Champions League: El Bayern rompe con el gafe de las finales

Con un dedo en los labios, el corazón latiendo a mil y pensando en el título, celebró Robben el 1-2 para su equipo. Aprovechó una semiasistencia de Ribery y puso un punto en la boca de todos sus detractores: gol de la victoria a un minuto del final. ¿Quién hablará ahora? Los titulares de los medios germanos deberán cambiar su discurso robberiano por un día y subirlo en el podio hasta que otro mano a mano trascendental sirva para enterrarlo seis pies bajo tierra.

Ganó el mejor, el equipo con mayor capacidad para generar oportunidades de la nada. No hubo premio para el esfuerzo y el fútbol de toques seguros del Dortmund; pudieron sepultar a los bávaros en un primer tramo del partido pero el esférico no quiso entrar, mejor, Neuer no se lo permitió. Al Bayern casi le ocurre lo mismo: las oportunidades si iban por el caño y el cronómetro no se detenían. Habían dos motivaciones diferentes para los dos conjuntos: los de Múnich no podían perder su tercera final en cuatro años y los de Klopp eran conscientes de las escazas posibilidades de contar con otra oportunidad como esta para alzar la Champions, más aún con la posible desintegración de la plantilla y la marcha de sus principales estrellas para clubes europeos con más poder económico. Pudo más la vergüenza que el sueño dorado.

Entre los hombres de Heynckes, resaltar la labor de Ribery y Robben, multiplicados en defensas y artífices de ambos goles de su club. Neuer como muralla imbatible, solos desde el punto de penal pudieron perforarle las redes. El resto de los jugadores estuvieron casi todo el encuentro en una especie de sopor, pero son tan grandes futbolistas que con un chispazo, unos minutos buenos, basta para firmar una actuación decente. Javi Martínez, Boateng, Lahm, entre otros no tuvieron el mejor partido posible, pero su calidad y técnica fue suficiente para cumplir con su trabajo.

Por parte del Dortmund, Reus echó en falta la presencia de Götze y aunque tiró del equipo y provoco varias ocasiones de gol, terminó acusando al cansancio y la soledad; Lewandowski no pudo cumplir con esa función de pívot que le ha asignado su entrenador y estuvo desaparecido la mayor parte del juego. La saga aguantó bastante bien a sus rivales, pero dos de los tres mano a mano de Robben se debieron a imprecisiones a la hora de despejar. Los perdedores tuvieron un buen partido, pero ante un monstruo como el Bayern, hoy por hoy con la mejor plantilla del mundo, no puedes perdonar las contadas ocasiones ni cometer ninguna pifia en la parte de atrás. No obstante, opinión muy personal, este encuentro puede convertirse en un trampolín tanto para Hummels (aunque lo niegue) como Subotic hacia otros clubes. Por cierto, el salario de Reus es de cuatro millones al año.

Ahora quedan dos o tres temas en la sartén del morbo. Si el equipo bávaro gana la Copa doméstica para conseguir el triplete, ¿cómo puedo Guardiola mejorar la actuación? ¿Logrando un segundo triplete? Además, es muy probable que este equipo se desmorone la próxima temporada, pues de seguro habrá cambios y en una primera temporada de transición será en extremo difícil alzar algún título. No ocurrirá lo mismo que con el Barça, pues el de Santpedor no implantó una filosofía de cero, ni cambió tantas piezas en su primera temporada, solo sacó a quienes en ese momento lastraban por su peso en el vestuario el desempeño del resto del equipo. Después de hoy ¿quién sobra en el Bayern de Múnich? Ojalá me equivoque, pero este cambio de director técnico puede convertirse en uno de los mayores desaciertos en la historia del fútbol.

Por otra parte, si Mourinho llega finalmente a Chelsea, no más comenzar la temporada, se volverían a ver las caras los antiguos entrenadores de Barcelona y Real Madrid. Las relaciones de amor odio son así.

En los últimos tiempos el fútbol está siendo justo con los jugadores. Con la victoria del Inter hace tres años, de los bleus la temporada pasada y del Bayern en esta, una gran cantidad de jugadores de excelente calidad alza el máximo galardón europeo, algo que no pudieron hacer Ronaldo, Maradona, Bergkamp, Totti, Van Nistelrooy y Baggio, entre otros.

Justicia poética o no, cuando uno ama al fútbol se alegra de los triunfos de las estrellas que nos han regalado alegrías y sufrimientos; no hay nada más triste en cualquier deporte que la ausencia de un título manchando una espectacular hoja de servicios y estadísticas.