jueves, 2 de mayo de 2024

¡Sácala si puedes!

Y ahora, ¿cómo yo hago esta crónica creíble, si ninguno de sus temas es atrapable en palabras?...

Mileyda Menéndez Dávila
en Exclusivo 18/07/2023
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Intimidades, 18 de junio, 2023
Buscar cada día el sustento es necesario, pero también hay que buscar razones para disfrutar la vida. (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

Dice mi hijo que los emojis son cosa de su generación, y yo le respondo que nananina. ¡Ojalá hubiera conservado alguna de las libretas de versos de mis amigas de la adolescencia, para que viera la profusión de dibujitos complementarios al estallido de idiotez idílica de aquellas cuartetas, escritas con letra bien prolija y super adornadas con los ancestros calcados de los emoticones digitales de hoy.

Esa práctica es tan antigua que hasta mi abuela y mi madre conservaban cuadernillos de su edad tierna, ¡y la primera nació hace más de un siglo!, así que la necesidad de dibujar emociones para otros y para tu propia memoria sentimental, es más vieja que los primeros bit.

“Si te vas por ahí, llegamos a la escritura ideográfica de Egipto, o a la época pictográfica de las cavernas, cuando dos palitos parados eran guerreros y dos acostados… bueno, palitos también”, responde guasón, y se la dejo pasar porque me alegra que al menos él recuerde las clases de historia de la comunicación que impartí en la sede universitaria en Regla, hace casi dos décadas.

Yo también hice diarios amorosos, le digo, pero nada que ver con esta crónica porque no me gustaba dibujar corazones sangrantes, ni palomitas de acurruco o besos pegados con creyón que luego manchaban el resto de la libreta.

Mis versos eran propios, no copiados, desde tercer grado, y a partir del preuniversitario ya eran libres de rima y cargados de metáforas desgarradoras, sufridas, vallejianas… sin más dibujos que la tinta arrastrada por mi zurda sobre las líneas recientes, porque si esperaba mucho se secaba primero la inspiración.

Pero sí usé emojis como los del Wasa: en los mensajes encriptados en taquitos para los compinches de aventura y en el borde de las libretas, cuando la clase era demasiado aburrida o yo andaba muy enamorada, pero mal correspondida (el 90 por ciento de mis experiencias en esa edad), y entonces me hacía la sarcástica con todo el mundo.

Y aquí caigo en el segundo tema de esta semana: si el 18 de julio es el Día Internacional de los Emojis, el 19 es el día de Sacar la Lengua, y por si no se han fijado, hay al menos nueve figuritas con ese gesto entre los íconos de las redes sociales, y aunque reflejan emociones parecidas, logran nuevos matices según el resto de la expresión.

Yo la saco poco, la verdad (comparado con Jorge, que le encanta esa burlita y le queda muy bien). Debe ser un trauma infantil, porque el tic de mi madre es justamente tener la lengua afuera toooodo el tiempo. Esa es la imagen que mucha gente tiene de ella: media lengua hacia un lado, pelo revuelto y nariz fruncida para retener los espejuelos en la punta. Tres emojis en uno, si te pones a ver. 

Sacar la lengua es de las primeras interacciones que aprendemos de bebés, y aunque parezca mofa, no siempre es así. En sus orígenes era un saludo de la cultura tibetana. Al parecer, alguien muy maloso de lengua negra había muerto, y la gente quería estar segura de que no estaba reencarnado en el otro antes de entrar en alguna confiancita.

También es práctica habitual desde hace milenios mostrársela al médico para evaluar tu salud, porque a lo largo de la noche y cuando estás enfermo su lomo acumula “ama” (elementos tóxicos que el cuerpo busca expulsar). Por eso es muy saludable lavarse la boca al despertar, antes de tomar siquiera agua o café, y limpiar la lengua con una cuchara o un raspador, porque si tragas el ama reciclas tus malestares cada amanecer.

Ergo: no es buena idea besuquearte con tu pareja antes del cepillado-raspado matutino, a menos que el contrato incluya intercambiar gérmenes, además de cariño, y eso vale también para otras partes del cuerpo al que suelen llevar sus lametazos, por si te lo estabas preguntando ahora mismo, con carita de emoji que mira hacia arriba o pone la mano en su boquita para disimular.


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Mileyda Menéndez Dávila

Fiel defensora del sexo con sentido...


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