Por: Dr.C. Francisco Enrique García Ucha
En el deporte la victoria y la derrota adquieren significados especiales, acordes a las subjetividades de los atletas.
Para algunos cierto éxito puede significar lo contrario en tanto acabe teñido de sentimientos negativos, fruto de su interpretación. La derrota, por el contrario, puede constituirse en triunfo si se alcanzó la meta y mejoraron las destrezas.
La importancia de estas nociones radica en su relevancia dentro del proceso de formación del deportista, y en el amortiguamiento de la posible frustración de los competidores.
Para los entrenadores es clave valorar el significado de los resultados positivos y negativos, en lo referido al esfuerzo individual realizado para obtener las metas de rendimiento.
Altos grados de esfuerzo deben recompensarse sin importar el logro de la victoria. Hablamos de una variable decisiva para el éxito. Su valor sobrepasa el grado de destreza del deportista.
Eso explica que equipos “predilectos” pierdan competencias: probablemente seleccionaron grados de esfuerzo inferiores a los necesarios para vencer a contrarios calificados como débiles.
Meditar sobre las consecuencias subjetivas del triunfo y la derrota deviene exigencia para los entrenadores contemporáneos. La segunda situación ocurre con más frecuencia, pues como norma solo tres de los participantes acceden al podio.
Incluso los grandes campeones lidian con el fracaso varias veces en sus carreras, pero suelen emplearlos para movilizarse en positivo. Son privilegiados por su optimismo, resiliencia, poder mental y autoconfianza.
Cuando estos mediadores no están presentes puede establecerse la desesperanza adquirida, como señala Seligman, según la cual el atleta se bloquea y difícilmente logrará vencer al contrario.
A lo anterior se une la visión del deportista sobre qué y cómo ocurrieron los acontecimientos competitivos. Definirá si la responsabilidad está en su actuación, en la del entrenador, en las condiciones climatológicas, en la suerte, en los árbitros, en la actuación limpia o sucia de los contrarios, etc.
Las tendencias en la atribución causal han sido desarrolladas inicialmente por Heider (1958), y luego ampliada y enriquecida por Bernard Weiner (1985, 1986). Está conectada con las repercusiones emocionales de los juicios de responsabilidad, con los sentimientos de culpa y los mecanismos de racionalización.
Weiner agregó el principal postulado del enfoque atribucional al estudio de la emoción, al afirmar que las personas hacen dos evaluaciones como norma: antes de interactuar con el estímulo y después del resultado producido en el ambiente.
Para Weiner la atribución es la causa directa de la emoción. Su teoría al respecto (1986) tiene que ver con las reglas a las que el individuo apela para explicar su conducta. Este modelo considera al ser humano como un procesador activo de información a través de procesos mentales complejos.
Entre los tipos de causalidad aparecen las siguientes: personal, impersonal, incontrolable, mitigada, ninguna suavización circunstancial y la asignación de responsabilidad. Todas deben recibir atención especial por parte del entrenador y psicólogo.
Esta teoría se integra a otra, la de metas de logro, y es recomendable leer el artículo titulado Análisis de las relaciones entre la motivación y las atribuciones causales en jóvenes deportistas, de Tomás García Calvo, Eduardo Cervelló, Pedro Antonio Sánchez, Francisco Miguel Leo y Leandro Navas en la Revista Latinoamericana de Sicología 42.1 del 2010.
Si bien he situado el tema desde la óptica de la sicología del deporte, existe otra perspectiva desde lo social que incita a considerar que en los deportistas y otros actores del campo el concepto de ganar ocupa un lugar preeminente por encima del deseo de jugar.
Así lo manifiesta el profesor Salorio: El fútbol que me gustaría ver es aquel de tres toques seguidos para colocar el pase a gol. Como hincha me gusta el fútbol atildado y bien jugado, pero es difícil que subsista en la época actual, en que el resultado pasó a tener la preponderancia. Jugar bien no interesa si no se gana. Comparto, en lo personal, su punto de vista.
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