viernes, 3 de mayo de 2024

¿Convivencia o intimidad?

Pueden ser simultáneas, pero una supera a la otra en muchas dimensiones ...

Mileyda Menéndez Dávila
en Exclusivo 04/07/2023
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Intimidades
Pareja es también sinónimo de comodidad: un espacio seguro para estar y ser. (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

¿De que vale vivir juntos si no hay confianza?, me dice Rache, la nueva gestora de nuestra plataforma Senti2, mientras preparamos una broma a Jorge para celebrar su reaclimatación hogareña, luego de estar tres meses en Santa Clara, acompañando a su mamá.

Confianza es, en resumen, ser tú en presencia del otro (y viceversa) sin empaques ni finjimientos; sin miedo a la crítica o el menosprecio; sin freno para expresar ideas e intercambiar atenciones, a tu ritmo y según tus ocurrencias.

Para eso hace falta empatía, madurez, autoestima, cariño y un no sé qué de magia para conectar con alguien que ha crecido en circunstancias muy diferentes a las tuyas.

Y asertividad, acota Rache, porque si no eres capaz de defender tu sitio en una relación (erótica, amistosa, laboral) y no le das salida adecuada a las emociones, dejas de ser tú, y eso lo pagan mente y cuerpo con malestares que te pueden costar, literalmente, la vida. 

Bien lo sabe ella, pues ya le tocó compartir techo con personas con quienes no se llevaba muy bien, y en cambio tuvo parejas desubicadas con las que todo caminó divinamente: en lo físico y lo espiritual, pero también en lo cotidiano, porque es muy rico tener un deseo y que alguien esté ahí para ayudarte a cumplirlo, como también da placer la reciprocidad, por gratitud y porque te nace hacerlo.

La convivencia puede traer intimidad, pero no es  requisito excluyente ni condición garante para conseguirla, decían mis colegas de maestría en la última clase, por fortuna presencial.

Ese vínculo se cultiva más allá del espacio y el tiempo, y nadie puede romperlo, aún cuando las relaciones acaben de la peor manera, decía yo esa mañana, porque pruebas he tenido de sobra para confirmarlo.

Pienso, por ejemplo, en aquel restaurante de Santiago de Cuba, cuando coincidí en el mismo salón con un ex muy importante en mi desarrollo personal, y ¿casualmente? nuestra canción empezó a sonar por los altavoces.

Dudé mucho antes de mirar en su dirección porque estaba acompañado de la esposa, pero cuando la tentación pudo más, mis ojos tropezaron con los suyos, que nunca se escondieron para observarme con similar deferencia, y no necesitamos decir más para saber cuán fuerte era aún nuestro vínculo, cargado de silencios y nostalgias.   

La intimidad va más allá del sexo y no necesita de él para alimentarse, acota mi amiga, aspirante a colega en este oficio de cronicar la vida como oportunidad para apreciarla mejor y hacer de ella un bello reto.

Algunas personas son tan especiales que puedes compartir con ellas lo que nunca soñaste revelar a nadie, y ¡ay de tu pareja si sufre celos de esa conexión!, pues lejos de romperla, terminará reforzándola, y te verá llorar justo en ese regazo por su insegura incomprensión.

Intimidad es eso que logran las parejas a distancia, incluso si no se han visto nunca, al punto de entregarse a través de la tecnología. Eso que mantiene unido un matrimonio aunque del fuego erótico inicial solo queden tizones. Esa sensación inexplicable de cercanía con alguien a quien ves de tiempo en tiempo, pero ha sido tu confidente, tu espejo de cordura, tu nido para la renovación a lo largo de muchas décadas, tal vez siglos.

Hasta las personas que practican sexo transacional le dan un gran valor a ese estado de complicidad, y cuando surge con algún cliente, eligen no cobrar el servicio y abren su alma, con una cuota mayor de amistad que de interés.   

Como todo lo humano, la intimidad auténtica no cree en exclusividades, porque se multiplica de maneras únicas en lazos diferentes, y goza del privilegio cuántico de trascender egocentrismos y mezquindades.

Si has leído hasta aquí y ningún nombre ha pasado por tu mente, suelta el teléfono ahora mismo y corre a un parque, una parada, un cine, ¡hasta una cola puede servir! Deja correr tu mirada en silencio y date permiso para resonar, al margen de fugaces apariencias, con cualquiera que logre destrabar tu cuerda íntima para hacerla vibrar al ritmo de su risa o de su voz.  


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Mileyda Menéndez Dávila

Fiel defensora del sexo con sentido...


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