martes, 19 de marzo de 2024

Brasil 2022: ¿Hecho o rumor?, vota y confirma (+Fotos)(+Video)

Falta muy poco para que el próximo domingo 30 de octubre vuelvan a medirse en las urnas Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro, para que las operaciones de información/desinformación manifiesten su efectividad...

Anneris Ivette Leyva García en Exclusivo 28/10/2022
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Alexandre de Moraes
Alexandre de Moraes, presidente del Tribunal Supremo Electoral de Brasil.

Quizá Alexandre de Moraes, jurista, profesor universitario de Derecho y juez del Supremo Tribunal Federal de Brasil, nunca antes pensó que sobre sus hombros caería el peso, desgastante y denso, de arbitrar una contienda informativa.

Quizás, al aceptar hace unos meses el cargo de presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), no imaginó que su responsabilidad como “guardaespaldas” de la verdad se equipararía a la envergadura de sus funciones legales y organizativas de cara a las actuales elecciones.

Quizá jamás supuso que los comicios de la actualidad superarían mil veces los de 2018 en el gigante sudamericano, los cuales se hicieron del sello de haber liderado la combinación “perfecta” de fake news y envíos de mensajería masiva a través de WhatsApp.

Y lo de mil veces no es retórica.

Alexandre de Moraes, según refleja el sitio oficial del TSE, ha tenido que reconocer que en este 2022 ha habido un aumento del 1671% del volumen de denuncias de desinformación relacionadas con plataformas digitales, así como crecieron en 436% los episodios de violencia política originados en estas.

Por tal razón, los canales de información de dicho Tribunal (a la vez que promueven herramientas simuladoras del uso de las urnas electrónicas para el entrenamiento de los votantes, o instruyen sobre cómo reconocer y rechazar el asedio electoral laboral), constantemente hacen referencia al combate contra las fake news.

El incremento desmedido de este fenómeno, fundamentalmente tras la realización de la primera vuelta el 2 de octubre, ha impulsado a las autoridades electorales a tomar decisiones más radicales. El pasado día 19 su presidente se reunió con representantes de plataformas y redes digitales para solicitar vigilancia y combate contra la desinformación y ha dicho: “tuvimos un buen primer turno dentro de lo razonable, hasta mejor de lo que todos esperábamos. Pero estamos empeorando cada vez más en este aspecto de cara al segundo y eso demanda de parte del TSE medidas más duras”.


Reunión de autoridades del TSE con representantes de plataformas y redes digitales.

Esto lo afirmó Moraes un día antes de ser aprobada una resolución para el enfrentamiento a la desinformación, en la cual se establece que, cuando se declare eliminar de los medios y plataformas digitales un contenido, la decisión podrá extenderse a otros similares que se republiquen en demás sitios, y los responsables tendrán un máximo de 2 horas para esta remoción, contra el lapso de 24 que tenían antes; de no hacerlo, se exponen a elevadísimas multas. Además, no se permitirá publicidad de pago en las 48 horas antes y 24 horas después del día de las elecciones, ya que se ha verificado un “aumento exponencial de monetización de blogs y sitios” que recibe dinero por reproducir propaganda electoral.

El TSE también ha lanzado el sitio “Fato ou Boato” (Hecho o Rumor), una plataforma de verificación de información donde se promueven contenidos confiables y se denuncian noticias falsas.

Con un proyecto similar contaba la coalición “Brasil de la Esperanza” que respalda al candidato Lula da Silva: Verdad en la red. En esta los propios usuarios podían denunciar posibles fake news que luego serían chequeadas, así como encontrar aclaraciones sobre los contenidos difamatorios que lanzaba el equipo de campaña de Jair Bolsonaro contra el líder del Partido de los Trabajadores (PT).

El TSE ordenó suspender el trabajo de Verdad en la red ante una denuncia de la coalición “Por el Bien de Brasil” que apoya al actual gobernante, en la que se argumentaba que este proyecto no se identificaba visualmente con la campaña de Lula y semejaba ser una agencia de verificación de información independiente, cuando realmente formaba parte de la contienda electoral.

Así, los integrantes de este Tribunal se ven constantemente obligados a deliberar a partir de denuncias provenientes de una u otra coalición relacionadas con temas informativos, según consta en sus canales oficiales de comunicación.

En fechas más recientes, las autoridades electorales han conferido a Lula derechos de respuesta en los segmentos mediáticos de Bolsonaro, lo que representa para este último una pérdida de 24 inserciones de 30 segundos cada una; o sea, en el tiempo conferido al candidato por el Partido Liberal en los medios, se transmitirán piezas de campaña de Da Silva para desmentir falsedades e injurias.

DE ELECCIONES Y FAKE NEWS

De cara a la primera vuelta, las fake news estuvieron en el centro del modelo de “anticampaña contra Lula da Silva” que realiza el candidato por el Partido Liberal, Jair Bolsonaro. Quien haya escuchado sus discursos o haya seguido las redes sociales del actual mandatario, o las de sus hijos (Flavio, jefe de comunicaciones de campaña; Carlos, a cargo de sus redes sociales y Eduardo, quien también participa), puede observar que los contenidos agresivos dirigidos contra el candidato del PT pesan tanto como las propias promesas de campaña del actual mandatario. “Si yo no he sido del todo bueno, Lula sería peor”, parecería ser el argumento implícito en esta estrategia que ha contado con disímiles líneas de mensaje, por ejemplo:

Lula beneficiará a los delincuentes, ya que ese es su mundo, y tendrá mano blanda con el consumo de drogas. Quiere volver a la presidencia para seguir robando, porque fue lo que hizo antes. Pondrá obstáculos al agronegocio porque odia a los terratenientes, a quienes producen comida para el pueblo. Lula va a perseguir la religión y cerrar iglesias, porque es enviado del diablo. Fue puesto en libertad, pero no exonerado de sus cargos, como ha hecho creer. Odia los colores de la bandera nacional y quiere teñirla de rojo. Es amigo de los presidentes de izquierda de Latinoamérica y le quitará dinero al pueblo brasileño para financiar esas dictaduras. Lula no se llama Lula (casi nunca se refieren a él por su nombre), Lula se llama el corrupto, el ladrón...


