sábado, 27 de julio de 2024

Gira por Asia: necesaria, ejemplar y reveladora

La gira del team Cuba por Asia fue otro botón de muestra de nuestras falencias y le reveló a chinos y japoneses una nueva imagen del juego cubano...

Rafael Arzuaga Junco en Exclusivo 23/11/2012
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Logo del Tercer Clásico de Beísbol
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Ya está en suelo patrio la selección que, como parte de la preparación de Cuba para el III Clásico Mundial de Béisbol (WBC, siglas en inglés), disputó cinco partidos de confrontación en Taipei de China y Japón, con saldo de dos victorias y tres derrotas.

Con ellos aterrizaron en el aeropuerto José Martí muchas preocupaciones recogidas en los apuntes de los técnicos, entre las cuales no puede faltar la media de más de ocho ponches por partidos (42 en total), la necesidad de, una vez comprendida su importancia, ejecutar con precisión de reloj suizo las jugadas de toque de bola y hit and run; y el pensamiento técnico-táctico de los lanzadores.

Más de lo mismo que en los años recientes, puede decirse. A lo que se adiciona la incapacidad para hacer ajustes ofensivos en el transcurso de un desafío o en una misma comparecencia, las insolvencias defensivas versus rivales veloces en el corrido de las bases y la indeterminación acerca de cuáles son los lanzadores del staff y cuáles los del bullpen, y en torno a cómo ordenar en la medular del line up a Cepeda, Despaigne y José Dariel Abreu (al parecer, en la alineación de Víctor Mesa Yulieski Gourriel siempre será tercero).
Enumerados los problemas de siempre, cabe preguntarse si la gira por Asia fue más beneficiosa para Cuba, que para Taipei de China y Japón, como se ha dicho y escrito más de una vez por estos días.

A simple vista, sí, los cubanos fueron los más beneficiados, toda vez que aprendieron más de los asiáticos, carentes de slugging en sus filas, pero maestros en las artes del pitcheo, la defensa y la explotación de cada recurso —excepto la fuerza, claro—, cada falla rival, para llegar al home plate.

Esa valoración, sin embargo, es exacta solo en apariencias.

La verdad, creo que no. No fue mejor el saldo para las huestes de Víctor Mesa, que para sus rivales. Sí más provechoso para la pelota cubana, que para la china o nipona, que es asunto diferente.

En el mejor de los casos, las Thunder Serie y Samurai Serie sirvieron, “por idéntica magnitud”, a las tres armadas. Igual los de la Mayor de las Antillas, que los de los ojos rasgados hicieron cuentas claras de sus fortalezas e impotencias a poco más de tres meses del III Clásico Mundial de Béisbol (WBC, siglas en inglés), que para ahí miran todos.

Es más, digo que ofició como una experiencia más rentable para chinos y japoneses.

Me explico.

Cuba, no nos engañemos, afrontó el duelo con el mayor porciento de la mejor selección posible hoy… y también mañana. Excepto algunos cambios puntuales, la nómina que se inscribirá el tres de diciembre, a más tardar, y luego defenderá nuestros colores en el III WBC, no será muy diferente. Ni siquiera distará mucho del actual, el line up del próximo marzo, salvo, claro, imprevistos.

(¿Que cuáles pueden ser las modificaciones? Yoani Yera, por ejemplo, no debe vestir la casaca nacional y sí Miguel Lahera, Alexander Rodríguez o el zurdo —abridor o relevista— de mejor forma deportiva en el momento de la pausa en febrero venidero. Con seguridad se hará una revisión, otra, en segunda base. Y la receptoría deberá tener, ya sean dos o tres los convocados, a un catcher más ofensivo que Pestano, Frank Camilo y Yulexis La Rosa. Esos, más o menos, son puntos susceptibles de correcciones).

Y, por si no bastara, los jugadores llamados a integrar la supuesta suplencia en el supuesto “clásico” equipo, no tuvo suficiente oportunidad para probarse, si bien, hasta desde el banco se aprende en estos partidos.
Yasmani Tomás, Alexander Malleta, Yordan Manduley, Frank Camilo, incluso Michel Enríquez —al que se quiere poner a tope, según los propios técnicos, y a tenor con la fosa abierta por la ausencia de Héctor Olivera—, debieron tener más turnos ofensivos, compartir exigencia con los habituales y sentirse protagonistas, esto es titulares, en al menos dos de los cinco desafíos.

