jueves, 2 de mayo de 2024

Cien días de esperanza y luchas del gobierno Lula (+ Audio)

En solo tres meses, Brasil vivió desde una intentona golpista hasta el impulso a los programas sociales y el retorno a la arena internacional...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 12/04/2023
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Cien días de gobierno de Lula Da Silva
El presidente Luiz Inacio Lula da Silva priorizó en sus primeros 100 días de gobierno los principales problemas que afligen a su pueblo. (Tomada de jornaldobrasil.br)

El presidente de Brasil, el veterano político Luiz Inacio Lula da Silva cumplió esta semana sus primeros 100 días de gobierno con varias obsesiones políticas y sociales: trabajar por el pueblo y recobrar la confianza de quienes aun piensan en la alargada sombra del neofascista Jair Bolsonaro y situar a su gigantesco país en el lugar que le corresponde, como la más importante economía de América Latina y El Caribe, en un planeta globalizado y cada vez mas multilateral.

Lula da Silva, 77 años, ocupa por tercera vez el sillón presidencial de la nación más grande de la región latinoamericana, dotada de riquezas naturales y una cultura ancestral, cuya imagen quedó empañada en los últimos cuatro años por la figura de Bolsonaro, un fanático de las dictaduras y de la religión evangélica, dos bases ideológicas que aprovechó muy bien para mantenerse en el Palacio de Planalto, a pesar de sus fechorías y la desestructuración de la nación.

Esa figura, a la que necesariamente hay que aludir cuando se habla de lo que podría ser un nuevo Brasil bajo el mandato del exobrero y líder metalúrgico de Sao Paulo, está ahora de recorrido por varios territorios locales, luego de varios meses en Estados Unidos (EE.UU.) sin reconocer –tal es su ego- que había perdido las elecciones en octubre último y sin decir un solo comentario, pero maquinando en las sombras el odio y el desploma de la nueva regencia,

Estos primeros 100 días de gobierno, cumplidos el pasado lunes, no han sido una panacea para el Ejecutivo que lidera uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores (PT), quien libró cruentas batallas durante el régimen militar (1976-1985) y luego sufrió las falsas denuncias del brazo derechista del sistema judicial –todo un plan para desprestigiarlo- que lo acusó y encarceló mediante juicios amañados y mentiras comprobadas, para evitar que se postulara en los comicios del 2019, que con seguridad ganaría.

El primer día de este año, cuando asumió, Lula halló un Brasil polarizado por una poderosa derecha que permeó a buena parte de la ciudadanía menos educada políticamente transmitiendo en las redes sociales –muy bien manejadas por Bolsonaro y sus tres hijos mayores- la falsa idea de que Lula era comunista y eliminaría la libertad religiosa.

De otra parte, hay millones de ciudadanos que siempre tuvieron la certeza de que con el cambio de gobierno, el gigante suramericano recobraría su dignidad y prestigio, subirían los índices del buen vivir y el desarrollo económico.

De ahí que mientras el bolso –como le dicen en Brasil- cogió un avión rumbo al norte para tratar de desligarse de la intentona de golpe de Estado del pasado 8 de enero, apenas una semana después de la asunción del nuevo mandatario, miles de neonazis asaltaron en Brasilia los organismos gubernamentales situados en la Plaza de los Tres Poderes –allí se asienta el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial-, rompieron cristales y muebles y destruyeron piezas de arte de gran valor. La horda fascistoide intentó demostrar su fuerza, pero falló.

En horas, el presidente –que no se encontraba en la capital federal sino en una zona de desastre por deslave de tierras- demostró su poder con el respaldo de las fuerzas militares, la Plaza volvió a la normalidad y la mayoría de los implicados fueron capturados. El movimiento bolsonarista ni remotamente está liquidado: solo espera órdenes del antiguo cacique.

Un día después de celebrar sus primeros 100 días de gobierno, el mandatario viajó a la República Popular China para entrevistarse con su par Xi Jinping y retornar por todo lo alto al complicado ajedrez en que se mueve ahora el mundo político. Según fuentes del Planalto, sede del Ejecutivo, el líder brasileño analizará con su homólogo chino la situación internacional y suscribirán una serie de acuerdos de colaboración en esferas trascendentales.

Lula, con una capacidad extraordinaria de trabajo, ya anunció el retorno de Brasil a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) inhabilitada por la ola derechista que inundó a la región en los últimos años y sigue moviendo los hilos de la integración regional y mundial.

