Queridos amigos:
Este diciembre se cumplen 12 años de aquellas largas, brutales e injustas sentencias que nos impuso una Jueza de la Corte de Miami.
Recuerdo cuando llegué a la penitenciaría de Florence, el crudo frío invernal de aquel febrero del 2002. Iba con aquella sentencia de vida a cuestas. Ingresaba en lo que algunos reclusos llamaban “el cementerio de hombres vivos”. Muchos de los que allí conocí estaban destinados a morir en esa penitenciaría o en cualquier otra prisión del sistema federal. Sus posibilidades en las Cortes de lograr una fecha de salida eran nulas.
Algunos ya habían cumplido mucho tiempo encarcelados. La violencia era el pan de cada día dentro de aquellos muros. No era facil encontrar a alguien que pudieramos llamar un tipo pacífico, tranquilo. Casi todos arrastraban un hecho violento en su récord, fuera y dentro de la cárcel. Personas con desajustes mentales abundaban en aquel lugar.
Recuerdo que en algunas conversaciones con los presos más veteranos varios de ellos afirmaban: Cuando se llega a los 15 años es que comienzan a aflorar los trastornos psicológicos y físicos, nadie puede aguantar tanto tiempo, ahí es cuando “la prisión es prisión”.
Y, bueno, estamos en el decimosexto año de nuestro cautiverio sin el menor síntoma de locura ni el menor vestigio de pesimismo. Todo lo contrario, cada día estamos más claros y somos más creativos, cada día nos sentimos más optimistas y serenos.
Me atrevo a decir que jamás recluso alguno ha recibido la cantidad de cartas que han llegado a nuestras manos desde todas las latitudes del mundo, durante este prolongado encierro; cartas llenas de hermandad y de amor. Esas muestras de solidaridad no se han detenido ni han disminuido desde que se dio a conocer nuestra situación en el 2001 a nuestro pueblo y al mundo. Sabemos que solo cuando los cinco regresemos a casa se detendrá esa inmensa ola de solidaridad.
La ruda prisión nos ha demostrado que un hombre inocente, con convicciones puras, querido por su pueblo y por tantos amigos jamás perderá su cordura ni dejará que se quebranten su integridad y su moral, así lo pongan en la celda más aislada en la que lo puedan poner.
No podemos pasar por alto que hoy día en la penitenciaría de Victorville, un “cementerio de hombres vivos” como el de Florence, cumple una cruel y totalmente injusta sentencia de dos cadenas perpetuas nuestro hermano Gerardo. Su ejemplo de firmeza, de dignidad, de humanidad y de optimismo ha de estar presente en la lucha cotidiana por vencer con amor, razón y entereza la colosal injusticia.
Dijo Jose Marti: “Un principio justo desde el fondo de una cueva puede más que un ejército”.
Llegue a ustedes nuestro eterno agradecimiento por su apoyo gigante y constante, que nos hace ser resistentes y nos hace sentir libres.
!Feliz Año Nuevo 2014!
!Viva la Revolución en su 55 aniversario!
Les deseamos salud, felicidad y éxitos en sus metas.
ATA UNA CINTA AMARILLA
Bajo la lluvia del tiempo,
entre nuestras dos heridas,
por donde viene la luz
ata una cinta amarilla.
En el balcón de tus sueños,
en el árbol de la esquina,
en tu puerta que es mi puerta
ata una cinta amarilla.
Para que la vea el mundo
como una flor encendida,
a la punta de una estrella
ata una cinta amarilla.
Aunque sé cuanto me amas,
cuanto es tu vida mi vida;
aunque bien sé que me esperas
ata una cinta amarilla.
Cinco abrazos fuertes.
!Venceremos!
Antonio Guerrero Rodríguez
24 de diciembre de 2013
Prisión Federal de Marianna.
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