jueves, 28 de marzo de 2024

La fama de todos

El reconocido profesor Gustavo Rolle, junto a Filiberto Azcuy y Héctor Milián enaltecen a Cuba en el Salón de la Fama de la Unión Mundial de Luchas...

Rudens Tembrás Arcia en Radio Angulo 28/03/2018
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Mijain Lopez Roberto morejón
Mijaín López es un gladiador formidable, cuando se retire será exaltado al Salón de la Fama.

El padre de la lucha deportiva cubana, Gustavo Rolle Fernández (La Habana, 1942), acaba de ser exaltado al Salón de la Fama de la Unión Mundial de Luchas (UWW).

El galardón lo recibirá oficialmente a fines de octubre en Budapest, Hungría, en ocasión de celebrarse el próximo certamen universal de esta disciplina.

Sin embargo, Rolle no es un hombre famoso. Transita de aquí para allá con la naturalidad de quien ha trabajado para otros, para un país, y no para hincharse de vanidad. Por eso acepta decir que recibió la noticia con alegría, pero sus pensamientos “volaron” inmediatamente hacia los compañeros y familiares, sin los cuales su obra personal no hubiera sido posible.

La historia de este hombre, su impronta en casi seis décadas de ininterrumpida labor, sorprende por las tantas facetas en que incursionó: desde soldado hasta la alcurnia de un federativo.

En 1959, leyendo un diario, supo de la práctica de la lucha en el Casino Deportivo, actual Círculo Social Cristino Naranjo. Pensó que se trataba del estilo profesional, del tipo “cabeza de perro”, pero al llegar descubrió la variante amateur y se interesó.

Al poco tiempo compitió en un certamen nacional en los 79 kg y acabó segundo, válido para ser llamado a la preselección con vistas a los Juegos Centrocaribes de Jamaica 1962.

«Al final no hice el grado porque perdí con un luchador mejor», explica con convicción de justicia, mas esa fue la antesala de un decisivo viaje a la URSS en 1963, con el objetivo de estudiar en el Instituto Central de Educación Física. Allí aprendió “de lo lindo” y vivenció en carne propia la potencia soviética en la disciplina de los tackles y los agarres.

Al regreso comenzó a trabajar en la Escuela Superior de Educación Física Manuel Fajardo, sin perder su condición de atleta en activo. Nótese que en 1965 fue elegido para el Festival de Juventudes de Argelia, evento que al final fue acogido por Bulgaria y en el cual sufrió la lesión que canceló su carrera como deportista: una fractura de clavícula.    

Sin derrumbarse ante aquel acto del destino, Rolle entendió que su rumbo era ser entrenador y pasó a dirigir el plantel élite cubano, tarea que desempeñaría hasta 1982.

«Entre 1966 y 1967 funcionó la Escuela Nacional de Lucha, en el CVD Patricio Lumumba, con dos grupos de alumnos provenientes de las entonces seis provincias del país. Al mismo tiempo, otros profesores viajaron al campo socialista y recibimos acá a dos técnicos prominentes: el ruso Yuri Samiati y el búlgaro Jristo Marinov Dikov», rememora convencido de que tales acciones fueron claves para el desarrollo de la Isla en este ámbito.

A corto y mediano plazos llegaron resultados que validan esa apreciación: seis oros de ocho posibles en los Centrocaribes de San Juan 1966; el triunfo en los Panamericanos de Cali 1971; los primeros medallistas mundiales en 1978 (Bárbaro Morgan y Luis Ocaña); y el estreno de los juveniles en los podios universales hacia 1979, gracias a Raúl Cascaret, entre otros muchos logros.

Sin embargo, Rolle lamenta que no abrieran el medallero olímpico en Moscú 1980, pero afirma sin rodeos que no estaban aún a ese nivel. Eso sí, presume que en Los Ángeles 1984 o Seúl 1988 habrían inaugurado la cuenta, dada la madurez competitiva alcanzada en ese decenio por el propio Cascaret.

