lunes, 29 de abril de 2024

La mesa cambia

El juego geopolítico global no parece favorecer a Washington y sus miras hegemonistas....

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 10/11/2017
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Geopolítica, cambios 2017
China ya es el país “con el mayor producto interno bruto, PIB, en términos de paridad de compra, según admitió el ranking del World Factbook de la CIA.”

En octubre de 2015, Paul Craig Roberts, analista en política internacional y ex asesor del presidente norteamericano Ronald Reagan (el ídolo neoconservador de los años 80), declaró abiertamente que desde el 28 de septiembre de aquel año los Estados Unidos dejaron de ser una potencia unipolar.

Se refería a la presencia, esa última fecha, en el plenario de la ONU, del presidente ruso, Vladímir Putin, quien entonces condenó púbicamente a Washington por su agresividad global, y a seguidas inició la presencia militar de Moscú, a favor de Damasco, en la guerra terrorista impuesta a Siria.

Pero si hay noticias más graves para los poderes fácticos norteamericanos, es que esa reversión no ha cesado, y si de hecho el propósito hegemónico de remodelar Oriente Medio y Asia Central aparece rudamente golpeado, en el espacio de la hoy llamada geoeconomía las sorpresas pueden ser mucho más estresantes.

Y se trata de la amplia tendencia de ir dejando de lado el uso del dólar en las más importantes transacciones bilaterales o multilaterales -habida cuenta del descenso de los Estados Unidos en el terreno de la economía mundial- y su sustitución por monedas más confiables y mejor respaldadas, como el yuan chino o el rublo ruso, entre otras.

El cambio es lógico. China, por ejemplo, ya es el país “con el mayor producto interno bruto, PIB, en términos de paridad de compra, según admitió el ranking del World Factbook de la CIA.”

Las fuentes especializadas indican también que “en términos de PIB nominal, el gigante asiático desbancará alrededor de 2020 tanto a la Unión Europea como a Estados Unidos de los dos primeros sitiales globales. China ostenta hoy las mayores reservas de divisas, con 3,1 millones de millones de dólares, frente a 774 mil 900 millones de la Europa Comunitaria (cuatro veces menores) y 117 mil 300 millones de Washington (26 veces más reducidas).

Para la publicación The Economist, mientras tanto, el problema de los Estados Unidos radica en que “aun siendo el país más poderoso del mundo, su líder es más débil en el interior y menos efectivo en el exterior, mientras China resulta el indiscutible motor dominante del crecimiento global.”

 Con proyectos como la Ruta de la Seda, prosigue The Economist, “China invertirá millones de millones de dólares en el exterior en líneas ferroviarias, puertos, plantas eléctricas e infraestructura”, y en alianza con Rusia frustrará el sueño geopolítico estadounidense de controlar el espacio euroasiático.

En todo caso, Beijing solo debe fortalecer sus ejércitos y arsenales para lograr paridad militar, una tarea que ya fue fijada de forma prioritaria por el reciente Décimo noveno Congreso del Partido Comunista de China.

Por otro lado, una nueva transformación parece gestarse en el sensible y estratégico mercado petrolero, donde influyentes productores y consumidores se muestran decididos a poner fin a la tiranía absolutista del dólar en esas transacciones.

De hecho, no pocos analistas ya hablan del “petroyuan” como uno de los sustitutos de la moneda norteamericana, que ata a los vendedores y compradores al billete verde y les obliga a cambiarlos en moneda nacional para sus operaciones internas, lo que favorece el costo del patrón norteamericano al elevarse su requerimiento.

Según analistas “en caso de que se reduzca la venta de petróleo en dólares, la demanda de la moneda estadounidense seguirá disminuyendo y el mundo comenzará a ver la deuda de  los Estados Unidos de manera diferente.”

De hecho, China y Rusia han adoptado pagos en sus respectivas monedas no solo para el crudo, sino para otra importante serie de productos de intercambio mutuo.

Irán, es de las naciones que también va transformando el patrón monetario en sus relaciones con el exterior y aboga seriamente por acelerar el proceso, en tanto Venezuela se ha sumado al empeño por reducir sensiblemente la dependencia con respecto al dólar norteamericano.

China y Japón trasiegan mercancías en yuanes, y Qatar, fue acusado recientemente por Washington como promotor del terrorismo, luego que fijó los precios de sus exportaciones petroleras en la moneda china.

En fin, que desde el Norte del hemisferio americano las bravatas y la retórica amenazante podrán tener los más altos tonos, pero a la altura del decisivo paso firme, determinante y seguro, la realidad no acompaña a semejante ruido.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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