(Lo comento, pero no me sorprende. Aunque la intención era foguear a la selección, enfrentar a muchos de nuestros mejores peloteros contra un béisbol superior, con distancia, al que se juega hoy en Cuba —sobre todo el japonés—, siempre tuve la certeza, y lo escribí aquí en Cubahora, de que a la gira se iría a aprender y a ganar, dos juegos mejor que uno; no a aprender sin importar el resultado, que es como debió afrontarse esta oportunidad para, entonces, poder decir que para poder ganar mañana, valen las experiencias de las derrotas de hoy —no es lo mismo que decir para ganar hay que perder).

En contraposición, en este punto los de raza amarilla aprovecharon mejor el pulso, sobre todo Taipei, para mi la tercera potencia de ese continente (Japón y Corea del Sur están unos tres escalones arriba), que primero jugó con el equipo nacional ganador del cupo 15 para el III WBC (mire usted, ¡Brasil derrotó a Panamá y reservó el último pasaje!) y luego, por partida doble, encaró a los cubanos con una selección de jugadores de su liga profesional.

Quiere ello decir que los peloteros chinos y nipones vieron casi todo lo mejor del pitcheo cubano hoy (que será el de marzo, reitero) y sus lanzadores enfrentaron a los mejores artilleros cubanos hoy (que, repito, serán casi los mismos en el próximo WBC). Por el contrario, los antillanos se las vieron con serpentineros y bateadores que, quizás, no vuelvan a enfrentar nunca más, y sí a otros de mayor calibre.

La diferencia, aunque parezca pequeña es mucho más grande que los márgenes de los score ganadores (1x0 y 14x7) y perdedores (1x2, 0x2 y 1x3). Más, si agregamos que ambos países tuvieron chances de estudiar, otra vez, digo yo, a los jugadores cubanos, ahora con la tranquilidad y las ventajas de hacerlo en sus propios dominios.

Hay otra sutileza imposible de menospreciar. Ya en Cuba Yulieski Gourriel, José Dariel Abreu, Alexei Bell, Yadier Pedroso, Freddy Asiel Álvarez y compañía se incorporan a sus respectivas novenas para participar en la LII Serie Nacional que, aunque con su inefable sistema de competición, estará cualitativamente tan lejos de estos juegos de marras, que la distancia no podrá saltarlo ni el Iván Pedroso campeón olímpico en Sydney 2000.

Por tanto, así hagan un acto ilusionista a lo Criss Angel, el nivel individual, con tendencia al crecimiento ahora, bajará, asido a un lastre bien pesado, a las profundidades que un día tocó Debora Andollo. Y en febrero, cuando se pare el torneo doméstico, pues habrá que reiniciar, más que continuar, el proceso ahora interrumpido, para intentar llegar al III WBC con un nivel técnico superior al de ahora.

¿Quiero decir con esto que se dio un paso en falso al viajar a Asia para disputar cinco desafíos contra rivales bien calificados?

No, Cuba necesita de estas confrontaciones, como necesitan decenas y decenas de juegos de pelota los niños, escolares y juveniles cubanos que crecen fijando defectos y llegan en pañales a las Series Nacionales.

No, los aficionados cubanos, los niños, escolares y juveniles cubanos, los técnicos cubanos, los peloteros cubanos que juegan torneos municipales, provinciales o nacionales, Cuba toda necesita ver buen béisbol —que no el mejor, el mejor se juega en las Grandes Ligas de Es-tados Unidos—, porque el intento de mejorar el nivel de nuestra pelota pasa, también y principalmente —para decirlo a lo Cantinflas—, por conocer, avistar, estudiar, comprender, disfrutar “otras” pelotas.

A donde quiero llegar es a que los cubanos no tuvimos una lección de béisbol, más que los asiáticos. Ellos, chinos y japoneses, también tuvieron sus saldos. Para estudiar, valorar, sacar conclusiones y enmendar y subsanar, las victorias importan tanto como las derrotas.

Y si nuestra selección nacional tiene mucho margen de crecimiento, el de ellos es menor, porque se han vuelto artistas de la defensa (inclúyase pitcheo), pero igual todavía están distante de la perfección que, fieles a sus filosofías de vida, persiguen cada día.

En el ideal de los casos, Japón tiene todas las piezas para armar el jeroglífico táctico contra Cuba, a priori, su rival más fuerte en la primera ronda del III WBC; y Cuba tuvo otro botón de muestra de que su nivel está a la sombra del “béisbol samurai” y que las carencias de su pelota, expresadas en la selección nacional, tienen raíces tan profundas, que ni una gran actuación en marzo de 2013 las podrá desenterrar.


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Rafael Arzuaga Junco


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