lunes, 29 de abril de 2024

Demajagua, un viaje que inspira patria y entrega

Un viaje en el tiempo hacia una de las zonas más icónicas de la nacionalidad…

Adriana Mani Benítez en Exclusivo 10/10/2023
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Carlos Manuel de Céspedes y la Demajagua
Al amanecer del 10 de octubre, la campana del ingenio sonó para reunir a los presentes, Carlos Manuel de Céspedes dio lectura a la proclamación de la independencia conocida como Manifiesto del 10 de octubre. (Tomada de uneac.org.cu)

El 10 de octubre de 1868 en el ingenio Demajagua, hace 155 años, Carlos Manuel de Céspedes inició la lucha por la independencia nacional y libertó a sus esclavos, sumándolos a la contienda. Así, comienzan las gestas independentistas decimonónicas, la insurrección anticolonial y la revolución cubana.

Como antecedente de esta fecha, existía en Cuba un descontento por la política colonial de la metrópoli española. Para la década de 1860, era latente un proceso conspirativo organizado mediante las logias masónicas que se extendían por Santiago de Cuba, Jiguaní, Bayamo, Manzanillo, Holguín, Las Tunas, Camagüey y Las Villas. La preparación de esta conspiración antecedió a la Junta de información de 1867.

El fracaso reformista de la Junta solo confirmaba lo que los independentistas defendían de antemano, con España no había posibilidad de solución a los problemas de Cuba. España era un freno para el desarrollo y la prosperidad de la Isla. La metrópoli con el tutelaje colonial solo provocaba asfixia en la economía con los recios impuestos para mantener a la península; miseria para una fértil y rica isla junto a una fuerte represión desatada por el capitán general Lersundi.  En 1868, la única opción para el pueblo cubano y los independentistas era la lucha armada para librarse del yugo español y alcanzar la independencia cubana.  

En tanto, los conspiradores cubanos coincidían en la necesidad de luchar por la independencia, pero diferían en cuál era el momento adecuado para comenzar dicha gesta. Un grupo quería aguardar el momento preciso donde se contará con suficientes recursos, armamento y mayor organización, mientras el otro grupo defendía lo impostergable de lanzarse a la lucha para aprovechar la circunstancia de descontento general existente. Transcurrieron varias reuniones secretas entre los conspiradores orientales y camagüeyanos para concordar una fecha. El marcado carácter regional, que caracterizó a nuestra primera gesta, resultó en que mientras algunos aguardaban mejor fecha –como los camagüeyanos- los manzanilleros acordaron alzarse para el 14 de octubre y otros en el oriente se manifestaban espontánea y abiertamente en contra de la metrópoli.

Carlos Manuel de Céspedes ante una delación y la posibilidad de su detención, conocida por un telegrama llegado a Bayamo, adelanta el alzamiento independentista.  El 9 de octubre varios de los conspiradores manzanilleros se reunieron en el ingenio Demajagua. Al amanecer del 10 de octubre, la campaña del ingenio  sonó para reunir a los presentes, allí Carlos Manuel de Céspedes, además de darle la libertad a los esclavos y convidarlos a la lucha, dio lectura a la proclamación de la independencia conocida como Manifiesto del 10 de octubre.

En la mañana del 10 de octubre, se escuchó al Padre de la Patria afirmar que Cuba no puede prosperar porque estaba seguro que bajo la tutela española no iban a disfrutar del franco ejercicio de los derechos. Para ello, organizan la gesta al nombrar a un jefe único, eliminan el pago de los impuestos instituidos por España y declaran la emancipación de los esclavos bajo el pago de indemnización. Dispone que estas medidas son transitorias hasta que la nación ya libre de sus enemigos, se constituya de la forma más acertada.

Este documento es esencial para el estudio de nuestra historia patria porque expone las razones para lanzarse a la lucha, los principios revolucionarios y organizativos de la guerra. A partir de este momento, se inician las gestas independentistas, se desenvuelven los combates y acontecimientos de las guerras independentistas cubanas, que tras treinta años de lucha resultan en el derrocamiento del colonialismo español en la Isla.

Al adentrarnos en el 10 de octubre, este análisis objetivo de los acontecimientos no se compara a cuando tienes la posibilidad de visitar y experimentar el lugar donde se desenvolvió el alzamiento. El ingenio Demajagua en el oriente del país, lugar protagonista de los sucesos del alzamiento de 1868, es un paisaje único.

En Cuba, hay lugares en que te impacta la belleza que tiene nuestra patria y uno de ellos es Demajagua. Al llegar sorprende la confluencia de las dos naturalezas, hay un camino ancho en el cual avanzas para arribar al sitio histórico. Caminas y al lado derecho observas el mar alejado, pero visible, un mar en calma, color azul celeste y tu asciendes por un camino de un monte con un verdor característico de ese lugar. El recuerdo más agradable es la brisa fresca, la brisa constante que te da la sensación de mucha libertad.

Cuando te acercas a las ruinas del ingenio, se te descubre un pedazo de tierra que resguarda un simbolismo único de amor patrio, de defensa de los ideales de la libertad, del deber que tiene cada cubano de defender sus principios de independencia. Mientras más avanzas, te percatas que el ingenio está como en una punta de la isla o esa es la impresión que tienes, hasta que ves la gran rueda debajo del árbol frondoso, se te acaba el camino y te impresionas al recordar haberla visto varias veces en fotos o en la imagen de Céspedes sujetando la bandera tricolor. Pero la sensación es diferente al verla tan real. Y te acercas lentamente y en silencio observas la rueda encadenada al árbol, como encadenada al tiempo y a la eternidad, con una solemnidad, la que corresponde por los patriotas que sacrificaron su vida y sus propiedades por el ideal de la patria libre.

En mi visita, pregunté por el encadenamiento de la rueda al árbol. Un anciano, nativo de allí, me mostró como aquel primer árbol de Céspedes se secó por el decursar del tiempo, fue cortado y a su lado nació otro de la misma especie y como la historia rara vez se equivoca este nuevo árbol, solo, de manera natural, encadenó en su tronco la misma rueda, símbolo de nuestra lucha por la independencia.

Al anciano le brillaban los ojos al contarme esta historia, pues él estaba convencido de que ese gesto de la naturaleza confirmaba lo justo y veraz de la lucha de nuestro pueblo cubano y que los espíritus de nuestros patriotas que estuvieron ese día 10 de octubre salvaguardaban a Demajagua del olvido y protegían a nuestra patria de todo mal. Yo solo afirmé, pues al estar ahí lo sentía como contundentemente cierto.

Antes de irme y a escondidas, siguiendo el consejo de un grande del patrimonio en Cuba, toque la rueda de hierro con la yema de mi dedo índice. A pesar del ambiente húmedo debajo del árbol estaba caliente, lo aprecié como muestra de la persistencia de las ansias de libertad de nuestro pueblo y el sacrificio por mantener nuestra soberanía nacional.

 Nunca más he vuelto a regresar, pero cuando pienso en el 10 de octubre, me recuerdo allí en Demajagua y rememoro las sensaciones. Demajagua es uno de esos lugares mágicos de Cuba donde se respira libertad, calma, tranquilidad y sobre todas las cosas, patria. Es un lugar donde te sientes enorme y orgullosamente cubano.


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Adriana Mani Benítez

Vicepresidenta Primera de la Unión de Historiadores en Villa Clara


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