Su preocupación prioritaria a lo interno de Brasil, es devolver de nuevo la dignidad a millones de personas pobres a la que había sacado de esa categoría e Ingresaron de nuevo bajo la política neoliberal del excapitán del Ejército Brasileño, quien destruyó los programas sociales vigentes durante los tres gobiernos del PT.

El mandatario ya comenzó a cumplir uno de sus proyectos más importantes y es la reconstrucción de Brasil, a partir de sus experiencias de ocho años previos de mandato y que transformaron la imagen de la nación famosa por su samba y la belleza de sus mujeres mestizas.

En estos apenas 90 días, y en un contexto poco favorable ya que ganó los comicios por lo mínimo, hubo un impulso notable para mejorar la calidad de vida de los mas de 38 000 000 de brasileños que sobreviven en pobreza absoluta.

Los programas Bolsa Familia, de ayuda económica para núcleos con hijos en edad escolar y muchos obligados a contribuir con su trabajo en la mantención de sus parientes, y que Bolsonaro suspendió, ya está de nuevo en marcha con una entrega mensual del equivalente a 163 dólares mensuales.

También  este mes fue reactivado el plan Mi casa, mi vida, que entregará 2 000 000 de viviendas a quienes carecen de un techo. Retornarán los médicos y especialistas a los lugares más recónditos del país, en un proyecto puesto en práctica por la expresidenta petista Dilma Rousseff, destituida por un golpe de estado legislativo con implicación de su vicepresidente Michel Temer. En una alocución el pasado lunes, Lula detalló el nuevo marco de saneamiento, que elimina las amarras que, por tanto tiempo, impidieron la inversión en el sector.

El gobernante aseguró que Brasil  saldrá nuevamente del mapa del hambre con la integración de las acciones ya existentes y otras que serán articuladas por la Cámara Interministerial que reúne 24 de sus 37 ministerios.

¨Volveremos a reconstruir el país¨, ha dicho el jefe de gobierno, en alusión a la destrucción política y socio-económica en que dejó Bolsonaro la gigantesca nación de más de 260 000 de habitantes.

Sin embargo, la carencia de un aparato mediático que le permite al presidente una comunicación rápida con su pueblo es un factor negativo en el entramado nacional. Un altísimo porcentaje de la prensa brasileña responde al sistema hegemónico de la poderosa oligarquía nacional.

Lula tiene otra gran batalla por delante y es lograr que el Banco Nacional,  de carácter autónomo, por las altas tasas de interés, en un 13,75%, lo que en su opinión es ¨irresponsable¨ y calificó la medida de la institución de falta de lógica. ¨Seguiré hablando de esto y luchando por bajar las tasas de interés para que la economía, precisó, recupere las inversiones¨.

En opinión del estadista, esa institución pone en peligro la recuperación económica que prometió durante su campaña electoral.

Durante una entrevista a una radio local, reiteró sus críticas a la autonomía del Banco Central.  En sus declaraciones, reconoció que la ley actual pone emanos del Senado la facultad de destituir al jefe de ese organismo, , Roberto Campos Neto, en el cargo desde 2019 cuando lo nombró  Bolsonaro. Campos Neto es propietario de cuatro empresas y estuvo involucrado en el escándalo de los Pandora Papers.

El gobierno de Lula, afirman fuentes oficiales, presentará nuevas reglas de gasto público tras su regreso de China este mes.

Además, otro asunto de máxima prioridad está relacionado con los términos en que fueron privatizadas algunas partes de las principales empresas locales, como Electrobrás y la petrolera Petrobrás por el anterior régimen, y la protección de la Amazonía, muy desgastada por empresas trasnacionales que destruyen las formas de vida de los pueblos indígenas.

A pesar de tantos embrollos dejados por Bolsonaro, el presidente mira con optimismo el futuro de Brasil, pues ha reiterado en sus intervenciones que no se construye un país desarrollado sobre las sobre las ruinas del hambre, de los ataques a la democracia, de la falta de respeto a los derechos humanos y de las desigualdades de renta, raza y género.

Pasaron apenas 100 días de un gobierno que posee grandes retos  y poderosos enemigos internos, pero cuyos miembros están comprometidos a situar otra vez a Brasil en el rumbo del desarrollo.

Para hacerlo, aún tienen por delante otros 1 360 días de cambios  para la reconstrucción nacional. Brasil volvió a tener futuro.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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