martes, 16 de abril de 2024

Vivir sin vida (+ Fotos)

La violencia en Haití parece incontrolable, mientras continúan las incógnitas sobre el magnicidio de Jovenal Moïse...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 21/10/2021
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Haití - Violencia
La ciudadanía haitiana vive aterrorizada por el accionar de bandas de delincuentes que dominan Puerto Príncipe, la capital, y otras ciudades importantes

Haití, la llamada tierra de montañas donde existen importantes yacimientos de oro y plata, continúa envuelta en una crisis permanente donde la violencia imperante impone la huida de miles de personas, mientras las autoridades están al parecer impotentes para detener a las bandas criminales.De desesperante puede catalogarse la situación interna de la pequeña nación caribeña, donde quienes no emigran por distintas razones tratan de sobrevivir en medio del terror impuesto por grupos de delincuentes, a quienes algunos politólogos consideran que detentan, en estos momentos, el poder político.

El pasado domingo, el primer ministro haitiano Ariel Henry fue atacado por hombres armados cuando junto a otras autoridades iba a depositar la tradicional ofrenda floral en el distrito Pont-Rouge en recordación al asesinato del fundador de esa nación Jean-Jacques Dessalines. Henry se vio obligado a retroceder y suspender la ceremonia ante los disparos de miembros de la coalición de pandillas Gang (G-9) y trasladar sus homenajes para otros lugares de Puerto Príncipe, la capital.

La demarcación de Pont-Rouge es dominada por el G-9, comandado por el expolicía Jimmy Chérizier, alias “Barbecue”.Poco después del escape de la delegación oficial, “Barbecue” situó varias ofrendas florales en el monumento al emperador. Vestido de blanco, como es tradición en los mandatarios haitianos, el pandillero advirtió que el Ejecutivo fue advertido de no presentarse en Pont-Rouge.

Otro suceso estremeció a la ciudadanía cuando se conoció que también el pasado fin de semana 17 misioneros estadounidenses y canadienses —que se acompañaban de cinco niños de entre ocho meses y 15 años— fueron secuestrados por hombres armados mientras retornaban de un orfanato en Croix-des-Bouquets, un barrio dominado por la pandilla 400 Mawozo.Los delincuentes exigen el pago de 17 000 000 de dólares para devolver a los prisioneros, es decir, un millón por cada uno.

La actividad criminal en Haití aumentó tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse (Foto: Guetty Images).

El ministro de Justicia, Liszt Quitel, confirmó que la policía nacional trabaja junto al estadounidense Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) presente en Puerto Príncipe a petición del gobierno, para lograr su liberación sin rescate, indicó Radio Télé Métronome, aunque las posibilidades reales se alejan.

Los misioneros, 16 estadounidenses y un canadiense, son miembros de la organización Christian Aid Ministries, asentados en Ohio.La banda 400 Mawozo también estuvo detrás de la retención por casi un mes de una decena de religiosos en abril último, así como de la fuga de unos 400 reos de una prisión local. Este año, la inseguridad en Haití alcanzó índices muy altos. Se estima que unas 400 personas fueron secuestradas en los primeros seis meses de este año, y se agudizó tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio último.

HUIDA POR LA VIDA

Haití es un país de inmigrantes. Cada año miles de personas abandonan sus precarias condiciones de vida en busca de mejores posibilidades, pero son rechazados en su viaje hacia Estados Unidos, su principal destino, como ocurrió en fecha reciente en la frontera con México. La brutalidad y el maltrato contra los haitianos por parte de la guardia fronteriza norteamericana que los azotó con látigos como en la etapa de la esclavitud norteña atrajo la atención mundial hacia un conflicto diario en el tránsito migratorio.

Según registros, unos 3500 haitianos fueron repatriados y otros 12 400 sacados de los campamentos donde permanecían retenidos por las autoridades migratorias estadounidenses.Pero también la inseguridad empujó a otros miles a una ruta muy peligrosa, que pasa por Colombia y continúa en Panamá hacia territorio estadounidense.Alrededor de 19 000 migrantes, en su mayoría haitianos, quedaron varados el pasado mes en el municipio de Necoclí, en el departamento de Antioquía, donde también operan grupos armados paramilitares.

La inestabilidad política, económica y social en Haití ha desencadenado una crisis migratoria que afecta y preocupa a las naciones de la región (Foto:Guetty Images).

La presencia de los extranjeros causó la preocupación del director de la Oficina de Atención de Riesgo de Necoclí, César Zúñiga, quien declaró a medios colombianos su incapacidad material para atender a los haitianos que, estimó, seguirán llegando. Este año es catalogado de terrible para los haitianos. La inseguridad se tornó insoportable tras el asesinato de Moïse y el pasado 26 de septiembre del diácono Sylner Lafaille en la entrada de la Iglesia Bautista, en la Rue de la Réunion. La Oficina de la Protección Ciudadana (OPC) señaló en un informe “el deterioro marcado en materia de seguridad, tras el asesinato de Lafaille”, a pocos metros del Palacio Nacional.

