viernes, 3 de mayo de 2024

El Festival de las diferencias (+Video)

La cuarta edición del Festival de Música Leo Brouwer muestra una programación cada vez más amplia y diversa...

Ada María Oramas Ezquerro en Exclusivo 09/10/2012
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Leo Brower dirigiendo
El destacado compositor y guitarrista cubano Leo Brouwer.

El Festival de Música Leo Brouwer amplía su diapasón este año con la inclusión de géneros e intérpretes que develan las posibilidades infinitas de instrumentos apenas utilizados por compositores y ejecutantes, por conferirles un absurdo sentido discriminatorio. Esta edición representa el polo opuesto a las anteriores, con versiones que llaman al asombro y otorgan protagonismo a instrumentos poco apreciados en el universo sonoro internacional.

Leo, en el trasfondo de este evento, que cuenta con la dirección artística de su esposa, la musicóloga Isabelle Hernández Martínez, enjuicia y aporta una visión futura en esta cita de contemporaneidad universal, que se afianza en una acendrada cubanía y acaba de otorgar el Gran Premio Espiral a la maestra Digna Guerra, directora del Coro Nacional y la coral Entrevoces.

“NO SOPORTO NI LAS REPETICIONES NI LA MEDIOCRIDAD”

—¿Cuál es la característica más sobresaliente y definitoria de esta cuarta edición?

—Dar información de todo, pero nueva. No nos interesan las estrellas. Nunca nuestra política ha sido de figuras, sino de repertorios. Es decir, de la noticia, de la esencia. Las figuras son importantes, pero eso no nos interesa. Existen desconocidos maravillosos como los que van a escuchar, seleccionados absolutamente para dejar al público con la boca abierta.

“Pero también estrellas que lo son porque se han fabricado. Eso ocurre en el mundo entero y también en Cuba. Sale una niña preciosa, con una minifalda por encima del ombligo y canta espantosamente, pero la televisión la saca cinco veces a la semana y se hace famosa”.

—Retomando el hilo de mi pregunta anterior, ¿podría abundar en la amplitud de ideas y propósitos en este evento?

—Esta amplitud radica en los repertorios. Cuando ellos exigen un coro, para recordar la historia misma del procedimiento cultural, lo empleamos, como en la parte dedicada a Joan Manuel Serrat. Nosotros hicimos canciones de Serrat de una manera distinta. La voz del tenor fue acompañada por un coro, no por una guitarra o por un grupo de jazz. ¿Cuál procedimiento utilizo para las canciones de Silvio? …Empleo un archilaúd barroco y logro la atmósfera esperada. ¿Cómo voy a evocar el instrumento que tocaba Compay Segundo? ¿Con un grupo de son para tocar el chan chan? Ni siquiera lo intenté. Lo inserté en un mundo clásico con uno de los colores más interesantes. Al igual que el laúd campesino que lo va a tocar uno de los mejores ejecutantes de Cuba”.

—¿Piazzolla estará muy presente en esta como en otras ediciones del evento?

—Es una historia para contar. El primero de los tangos de Piazzolla para guitarra lo hice yo, en 1962, antes que él escribiera para este instrumento. Por esa época nos encontramos en París en repetidas ocasiones. En fin, Piazzolla marca un estilo y un género. Su obra, conceptualmente, emplea lo popular y lo culto sin demasiadas justificaciones. Él mismo decía que no entendía nada porque era “un tanguero”. Lo cierto es que su música se toca en todas partes. Además, es hermosa y buena.

“Me acuerdo de que siempre le temían por tener malas pulgas. Conmigo fue de seda. Nos llevamos maravillosamente. Estuvimos una semana juntos, grabando y comiendo en la parte francesa de Bélgica. Mi recuerdo es muy hermoso, no es el de los profesionales que debieron discutir cuestiones técnicas. Lo traigo en el recuerdo al Festival porque es un grande de la música latinoamericana y se cumplen 20 años de su muerte, por lo cual todos lo recordaremos en el evento”.

