domingo, 19 de mayo de 2024

La tuerca petrolera (+ Infografía)

En sus cuatro años al timón de USA, el magnate inmobiliario demostró que para los sectores de poder que representa no existen socios cuando de imponer sus solitarios y “vitales” intereses se trata....

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 30/12/2020
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Gasoducto Nord Stream 2
Durante el 2020 la Casa Blanca mantuvo sus presiones para boicotear la conclusión del Nord Stream 2. (Tomada de hispanTV).

Aún cuando las reacciones no han estado a la atura de las afrentas, lo que sin dudas deja mucho que desear con respecto a los aludidos, ello no disminuye el pelaje ni el agravio del comportamiento del saliente jefe de la Casa Blanca con respecto a sus aliados europeos.

En sus cuatro años al timón de USA, el magnate inmobiliario demostró que para los sectores de poder que representa no existen socios cuando de imponer sus solitarios y “vitales” intereses se  trata.

Es más, Trump no dudó en tachar de “oportunistas” a sus socios de ultramar por aprovecharse en grande de la “protección militar norteamericana”, y les exigió voz en cuello que pagasen en efectivo ese apoyo gringo a su defensa contra Rusia, China y todos los “enemigos” incluidos por Washington en sus listas de “estados fallidos o indeseables.”

Y como nada o muy poco escuchó la Oficina Oval en contra entre sus “amigos” del Viejo Continente, las demandas se fueron más lejos.

Así, Europa se ha enfrascado en los planes de cerco militar a Rusia y en el a poyo a las pendencias gringas contra China, aún en contra de sus propios intereses estratégicos en materia geopolítica y económica.

Y como ante poca resistencia las ínfulas vuelan las cercas, casi al cierre del 2020 funcionarios gringos decidieron volver a cargar la mano contra la entrada en funcionamiento del gasoducto Nord Stream 2, que cierra su etapa constructiva entre los campos energéticos rusos y los consumidores alemanes y del resto de Europa Occidental.

Desde el jefe de la diplomacia Mike Pompeo, hasta Robin Quinville, embajadora interina de los Estados Unidos en Berlín, han llovido en los últimos tiempos las amenazas y sanciones contra funcionarios y empresas europeas vinculadas al citado proyecto, el segundo de su tipo que lleva gas de Rusia a Alemania a través del Mar Báltico.

Según la Quinville “ese gasoducto no es solamente un proyecto económico, sino también un instrumento político del Kremlin para dejar de lado a Ucrania y dividir a Europa.”

De manera que para Washington, tan “prolongada batalla” pretende evitar la “dependencia” y la “influencia política” que el suministro de energéticos podría otorgar a Moscú sobre una ávida Europa Occidental, además de coartar la posibilidad de que los Estados Unidos exporte masivamente al Viejo Continente sus conflictivas producciones de crudo de esquisto.

Pero si hurgamos en la historia, el asunto no es nuevo ni mucho menos.

Según el periódico norteamericano The Washington Times, en un artículo publicado en 2014, ya desde tres décadas atrás el entonces presidente Ronald Reagan advirtió sobre el riesgo que significaría el envío de energéticos, entonces soviéticos, a Europa Occidental.

En efecto, un memorando de la Casa Blanca de julio de 1981, instaba a evitar por todos los medios el tendido de “un oleoducto desde las regiones ricas en petróleo y gas de Rusia hacia Europa, puesto que ello debilitaría la mano negociadora de Washington y sus socios” ante Moscú.

Y por estos días, si bien en especial Alemania ha rechazado criterios similares en torno al Nord Stream 2, lo cierto es que la intromisión norteamericana en las políticas energéticas de Europa ha asumido niveles escandalosos y sumamente insultantes.

Mientras, analistas indican que tal vez la salida de Donald Trump de la Oficina Oval, programada para este enero, baje las tensiones con los socios europeos interesados en beneficiarse del nuevo acuerdo gasífero con Rusia, y hasta incentive a los amigos de ultramar a hacerse respetar un poco más ante el ceño fruncido del pretendido “cabeza de familia.”


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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