El circuito Norceca sigue resultando un alivio para el maltrecho voleibol cubano. Esta vez fueron los varones del sub 21 los encargados de devolver la alegría a los fanáticos, al quedarse con el oro en el Campeonato regional de la categoría tras derrotar 3-0 (29-27, 25-21 y 25-2) en el choque definitivo a su similar de Canadá.
Más allá de la corona, la cita dejó también como preciado botín la clasificación del equipo al Campeonato Mundial Sub 21 a celebrarse el próximo años 2015, boleto conseguido desde el sábado cuando salieron airosos de la fase semifinal.
El evento, celebrado en El Salvador, coronó a los discípulos del histórico Pavel Pimienta, quienes apenas cedieron un set en su partido inicial ente la selección mexicana, para luego solventar todos sus encuentros por la vía expedita, el último en apenas una hora y 21 minutos.
En esta ocasión los cubanos comenzaron su bregar en el grupo C de la lid, en el cual ganaron su pase directo a semifinales al derrotar sin contratiempos a México, Estados Unidos y Nicaragua —por ese orden—, para luego disponer de Puerto Rico en las semifinales.
En el plano individual de la competencia el estelar acomodador Ricardo Calvo fue escogido como el jugador más valioso de la justa salvadoreña, respaldado por sus excelentes decisiones que fueron definitorias en el desenlace de los partidos.También dentro del cuadro de honor estuvieron los ya reconocidos Osmany Uriarte (Mejor Atacador), Abraham Alfonso (Mejor Servicio) y completó el cuarteto Luis Sosa (segundo en bloqueo).
Sin embargo, justo es decir también que no era otra cosa lo que se esperaba de estos jugadores, especialmente después de la actuación realizada en el tercer nivel de la Liga Mundial de Voleibol 2014, escalón que dominaron los antillanos a pesar de —por cuestiones organizativas— culminar finalmente en el puesto 21 del torneo, máximo premio al que pueden aspirar los incluidos en la tercera división.
Para tener una mejor idea agreguemos que, de 11 voleibolistas participantes en el Norceca Sub21, siete habían integrado el forzosamente renovado elenco de mayores que compitió en la Liga de este año. Lo cual constituyó la piedra angular de la superioridad mostrada por los monarcas, quienes poco tuvieron que esforzarse para finiquitar un torneo que casi nada exigió para ellos.
De ellos siete, cinco fueron inamovibles dentro de la alineación regular presentada por Pimienta a lo largo de todo el torneo (Ricardo, Abraham, Chapman, Uriarte y Jimeno); en tanto Osniel Rendón e Inovel Romero tuvieron presencia continua sobre la cancha como jugadores de cambio.
Además del lógico regocijo por los resultados, tales triunfos traen aparejadas algunas esperanzadoras suposiciones: primero, que esta generación de jóvenes posee una indudable calidad, sello que caracteriza la escuela cubana de voly; y segundo que, si se mantienen en Cuba, podríamos tener —una vez más— un equipo en extremo competitivo.
Al mismo tiempo, y ante la inmovilidad demostrada —al menos la visible—, esta nueva hornada de jugadores despierta también un temor lógico: ¿volverá a repetirse el ciclo que por más de una década ha llevado la sangría de nuestras selecciones nacionales de voleibol, una y otra vez?
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