sábado, 18 de mayo de 2024

La manzana de Adán

un blog de Adán Iglesias Toledo

Apertura y cierre

La impuntualidad es una característica de muchos establecimientos de nuestro país, con sus consabidas justificaciones...

Adán Iglesias Toledo
en Exclusivo 14/01/2014
2 comentarios
Reloj Tijera
La impuntualidad es uno de los problemas de nuestras instituciones. (Adán Iglesias Toledo / Cubahora)

La famosa impuntualidad del latino para las citas es conocida. Los europeos se vanaglorian de la llegada a la hora y minutos señalados de sus trenes y autobuses; pero en nuestra aldea, más allá de la idiosincrasia, la cosa se va de las manos.

Podremos ser impuntuales hasta en citas amorosas, pero en las redes comerciales hay que reconocer la seriedad con que se asume el momento del cierre. Es más, una hora antes de este ya el personal está relajado y asumiendo que la jornada laboral va a acabar. En definitiva, a esta hora ya apenas quedan productos que vender, las pizzas están frías, la cerveza caliente y demás.

Si estás en una cola o fila para esperar ser atendido en un servicio, ni se te ocurra reclamar que acaben de abrir de una vez. Las explicaciones, cuando las dan, lloverán sobre ti:

“Estamos limpiando para que todo esté correcto”.

“Estamos haciendo un inventario”.

“El que esté apurado que vaya a otro lugar”.

“Ayer nos pasamos de hora”…

En definitiva, comprenderás que tu tiempo, tu planificación, no valen de nada y a ellos les da lo mismo que venga un tornado como que la tierra tiemble nuevamente.

Dentro de este margen de inicio y final, hay detalles criollos, como el famoso horario de almuerzo, un derecho que tiene el trabajador, pero usted como usuario tiene también el suyo.

El ejemplo se da muy bien en las filas de los Bancos de Ahorro. Varias casillas o cabinas con sus bellas cajeras pagan o cobran diferentes servicios: chequeras, depósitos, extracción, créditos, etc. Todo muy bien organizado y con otra compañera o vigilante que está destinado a mantener el desorden. Puedes estar desde las 8 de la mañana en tu fila, que cuando piensas que ya te van a atender, la bella muchacha apoya sobre el cristal un cartelito que anuncia: “Horario de almuerzo”.

Reitero que es derecho de la bella cajera almorzar, el problema es que no se piensa en el servicio que brinda el Banco a la población, ni se crea el mecanismo, para que otra compañera siga atendiendo a los clientes.

Desde el film La muerte de un burócrata de Humberto Solás, he visto repetida, muchas veces en realidad, la escena del hombre que ya le van a estampar el cuño (o sello) en su papel, pero suena el timbre de salida y el funcionario se levanta y se va.

Seguimos siendo estrictos con los cierres, el problema es abrir las entendederas.


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Adán Iglesias Toledo

Amo contar mi realidad en imágenes. Soy caricaturista y director del Dedeté, suplemento de humor de Juventud Rebelde.

Se han publicado 2 comentarios


Mercy
 14/1/14 16:12

Y no hay manera de resolver que los centros que brindan servicios extiendan sus horarios para el que trabaja. Si trabajas lejos de casa y vives en un reparto dormitorio...no te queda de otra que faltar y llegar tarde tú para poder hacer cualquier gestión, porque todo es en horario laboral y para colmo es tarde.

Lídice
 14/1/14 16:11

Así mismo, Adán. Y no hay quien le ponga el cascabel al gato. Para cualquier gestión, aunque esté a las 6 am, todo empieza a funcionar a las 9. Si es la tarde ve de 2 a 3 pm porque aunque cierren a las 6 ya están cerrando antes.

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