En reconocimiento a su labor fue promovido en 1982 a comisionado nacional y presidente de la Federación Cubana de Luchas, cargos que desempeñó hasta 1990 y 2008, respectivamente.

Su labor desde esos frentes incluyó el estudio de las debilidades de este deporte en el país, ante las cuales promovió modificaciones al reglamento interno y otras acciones con el fin de eliminarlas. Por ejemplo, para mejorar la lucha en la postura de cuatro puntos se estableció un tiempo extra en los combates de las lides domésticas, al tiempo que se instauró el sistema de todos contra todos para optimizar las competencias.

El funcionamiento en cada territorio de los grupos de ciencia y técnica, las reuniones de expertos y las visitas a cada Eide fueron prioridades que hasta hoy rinden frutos, expresados en la familia de especialistas diseminados por nuestra geografía.

En 1990 pasó a desempeñarse como director de alto rendimiento del Inder, cartera en que sobresalió a tenor de los resultados en los Panamericanos de La Habana 1991 y Mar del Plata 1995, los Olímpicos de Barcelona 1992 y los Centrocaribes de Ponce 1993, entre otras lides de alto rigor.

Al mismo tiempo fue elegido como presidente del Comité Panamericano de Luchas e integrante del Buró de la Federación Internacional de Luchas Asociadas (Fila), rango este último que mantuvo por 22 años, hasta que en el 2012 fue premiado con la condición de miembro honorario de la UWW.

Su impresionante hoja de servicios incluye el cumplimiento de otras tareas, como la asesoría del ministro de deportes de Venezuela (1997-2000) y la dirección técnica del deporte guatemalteco (2005-2008).

A los 76 años de edad su memoria sigue impecable, al punto de recitar las cifras de preseas obtenidas por nuestra lucha a cada nivel, agregando las provincias que aportaron esos lauros. Y sabe, al vuelo, las veces que un gladiador fue el mejor atleta de Cuba (13) y los incluidos entre los diez más destacados (32).

Recuerda el surgimiento del Cear Cerro Pelado, pues estuvo entre los fundadores, y una tarde no basta para oírle las anécdotas sobre su presencia en 11 juegos olímpicos, diez continentales y nueve regionales, y en unos 40 campeonatos mundiales.

Tampoco para desentrañar su presencia en la batalla de Playa Girón, en la lucha contra bandidos y en los días de la Crisis de Octubre, cuyas condecoraciones guarda con celo junto a otras otorgadas por el Inder, las FAR, la CTC, los CDR, la Fila, etc.

En cuanto a la actualidad de la lucha deportiva en Cuba, Rolle destaca la adaptación a los más recientes cambios aprobados y el alto nivel de las selecciones grecorromana y libre.

«Hoy somos la tercera potencia del mundo y podemos convertirnos en la primera, porque atletas y entrenadores hay para eso». Esa idea incluye al elenco femenino, pues «su paso es excelente y pronto se va a hablar mucho de esas muchachas».

¿El mejor luchador del planeta? «Mijaín López. Y si gana el cuarto oro olímpico será la más grande leyenda de la historia. Es un gladiador formidable, formado en un país pequeño y pobre del Caribe, de tez negra y familia humilde. Su carrera no tiene igual. Cuando se retire será exaltado al Salón de la Fama, un mérito que también debieran recibir Pedro Val y Raúl Cascaret», dice con evidente seguridad y emoción.

Las palabras finales de nuestro diálogo fueron para su esposa, hijos y nietos: «Lo han sido todo, sin ellos mi contribución a Cuba habría sido imposible. Rebeca (su compañera) llegó a mi vida meses después que la lucha, y “ambas” se han mantenido a mi lado contra viento y marea».


El profesor Gustavo Rolle Fernández. (Foto: Calixto N. Llanes).


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Rudens Tembrás Arcia

Periodista de Trabajadores


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