Mi Barranquilla: La Tuti del clavados

Subió hasta la plataforma como en cada jornada de entrenamiento y volvió a experimentar la misma sensación: diez metros abajo hay una piscina que espera porque mi cuerpo entre a ella como un alfiler. Solo que esta vez debía hacerlo perfecto si no quería pasar de ser una más de las ocho clavadistas que disputarían el cetro en esa modalidad.

En el equipo nacional, Anisley García perdió desde hace mucho tiempo su nombre. Todos le apodan La Tuti y su cumpleaños 16 el pasado 19 de enero fue un festejo inolvidable para ella, aunque ni siquiera imaginó que seis meses más tarde sería titular en los medios de comunicación y que todos los periodistas se amontonarían para entrevistarla y preguntarle el secreto de un oro que no estaba ni en el más atrevido de los pronósticos.

Pero el deporte sería muy aburrido sin acontecimientos inesperados o sorpresivos. La Tuti arrancó la primera ronda del evento con un salto aceptable de 65.80. Quizás el alfiler que esperaba el agua entró un poco ladeado, lo cual pudo corregir en el segundo intento con la mejor puntuación de la tarde para ella 68.80. Claro, sus contrarias mexicanas iban por delante en cuanto al acumulado, sin embargo, quedaba competencia todavía.

Llegó la tercera ronda y tras una pésima actuación de su rival más enconada, Viviana del Angel, la adrenalina de La Tuti subió para volver a pinchar la piscina con su cuerpo y ganar 66 cartones más. El sueño de la perfección comenzaba a hacerse realidad al colocarse primera en la pizarra, pero aún le quedan dos rondas.

El jefe del colectivo de entrenadores, José Antonio Guerra, se percató de que era urgente conversar con ella y pedirle calma. Nadie como él para hacerlo, pues es el único cubano con una plata mundial en esa plataforma imponente, para la cual hay que tener técnica, preparación física y sobre todo mucha valentía traducida en garra y “ovarios”, como se diría en el barrio de Centro Habana, donde nació La Tuti.

Un cuarto brinco otra vez estable (67.50) le llenó la cabeza de oro, pero no podía celebrar nada, pues ella era una inexperta y novata en estas citas enfrentando a clavadistas más ranqueadas y con medallas internacionales acostumbradas a remontar en los minutos finales, en el salto conclusivo.

Sin embargo, La Tuti no se dejó intimidar. Volvió hasta las alturas, estiró las manos y se lanzó dando vueltas con los pies encogidos hasta que agujereó por quinta ocasión la piscina del Complejo Acuático. Los jueces evaluaron 64.80 y fue suficiente para el acumulado de 332.90, solo 45 décimas menos que la mexicana.

A esa hora comenzó el jolgorio, la fiesta, la celebración de sus compañeros sobre ella. Desde Ponce 1993 ninguna mujer cubana había podido burlar el dominio de boricuas y mexicanas en esa prueba. Y La Tuti lo hizo para demostrar muchas cosas, incluso para ganar la apuesta con la comisionada Milagros González, a quien lanzaron todos a la piscina para empaparla también de oro.