NO SALE EL SOL

Reportes de representantes de La Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Haití, que trabajan como actores humanitarios, según la institución que durante años mantuvo allí misiones de triste recordación llamadas Cascos Azules, indicaron que no hay mejoría general en ese país azotado por un terremoto hace tres meses.

Según Fernando Hiraldo, líder del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, ahora también coordinador residente y humanitario en Haití, “los saqueos, cortes de carreteras y la presencia persistente de bandas armadas representan obstáculos para la asistencia a la población” estimada en 11 millones de personas, 4,3 millones de ellas con inseguridad alimentaria.

La desatención de las autoridades nacionales hace de la vida de los haitianos un infierno. A la crisis política se une la económica, expresada, entre otros índices, en la escasez de alimentos y combustible y un alto desempleo. Datos preliminares de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) indican que la economía insular cayó al menos 3 % en 2020, aunque ya venía en terreno negativo antes de la pandemia de la COVID-19 con una contracción del 1,7 % en 2019. La pobreza afecta a seis de cada 10 personas, o sea, unos 6,3 millones, y la falta de una perspectiva segura aleja a quienes buscan quedarse en su tierra.

NO HAY ELECCIONES

Las posibilidades de que la situación de Haití mejore son negativas. El premier Henry había sido nombrado en ese cargo por Moïse poco antes morir debido a un presunto complot internacional cuyos jefes mandantes aún son desconocidos.Últimas noticias sobre los mercenarios colombianos contratados para asesinarlo refieren que al menos una parte de ellos intentarían una acción similar contra el presidente electo de Bolivia en 2019, Luis Arce. Primeras investigaciones de expertos bolivianos comienzan a esclarecer aspectos de ambas acciones contra los dos mandatarios, ordenada presuntamente por Estados Unidos y ejecutados por exsoldados al servicio de una oficina de contrataciones de mercenarios de dueños colombianos.

Aún queda mucho por esclarecer en el magnicidio de Moïse en su hogar capitalino, donde resultó herida su esposa Martine, lo que quizás jamás se conozca por conveniencia de los autores intelectuales y sus padrinos.Bolivia reporta informaciones que vinculan a la expresidenta de facto Jeanine Áñez, ahora en prisión, en un complot contra Arce, donde aparece también el actual gobernador y excívico de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho. O sea, que incluso, y se sabrá según avancen las investigaciones, los asesinos a sueldo de Colombia pudieron ser pagados para matar a Arce antes de a Moïse.

En el plan de aniquilación de dirigentes latinoamericanos recuérdese el magnicidio abortado contra los presidentes de Bolivia Evo Morales, cuando se trasladaba hacia México luego de renunciar, y en el caso de Venezuela, cuando atacaron a Nicolás Maduro con drones durante un desfile militar en Caracas.

LO QUE SE AVECINA

El complejo panorama socio-económico de Haití no tiende a cambiar en corto plazo. Aunque se supone que habrá elecciones en 2022, los ciudadanos de ese país no esperan milagros políticos. Son pocas las familias que dominan el escenario económico nacional y millones las que carecen de viviendas, salud y educación. “El 22 % de los niños sufre desnutrición crónica”, indicó el Banco Mundial.

Tampoco se espera que las fuerzas políticas opositoras y algunos sindicatos puedan obligar al gobierno a dar un vuelco a sus políticas neoliberales. La creciente inseguridad aleja también la llegada de ayuda al país.Algunas voces se escuchan para buscar soluciones a la crisis interna, pero sin entrometerse con las pandillas de manera directa.

La Asociación de Ingenieros y Arquitectos Solidarios de Haití reclamaron la renuncia del director de la Policía, León Charles, por la inseguridad nacional, luego de que secuestraran al pastor Jean Mary Feret Josphe, llevado a la fuerza el pasado 3 de octubre en medio del culto en su iglesia Jesus Center. Para ser liberado, los delincuentes exigen 8 000 000 de dólares

Este lunes y martes la capital realizó una huelga general orientada por la Asociación de Propietarios y Conductores de Haití en protesta por la inseguridad. Cierres de comercios y escuelas, además de respaldar a los movimientos sociales, impiden el tránsito ciudadano para evitar el accionar de las pandillas, armadas con equipos militares de última generación. El futuro haitiano es muy incierto. Los cambios allí deben ser profundos y liberadores lo que, por ahora, no aparece en el horizonte de ese empobrecido país.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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