lunes, 29 de abril de 2024

Confluencia de inspiraciones (+Fotos)

Un infinito horizonte de géneros, estilos, lenguajes, estrenos y exposiciones ha sido el rasgo esencial del 23 Festival Internacional de Ballet de La Habana, que, presidido por la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, culminó a ovación plena...

Ada María Oramas Ezquerro en Exclusivo 08/11/2012
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Alicia en la clausura - Portada
La prima ballerina assoluta Alicia Alonso en la clausura del Festival de Ballet de la Habana.

Una edición atípica del Festival Internacional de Ballet de La Habana acaba de culminar. Si en ediciones anteriores se caracterizó por la presencia en la escena nacional de compañías completas y figuras del más alto nivel mundial, este año, a pesar de que no todas las agrupaciones poseyeran un renombre excepcional, los participantes —colectivos y solistas, procedentes de veinte países- aportaron una calidad que llegó a su máxima expresión, unido a su connotación desde el punto de vista humano, como expresión de amor y solidaridad hacia el pueblo cubano.

PRODIGIOS DE ALICIA

Un esfuerzo sobrehumano han desplegado los danzantes y especialistas, muy especialmente la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, quien ha marcado esta edición 23 con su reaparición en el arte balletístico, como símbolo de entrega a su profesión, con una autoría que denota imaginación ilimitada y que incluye las coreografías de los grandes clásicos, el montaje de la ópera ballet barroca Acis y Galatea, nuevo género en el arte cubano.

Otros estrenos mundiales de Alicia han representado clímax del evento, como La destrucción del danzante, protagonizado por Oziel Gounod, quien estremeció al público con su interpretación; mientras una historia de amor en una pareja de bailarines, emergió en las actuaciones convincentes de Anette Delgado y Dani Hernández.

Alicia ha generado toda una serie de ideas, materializadas en las galas dedicadas a los centenarios de La comparsa, de Ernesto Lecuona, Igor Youskevitch y Virgilio Piñera, en las cuales hubo espacios para los invitados del exterior y de otra provincia, como el Ballet de Camagüey.

Una sucesión de sorpresas ha caracterizado al evento, con el protaqonismo de talentos juveniles procedentes de las filas del Ballet Nacional de Cuba, unidos a las primeras figuras, como Viengsay Valdés, Anette Delgado, Sadaise Arencibia y Yanela Piñera, quienes centralizaron las funciones de títulos paradigmáticos de la era romántica del ballet clásico.

UN RESPLANDOR DE ARTE MAYOR

Entre otros bailarines cubanos, José Manuel Carreño han conferido resplandor al evento, protagonista y director de la gala con estrellas del ballet estadounidense y quien mostró matices en su ejecución dancística a partir del repertorio de Frank Sinatra, en la suite dedicada al cantante. Carlos Acosta ocupó un espacio de primera línea en el evento por su excelencia al asumir el solo Memoria, del coreógrafo Miguel Altunaga, en una consecución de retos a la técnica, interpretación y proyección escénica.

También las representaciones de las compañías invitadas otorgaron lustre al evento. Entre ellas, el Tom Gold Dance y estrellas del New York City Ballet, con las resonancias de su inolvidable Tango Fantaisie; el Malandain Ballet Biarritz, con la conceptualización contemporánea de El amor brujo, en claves inéditas; y la compañía noruega Jo Stromgren Kompani, que presentó un espectáculo sin precedentes, Un tributo danzario al arte del fútbol, el cual otorga un original prisma al espectador para contemplar dicho deporte con los recursos y energías propias de la danza.

Han brillado en escena presencias que perfilaron hitos, como el Taller Coreográfico de la Universidad Autónoma de México, dirigida por Gloria Contreras con el Solo para un ángel, centralizado por el cubano Jorge Vega; el impacto de una alta técnica, encauzada por lo orgánico de la interpretación del cubano Javier Torres, primer bailarín del Northern Ballet de Gran Bretaña, quien devino un Prometeo, interiorizado hasta la exégesis, en El poema del fuego, de Alberto Méndez; el reflejo auténtico de emociones encontradas con un final inesperado por Natalia Berrios y José Manuel Ghiso, de Chile.

PREMIO ALICIA ALONSO DE COREOGRAFÍA

La entrega de los premios a las obras laureadas en el Premio del VIII Concurso Iberoamericano de Coreografía Alicia Alonso CIC 2012 fue escenificada en la gala consagrada a este evento. Dos piezas obtuvieron el premio compartido: ¿Hasta dónde?, del israelí Sharon Fridman, interpretada por el autor y Arthur Bernard Basin, en un lenguaje donde los matices de la gestualidad y las cadencias que perfilaban cadenas de acciones imbuidas de lirismo fueron ejecutadas con total pulcritud.

El crimen fue en Granada, de la cubana Irene Rodríguez, mereció este premio ex aequo. La obra muestra con una tragicidad estremecedora el asesinato de Federico García Lorca por el fascismo español en una concepción danzaria en la cual confluyen el dramatismo y las metáforas en una poética inusual, interpretadas por Irene Rodríguez, en una muerte pletórica de onirismo, y Henry Carballosa con la fuerza dramática que signó el avance de Federico hacia el fuego asesino, arropados por la sincronización de la compañía que lleva el nombre de la galardonada.

Un tributo a Antonio Gades subió a escena en Bodas de sangre, en la coreografía del propio artista, alcanzó un alto nivel interpretativo en Viengsay Valdés como la novia; José Manuel Carreño, en Leonardo; Javier Torres, el novio; Jessie Domínguez, la mujer; e Ivette González, la novia, quienes supieron inscribir sus transfiguraciones en las sugerencias del universo lorquiano.

Un tributo fílmico excepcional, logrado por la dedicación y dominio de la técnica de José Ramón Neyra, dio inicio a la gala dedicada al centenario de Igor Youskevitch, que alcanzó su punto culminante con la puesta de Tema y variaciones, de George Balanchine, inspirada en Alicia y Youskevitch, con una ejecución balletística de gran apego al estilo del geómetra del cuerpo, por Viengsay Valdés y Osiel Gounod.

Como un final que abrió un paréntesis para próximas ediciones puede catalogarse la gala de clausura con el Grand pas de quatre, como inicio y La Sinfonía de Gottschalk, como expresión de la génesis de los ritmos populares cubanos en concepción dancística de Alicia, quien sueña poemas visuales en pos de la danza.


Irene Rodríguez, mereció este premio ex aequo. 


El crimen fue en Granada, de la cubana Irene Rodríguez.


El crimen fue en Granada, de la cubana Irene Rodríguez.


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Ada María Oramas Ezquerro

De larga trayectoria en el periodismo cultural. Premio de Oro, del Gran Teatro de La Habana y Miembro de la sección de la Asociación de Artistas Escénicas de la UNEAC


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