—¿Podría decirse que este Festival es el de las diferencias, por emplear instrumentos que estaban relegados, discriminados por convencionalismos absurdos?

—Ese es nuestro objetivo. Cambiar totalmente este criterio. Yo soy, desde hace mucho tiempo, intercultural y polifacético. La música del negro esclavo, que es parte de nuestra raíz, forma mi repertorio: es la razón más potente. De las raíces hispanas y africanas, los rituales africanos. No la rumba ni la salsa distorsionadas. El toque ritual de hace 150 años es el que me interesa. Y ese es el que forma mi música como esencia.

“Pero cuando hay una rumba como la ejecutaba Carlos Embale respondo a su llamado con admiración. Como cuando le grabé su primer disco, cuando fui el primer interventor de discos, en los primeros años de la Revolución, en la Panart, entre los años de 1959 y 80. También grabé discos con María Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo; otro con Odilio Urfé y la Charanga tocando Florecitas en la trompeta, con Urfé al piano. Y el primer disco de Carlos Puebla lo grabé yo. Tengo ese recuerdo imborrable y es algo que me honra y me hace sentir muy feliz”.

—¿Cómo valora la participación tan entusiasta de los invitados a esta edición?

—Casi no me lo creo, pero es verdad. La mitad de los músicos vienen por amistad, por relación profesional, no porque les paguemos, para eso tengo mis derechos de autor y una ayuda del Instituto Cubano de la Música y de algunos patrocinadores. Y que conste, no vienen de polizontes”.

—Quisiera saber ¿por qué ha colocado a Osvaldo Doimeadiós en la disyuntiva de interpretar un poema de Jorge Luis Borges?

—Porque Doimeadiós es un dramático extraordinario. En estos momentos está actuando en Calígula, de Albert Camus. El pueblo lo ve como un humorista para morir de risa, lo cual es verdad, pero no es su etiqueta, no es su única faceta. Es un actor dramático como lo fue en su tiempo José Antonio Rivero, yo lo conocí y lo considero como uno de los mejores actores dramáticos del mundo”.

—Usted ha sido galardonado en varias oportunidades con el Grammy, ¿qué opinión le merece este premio?

—Los Grammys no me interesan ni nunca, nunca, voy a ir a los Estados Unidos. No es un problema ideológico, sino conceptual. Es una sociedad aberrada que no me interesa. No hablo de su cultura porque la presento aquí, cosa que ellos no hacen. Ellos están vendiendo su música y yo la promuevo. Los Grammy no me interesan para nada y nunca iré a buscarlos. Yo me gané uno o dos y allá se quedan. Tienen una sola cosa buena: los jurados. Ellos son muy serios y respetables, La organización, no”.

—¿Podría anticipar lo que ocurrirá en la próxima edición?

—Vamos a inaugurar el humor. Nos centraremos en los eventos y las formas cubanas en la música, y algunas sorpresas que debemos confirmar”.

—Maestro, ¿y hacia dónde va usted?

—Ahora voy a citarla a usted, porque yo cito: éste es el Festival de las diferencias y sigo en esa política. El año que viene haremos humor, lo cual empecé en el año 60 cuando fui el primer director musical de algo que se malogró: el Teatro Musical de La Habana, con Alfonso Arau, aquel mexicano cómico excepcional. Le hice un concierto para dedo: un pianista que se rompe las manos y solo le queda un dedo. Saca un dedo por el vendaje y da un concierto. Vamos a presentar la obra el año que viene”.

—¿Un mensaje para el pueblo cubano?

—Ojalá que junto a las necesidades cotidianas que hay por resolver y que debemos todos resolver, les quede un poquito de tiempo, unos minutos para disfrutar de la música y de la cultura en general”.


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Ada María Oramas Ezquerro

De larga trayectoria en el periodismo cultural. Premio de Oro, del Gran Teatro de La Habana y Miembro de la sección de la Asociación de Artistas Escénicas de la UNEAC


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