Yoga también es unión (+Fotos)

El grupo, que fluctúa en integrantes de un día a otro, pero que siempre abre un sitio para cualquier interesado, ha bautizado al espacio como La terraza del viento; y en la Biblioteca Provincial José Martí, las tardes de los miércoles y los viernes sirven de medio para conectar a los practicantes con su ser y adentrarlos un poco más en el sentido de la existencia.

En la vorágine que acompaña la vida en el siglo XXI es preciso tomarse un instante para respirar y encontrarse con uno mismo, pequeños detalles que hacen más llevadero el ritmo acelerado que imponen los extensos horarios de trabajo y necesidades de todo tipo a las cuales dar respuesta, a veces, sin muchos modos para ello.

De ahí que conectar mente y cuerpo, calmar a la primera y fortalecer mucho más al segundo, constituyen premisas para hábitos de vida saludables y armónicos, prácticas que pueden contrarrestar el estrés, la ansiedad y así un cúmulo de enfermedades que vienen aparejadas con estos padecimientos.

En Santa Clara, Lucía Pozzo es la instructora de yoga, una joven proveniente de la provincia de Córdoba, en Argentina, y que cursa una maestría en Desarrollo Social Comunitario en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas.

Acá en la urbe santaclareña surgió a demanda, dice Lucía. Yo venía con la experiencia de haber dado clases en mi tierra, una amiga se enteró e hicimos nacer la iniciativa. Al principio como un encuentro más íntimo, pero luego se corrió la voz y hemos llegado a tener hasta 15 practicantes en una clase.

El yoga es, conceptualmente, un sistema de prácticas físicas y espirituales de meditación que se originaron en la India y que, aporta Lucía, nos ayuda a tomar conciencia de lo que es vivir, de lo que es respirar, de lo que es existir y sobre todo calmar la mente: toda enfermedad es agitación de la mente y con la conciencia que aflora a través de la práctica es que logramos generar esa calma y mejorar nuestra calidad de vida.

Las tardes referidas el yoga que se ejercita en La terraza del viento, y que por lo general es el más difundido en Occidente, busca llegar a esa armonía mediante el trabajo corporal con el logro de las diferentes posturas y que profundiza, aunque en menor medida, en la meditación y relajación.

Lo fundamental sería pues, que no hay limitantes para incursionar en él, su particularidad radica en esa capacidad de adaptarse a cualquier persona y a cualquier edad y es ese poder de incluir lo que lo hace especial.

En Occidente fue introducido por gurús del yoga provenientes del territorio hindú y ha alcanzado popularidad también porque sus beneficios son fácilmente palpables.

Un estudio de 2012 llamado Yoga in America reportó que en Estados Unidos alrededor de 20 millones de personas lo practican y una encuesta llevada a cabo en 2014 en España arrojó que hasta un 12 por ciento de los habitantes de la nación ibérica acuden a sus asanas (posturas)
al menos una vez por semana.

En Cuba, además de en Santa Clara, hay grupos de yoga en La Habana, Cienfuegos y Ciego de Ávila, aceptación que confirma lo extensivo de su fama y sus efectos positivos en la salud física y mental.

El yoga, concluye Lucía, es sobre todo una vivencia: no es suficiente con leer acerca de ello y estudiarlo, la conciencia aparece a partir de vivirlo. Así que, ¿te sumas?