sábado, 27 de julio de 2024

¡No se rindió!

El luchador cubano Yasmany Lugo se sacudió del pasado, y ganó medalla de plata, en uno de los podios que se recuerdan con más mérito...

Rafael Norberto Pérez Valdés en Exclusivo 17/08/2016
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Ha puesto un espejo en el que debemos mirarnos. ¡El de no rendirnos nunca..! ¡El de persistir..! Eso es lo primero que viene al teclado cuando vamos a escribir de una medalla de plata ganada este martes (16 de agosto) en la lucha grecorromana de los Juegos Olímpicos Río 2016. El cubano Yasmany Lugo se sacudió de una historia que hace unos años, en 2009, le comenzó sonriendo. Y después, hasta unas horas atrás, le mantuvo una mueca caprichosa. No solo pareció caprichosa: Quizás fue injusta…

El pinareño, ahora en la división de los 98 kilogramos, llegó en agosto de 2009 a la ciudad turca de Ankara, para competir en el campeonato mundial juvenil. Y allí terminó… ¡con la medalla de oro! Tenía 19 años de edad. En el horizonte todo parecía prometedor. Pero no lo fue. Un mes después lo llevaron al certamen del orbe para adultos, en la ciudad danesa de Herning: lugar 30. Bueno, era todavía un juvenil, pudo pensarse entonces. Pero lo que no se podía avizorar entonces era todo lo gris que ocurrió después…

No estuvo en los mundiales de Moscú 2010 y Estambul 2011. Y tampoco convenció a los entrenadores para ser el escogido rumbo a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. ¡Todo ese tiempo entrenando en el gimnasio del Cerro Pelado! Sudando. A veces ayudando en la preparación a Mijaín López (pese a que son de divisiones diferentes). Volvió al mundial de Budapest  2013: trigésimo segundo. Y al de Las Vegas 2015: decimonoveno. Repetimos: Hace un año fue relegado al decimonoveno lugar.

Pero no se rindió. Y siguió entrenando. Sudando. Confiando. Esperando una próxima competencia. Otra oportunidad. No deben haber sido pocos los que pensaron estaba perdiendo el tiempo. Voy a hacer una confesión en aras de la sinceridad periodística: Llegué a tener no pocas dudas con su futuro… Lo de veras importante es que él sí confió. Lo acaba de demostrar.

¿Hace falta escribir que no era dado entre los cubanos de posibilidades para llegar al podio ahora en Río 2016? No parece…

CAMINO A LA GLORIA

¿Hace falta también escribir que esa persistencia lo llevó a tener ya un lugar para siempre en la historia olímpica? No parece…

El motor se fue calentando poco a poco: en las dos primeras peleasse impuso sin conceder punto alguno.

La primera victoria la consiguió ante el chino Xiao Di, medallista de plata asiático. Le marcó dos puntos. Y cuando estuvo en la posición de cuatro puntos supo defenderse. Lo mejor estaba por llegar…

Cuando volvió a salir al colchón tuvo enfrente a un rival de primera línea: el iraní Ghasem Rezaei, campeón de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, tres veces medallista en mundiales (plata en Las Vegas 2015, bronce en Bakú 2007 y Tashkent 2014). Ah… Rezaei lo había derrotado en Las Vegas 2015. Era pues una revancha.

El primer asalto resultó muy cerrado. Pero en el segundo salió decidido a no dejar escapar su momento, su momento tan esperado, su ahora o nunca… Le sacó cuatro puntos. Lo hizo con velocidad de piernas. Y mucha fuerza. Y mucha determinación.

Vamos a repetirlo: ¡Eliminó al campeón olímpico de Londres 2012!

En la semifinal dejó a un lado al sueco Carl Fredrik Stefan Shoen, con pizarra de 2-0.

Y por el oro tuvo que medirse a un hueso, el mejor en los últimos  años: el armenio Artur Aleksanyan, 24 años de edad, bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, campeón de los dos últimos mundiales (Tashkent 2014 y Las Vegas 2015), plata en Budapest 2013. Y ahora también inobjetable monarca olímpico en Río 2016.

Aleksanyan se vio superior. La pizarra reflejó un 3-0. Esa plata, por cierto, dejó a Cuba como la campeona del estilo grecorromano (dos de oro-una de plata-ninguna de bronce), por encima de la poderosa e históricamente laureada Rusia (2-0-1). Sí… ¡es una hazaña!

Pero, qué manía…

¿Será que uno muchas veces no queda del todo conforme?

¿Pudo concentrarse un poco más en la final?

¿Le pasó, como ocurre tanto, como al floretista Tulio Díaz en el mundial de Budapest 1986, que se conformó ya un poco con la plata? Si fue así, no podemos asegurarlo, que aprendan de ello otros deportistas…

¿O será que realmente Aleksanyan no daba espacio para nada?

Sí escribimos esas preguntas, repetimos, es porque es bueno ser algo inconforme. Yasmany Lugo lo fue desde el año 2009. Y por eso ahora, después de ofrecer una lección impresionante de que se debe persistir, y no rendirse, tiene ya un lugar en la historia: ¡Es subcampeón olímpico! ¡Gracias por la lección! ¡Felicidades!


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Rafael Norberto Pérez Valdés


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