El estadio Santiago Bernabéu, solventó las tradicionales e inescrupulosas pugnas de los “barras bravas” argentinos, tanto dentro como fuera de las instalaciones futbolísticas. Y sobre la grama del feudo del campeón europeo Real Madrid, el conjunto River Plate mostró su condición de favorito y se impuso 3-1 a Boca Juniors, para alzarse con la Copa Libertadores, de la Conmebol.
Atrás quedaron las pedradas, botellazos y petardos lanzados por los violentos hinchas al ómnibus del equipo Xeneize, cuando debía disputar el partido de vuelta, en rol de visitante, en el estadio Monumental. La Conmebol y la federación argentina, que no acaban de concretar medidas radicales para eliminar a estos “inadaptados”, debieron sacar de territorio sudamericano, la final de la Copa, por temor a que se repitieran los lamentables sucesos que provocaron ese traslado. Entonces, este pasará a la historia como el “partido del exilio”, o algo parecido.
Madrid, que no quería la repetición de imágenes como la de una madre que le introducía bengalas en su cuerpo a su hija, antes de entrar al estadio Monumental, sí cumplió con las medidas de seguridad previstas. No hubo altercados en ningún lugar, y el club Millonarios se alzó con su cuarto título en la Copa Libertadores, en un partido de mucha entrega e interés competitivo por parte de ambos, pero de poco fútbol.
El duelo de ida había terminado con empate 2-2; pero en este certamen, no se computan doble los goles como visitante, por lo que el partido llegaba totalmente igualado.
Los balonazos largos, la ruptura del avance rival a pura patada y la poca idea en el trabajo sobre la media cancha y cerca del área chica, caracterizaron un duelo pletórico de imprecisiones, en el que se vio, incluso, al arquero del Boca irse hacia la portería rival en pos de cabecear un tiro de esquina, a falta de ¡ocho minutos! para el final de la prórroga, porque el juego no vio decisión en los 90 minutos reglamentarios.
Y entre tanto “dale al que no te dio”, transcurría el minuto 43 cuando un balón largo en profundidad de Nández –sin dudas, lo mejor por el cuadro Xeneize-, fue bien recibido por Benedetto, que dribla al gigante y pegador Maidana, y define perfecto ante la salida del arquero Armani, para poner delante a Boca. Así se fueron al descanso, tras una primera mitad en que River tuvo más la pelota, pero no fue capaz de inquietar al portero Andrada. En tanto Boca, al contraataque, llegó tres veces con peligro ante Armani.
En la segunda mitad, hubo más de lo mismo: poco fútbol, mucho corre-corre, zancadilla tras zancadilla y requerimientos a (casi) todos por el experimentado árbitro brasileño Andrés Cunha, quien participó en el Mundial de Francia 2018. No había fútbol, trazos que no llegaban a su destino y el bullicio en la grada.
Pero en el 67, llegó el empate y el inicio de la remontada de River, con la mejor jugada de combinación atacante de todo el partido. El centro perfecto de Montiel le cae cómodo al avezado ariete Pratto, que le pegó bien a la pelota y fusiló a Andrada.
No hubo más goles y ese empate 1-1 obligó ir al alargue. El partido se decidió apenas iniciarse el primer tiempo extra, cuando en el minuto 92, el volante de recuperación colombiano Wilmar Barrios recibe la segunda tarjeta amarrilla y se va de la cancha. Boca se queda con diez hombres… y River recoge la renta con par de goles, para el 3-1 definitivo.
El cuadro Millonario aprovechó la superioridad numérica y llegaron las dianas del colombiano Quintero, en el minuto 108, y de Pity Martínez, en el 120+1, cuando el cancerbero Andrade andaba en busca de cabecear una pelota en la portería de River. Con este resultado, River Plate consiguió su cuarta corona en Copa Libertadores. Boca Juniors exhibe seis en sus vitrinas.
River abrió la Boca, en partido “del exilio”
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