¡Escándalo! Como volviendo al pasado en una máquina del tiempo. España, monarca exponente, modelo de juego y equipo, perdió otra vez en su debut, tal como en Sudáfrica hace cuatro años. La diferencia está en que aquello ya es historia, esta apenas comienza a escribirse. Sí, cedió nuevamente en su salida inicial a la cancha ante una selección europea. Cuentan que donde hay desquite no hay agravios, y salvando las distancias, esto hicieron los holandeses. Bailaron samba, a su forma, en tierras de campeones.
Y anotó en par de ocasiones uno que se lo debía, aunque nunca se perdone aquellos fallos, Arjen Robben. El hombre del Bayern Munich tomó la justicia por sus pies. ¿Sabrá Robben cuántas veces soñó con esta revancha en la que levantaba sus brazos y pensaba, en su feliz interior, gooooooooooooooool? Otro que también se había quedado por debajo de las expectativas hizo de las suyas. ¡Madre mía! La primera perforación fue de “recoge y vamos: llegó Robin van Persey”. Finalmente endosó par de dianas. Stefan de Vrij al 64 fue el otro elegido por el destino para aliviar las cargas casi un lustro después.
La anotación de los ibéricos, apáticos, aunque fieles a su juego, salió del botín de Xabi Alonso desde la línea de penal. Una máxima decretada tras una falta a Diego Costa, quien para mi gusto no debió saltar a la grama. Llegaba tocado, o al menos en baja forma deportiva. Muy lejos de sus mejores momentos se vieron los titulares universales.
La sorpresa, mucho más por la pizarra, ya levanta polémica. ¿Serán capaces los españoles de hacer la hombrada nuevamente, tras empezar con no sé qué pie? Tiempo al tiempo, el futuro, el mundial, dirá la última palabra. Por ahora, de escándalo, goleada de los tulipanes.
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