Imagen de la cuenta de Twitter del proyecto “Verdad en la red” donde se explicaba lo que Lula había hecho por el agronegocio, en respuesta a las informaciones que lo colocaban como contrario a este.

Día tras día, estos discursos se han reiterado desde diversas cuentas: las directamente asociadas a la familia o al gobierno de Bolsonaro y otras que no tienen en apariencia una vinculación directa, pero que forman parte de lo que se conoce no oficialmente como “el gabinete del odio”.

Dicho término se acuñó tras las elecciones de 2018 y hace referencia a un grupo de jóvenes diestros en redes sociales que, bajo el mando de Carlos Bolsonaro, se dedican a producir y esparcir contenidos falsos y a realizar operaciones de cancelación (ataques) a quienes consideran sus contrarios. Aunque los hermanos niegan la existencia de un equipo con esas características subordinado a Planalto, han enfrentado varias denuncias por agresiones y desinformación (muchas relacionadas con su papel durante la pandemia) y hasta se distribuye propaganda impresa con las siglas GDO (gabinete do ódio).


Material impreso que invita a votar por Bolsonaro con el número 22 y contiene las siglas GDO.

En fechas más recientes, a 10 días del balotaje que decidirá si Lula ganará un tercer mandato o Bolsonaro un segundo, el Plenario del Tribunal Supremo Electoral determinó que los contenidos falsos asociados a Lula (sobre los temas comentados arriba) fueran eliminados de todas las cuentas de Flavio y Eduardo, así como de sus colaboradores Carla Zambelli y Nikolas Ferreira.

Además, se confirmó el inicio formal de una investigación contra Carlos y una treintena de perfiles asociados a la divulgación de fake news, de acuerdo con la página oficial de esta entidad.

Sin dejar de ser beneficiosas en el combate por la verdad, tales decisiones llegan tardías pues, desde el inicio oficial de la campaña electoral (16 de agosto), no pocas mentiras, las mencionadas y otras, han corrido ya. Como se anotaba, son medidas asumidas en un clima de acrecentamiento inusitado de estos fenómenos a partir de los resultados de la primera vuelta.

El propio Moraes se ha reunido con los abogados de los equipos de campaña de ambos candidatos para hacer un llamado a la civilidad, sobre todo en redes sociales; para frenar la escalada de desinformación y agresividad en estas plataformas.

PARTICIPACIÓN ELECTORAL

Falta muy poco para que este domingo 30 de octubre vuelvan a medirse en las urnas el exmandatario y el actual gobernante, para que las operaciones de información/desinformación manifiesten su efectividad en un tecleo numérico (13 para Lula, 22 para Bolsonaro) y el botón de confirmar.

Falta muy poco para que Alexandre de Moraes termine su misión, no ya como velador y garante del derecho de la ciudadanía a votar, sino del derecho de esta a una información fidedigna para poder ejercer el derecho al voto.

Mientras, en términos de participación pudiera esperarse que el número de votantes disminuya un poco con respecto a la primera convocatoria, al incorporarse la abstención de aquellos que no simpatizan con ninguno de los dos candidatos que participan del balotaje. Así ha sido desde 1989, año en que, después de casi tres décadas de golpes militares y gobiernos interinos, se convoca a comicios presidenciales.

En números absolutos, la primera vuelta de las elecciones de este 2022 son las que han contado con un mayor número de votantes, al superar los 123 600 000. No obstante, estos representan un 79% en relación con el número total de electores, por lo que no están entre las que más ciudadanos han convocado en términos porcentuales. Según varias fuentes consultadas, en seis ocasiones desde 1989 a 2018, la primera vuelta logró superar levemente el 80% de participantes.

Si bien muchas personas esperaban que Lula ganara en primera vuelta, esto solo lo logró (de 1989 a la fecha), Fernando Henrique Cardoso, en los comicios de 1994 y 1998. Los anteriores mandatos de Da Silva también fueron resultado de balotaje.

Eso sí, nunca antes los candidatos que participan de la segunda ronda culminaron la primera con tan poco margen entre sí (Lula da Silva superó a Jair Bolsonaro en poco más de 5 puntos porcentuales). La vez anterior que estuvieron bastante cerca fue en 2006, cuando Lula quedó por encima del candidato Geraldo Alckmin, hoy su compañero de fórmula, con 7 puntos porcentuales (48,6% contra 41, 6%).

No obstante, hay elementos que apuntan en favor de Da Silva, como el traspaso de votos de Simone Tebet y Ciro Gomes, después de que ambos excandidatos le manifestaran su apoyo. Y está también el hecho de que, en todos los comicios generales desde 1989, quien ha salido con ventaja en la primera vuelta ha liderado también la segunda.


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Anneris Ivette Leyva García


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