viernes, 26 de abril de 2024

Juan Gualberto Gómez: excelente patriota y periodista

Fue el amigo de José Martí; el hombre del 24 de febrero de 1895 en Cuba y el periodista en cuyo honor se distingue el trabajo excepcional de un año en la prensa cubana...

Narciso Amador Fernández Ramírez en Exclusivo 06/03/2018
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Juan Gualberto Gómez, periodista y patriota cubano
Durante los primeros treinta años de la República, esa de Generales y Doctores, el venerable cubano se mantuvo al margen de cualquier politiquería.

José Martí, quien fuera amigo suyo y le confiara la más difícil y responsable de las misiones: insurreccionar a Cuba, por órdenes expresas del Partido Revolucionario Cubano y del Generalísimo Máximo Gómez, al valorar su personalidad escribió: “Es joya grande y el único que prepara en masa la opinión. El excelente Juan Gualberto Gómez”.

Como Martí, fue periodista, y como el Apóstol, un patriota entregado en cuerpo y alma a la independencia de Cuba, hasta su poster aliento en la madrugada del 5 de marzo de 1933, a la edad de 79 años.

Nació libre de vientre esclavo, pues sus padres se encargaron de comprarle la liberad antes de su nacimiento. Pudo ir a estudiar a París y allí descolló su notable inteligencia, junto a su amor a la Patria oprimida y al periodismo, una profesión que abrazaría con apenas 20 años de edad y que nunca más abandonaría.

El propio Juan Gualberto contaba que fue su amistad con Francisco Vicente Aguilera, entonces Vicepresidente de la República de Cuba en Armas, quien le hizo abrazar de manera definitiva el patriotismo que tantas veces brillaría luego a lo largo de su existencia: “Mi maestro en el amor a la independencia es Francisco Vicente Aguilera”.

En 1879, conoce a José Martí en La Habana y funda su primer periódico, La Fraternidad. La admiración mutua fue inmediata y sellarían una amistad que no terminaría hasta la muerte del Héroe Nacional cubano en Dos Ríos.

Durante la Tregua Fecunda, el periodista Juan Gualberto se dedica a abogar por la abolición de la esclavitud y por la igualdad entre los hombres, un deber que puso a igual altura que la independencia de su Cuba. El hijo de esclavos sentía una deuda con sus hermanos de raza y, por el bien de ellos, libró enconados debates periodísticos, que le hicieron ganar justa fama de polemista brillante.

En 1892, Martí acude de nuevo a su amigo para levantar el espíritu revolucionario en la Isla. Juan Gualberto aceptó solícito, y desde entonces se convirtió en el centro de las labores conspirativas del Partido Revolucionario Cubano (PCR) dentro de Cuba.

A él llegaría dentro de un tabaco la orden de alzamiento fechada el 29 de enero de 1895, y firmada por el Delegado José Martí y por el Generalísimo Máximo Gómez. Fue Juan Gualberto quien escogió el día 24 de febrero para lanzar a los cubanos de nuevo a la manigua, al ser domingo y, en específico, primer domingo de carnaval.

Junto a un grupo de patriotas cumplió el compromiso de insurreccionar la Isla con la mayor simultaneidad posible y marchó a Ibarra, en Matanzas, donde días después sería capturado por los españoles y de nuevo deportado a España.

Regresó a Cuba al terminar la guerra, y como delegado participó en la Constituyente. Su verbo ardiente y su patriotismo inmaculado, unido al prestigio de ser el hombre de Ibarra y el amigo del desaparecido Apóstol Martí, lo hicieron liderar los debates contra la Enmienda Platt, de la cual fue siempre su acérrimo opositor.

Leonardo Wood, gobernador militar de la Isla en el primer periodo de ocupación, temió a Juan Gualberto, tanto como lo odió; de ahí esta despectiva frase sobre el insigne patriota cubano: “Hay unos ocho, de los treinta y un miembro de la Convención, que están en contra de la aceptación de la Enmienda. Son los degenerados de la Convención, dirigidos por un negrito de nombre Juan Gualberto Gómez, hombre de hedionda reputación así en lo moral como en lo político”.

Durante los primeros treinta años de la República, esa de Generales y Doctores, el venerable cubano se mantuvo al margen de cualquier politiquería, sin que su nombre se manchase con ningún gesto indigno.

Y hasta su último aliento fue el símbolo de la juventud cubana que inspirada en sus ideales y conducta intachables se empinaba en la lucha antimachadista.

En su honor se otorga un premio periodístico a la labor excepcional de un año, el reconocido Premio Juan Gualberto Gómez. Y cada 5 de marzo hay una peregrinación a su tumba en el cementerio de Colón.


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Narciso Amador Fernández Ramírez

Periodista que prefiere escribir de historia como si estuviera reportando el acontecer de hoy


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