes, la mortalidad materna es de 440 y la infantil de 70-100 por cada 1000 nacidos vivos.

Las inequidades no se quedan en el plano de la salud. Según un análisis de la Celag en 2020 a América Latina y el Caribe, cerca de la mitad de su población son trabajadores informales. Existen amplias brechas digitales ya que solo 4 de cada 10 hogares cuentan con conexión de banda ancha fija y los accesos individuales a Internet móvil no superan el 50%. El 44% de los niños de la región no tienen acceso a la educación a distancia en el marco de la pandemia por COVID-19. Cerca de 55 millones de hogares están en condiciones de precariedad habitacional, por lo que las viviendas son poco aptas para el aislamiento. Solo el 65% de la población latinoamericana tiene acceso a agua potable, aunque la región cuenta con el 31% de las fuentes de agua dulce del mundo. El trabajo doméstico y de cuidados recae sobre la mujer y las poblaciones aborígenes y afro-descendientes son más proclives a la pobreza y al contagio por COVID-19.

Aunque este no es el caso de Cuba, estas estadísticas son una realidad que no se puede ignorar. Me hace cuestionarme ¿Hasta qué punto se respetan los derechos humanos en el mundo?

Mientras que el 44% de los niños latinoamericanos no pueden recibir clases a distancia porque no cuentan con los recursos, en Europa LaLiga y PortAventura invertirán 160 millones de euros en un parque temático de fútbol para el 2021. Mientras que casi la mitad de los hogares de América Latina están en malas condiciones, en Estados Unidos, Integrated Capital anunció este julio del 2020 la culminación de un proyecto de renovación del hotel DoubleTree que costó miles de millones de dólares. 

Estos son solos algunos ejemplos. Sería imposible nombrar todos los proyectos millonarios que se realizan, incluso en países pobres, pero son proyectos hechos por una minoría adinerada y para esa minoría adinerada.

Según el Comité Español de ACNUR si de cada 100 euros ganados por una persona en un país rico le da 1 a una organización humanitaria, en menos de 20 años no habrá pobreza en el planeta.

Pero ¿qué podemos hacer entretanto los que vivimos en condiciones no privilegiadas? ¿Esperar a que los ricos compartan? ¿Esperar a que decidan renunciar a los beneficios que sacan de explotarnos?

El último capítulo de la serie “La Revolution” comienza con el siguiente pensamiento:

“Toda la vida he visto a hombres humillados, amenazados, y a mujeres arrojadas al lodo. Percibía la ira silenciosa en su interior. Todos los días la veía crecer en sus corazones. Lo que los poderosos no saben es que un día esa ira se fusionará. No es una predicción, es una certeza. Se alzarán las voces de miles de personas anónimas y dirán: No, ya no me someteré. Y los esclavos de ayer serán los rebeldes de hoy”.