viernes, 26 de abril de 2024

¿Qué podrían escribir los niños cubanos sobre sí mismos? (+Fotos)

La realidad de muchos niños cubanos es tan linda como la de Lía, cuya mayor preocupación es querer ser actriz o saber a ciencia cierta qué es el amor…

María del Carmen Ramón en Exclusivo 01/06/2015
2 comentarios
Bienal de La Habana, detrás del muro 01
Lía no entiende de datos, pero alguna vez sabrá que Cuba está entre los países del primer mundo con mejores indicadores para el tema de la infancia. (Fernando Medina Fernández / Cubahora)

Lo decía José Martí: “Los niños saben más de lo que parece, y si les dijeran que escribiesen lo que saben, muy buenas cosas que escribirían”. Hojeo un ejemplar de la Edad de Oro, mientras escucho los gritos de mi hermana Lía sobre la mesa, reclamando la atención de mi madre. Ella ya cumplió los 8 años,  y como niña al fin dedica su tiempo libre a jugar con sus amiguitas, a ser un día cocinera, enfermera, mamá; o a aprender de memoria cuentos para niños y repetirlos asignando voces distintas a los personajes o simplemente cantar canciones con cualquier pieza entre sus manos que parezca un micrófono.

“Que ni se piense ella que cuando sea grande va a ser actriz, si su hermana más grande es periodista y la otra es bioquímica, ella al menos tiene que ser doctora o abogada”, le dice mi madre, y Lía no tarda en recordarle entre risas: “sí, abogada para defender los derechos de los niños como yo que los padres no dejan ser artistas”.

Y casi todas las respuestas de Lía tienen cierto parecido con esta. Cuando era pequeñita le regalaron un librito con algunos de los derechos fundamentales de los niños, y desde ese entonces lo utiliza a menudo en su favor: “los niños tienen derecho a jugar, a comer, a tomar agua, a que sus papás los cuiden, a decidir lo que quieren ser cuando sean grandes”.

Hay algunos que entiende mejor que otros, pero Lía no olvida que cada mañana debe despertar bien tempranito para ir a la escuela. Es capaz incluso de suplicar a sus tatas que la despierten un poco más temprano, porque ella no quiere ser como Alejandro, quien siempre llega después del himno de Bayamo. De modo que Lía sabe que los derechos entrañan deberes y que en Cuba todos tienen el derecho por igual de compartir un aula. Y sabe también que su prima Laura, quien tiene algunos trastornos en el aprendizaje, debe ir a una escuela diferente.

Aunque Lía llore cuando está enferma y su madre debe ponerle el molesto pinchazo, ahí está en su brazo izquierdo la marca de la vacuna que tiene todo cubano. Aunque olvide que el derecho a la salud está también en el librito que tanto lee—porque la salud no es tema que preocupe a un niño sano— está creciendo viendo que su madre puede atenderse en el hospital sin mayor preocupación, y con la certeza de que a la mínima fiebre tiene que ir al policlínico o a la doctora Yaque, su médico de familia.

Lía escucha los cuentos de su madre y no entiende todavía de la gravedad de ciertas enfermedades, no sabe que es la muerte, ni tampoco lo que puede significar para quien vive en otro país  pagar un transplante de medula espinal, pero es que ella nació con el derecho a no tener que preocuparse por eso. No obstante, habla mucho en la escuela sobre el caso de su primo Carlos, quien sufre de Leucemia, y por eso ella le regala dibujos con textos como “Carli, que te mejores pronto”.   

Entiende a su manera el mundo y podría escribir los mejores libros al hablar de la recuperación de su maestra de primer grado de aquella operación repentina o de los médicos que están haciendo todo porque la barriga de su tía Moraima transcurra sin contratiempos, a pesar de que ella es diabética.

Lía sabe que no debe golosear las compotas de su vecino Esteban, porque ya una vez le toco tener las suyas. Ella no supo nunca de dónde provenían, pero cuando le toque prepararse para ser madre sabrá que forman parte de una dieta especial que garantiza el gobierno, junto con leche, carne y algunos otros de esos alimentos que a ella le gustan tanto.

Lía no entiende de datos, pero ya le tocará conocer que Cuba está entre los países con mejores indicadores para el tema de la infancia, entre ellos la tasa de mortalidad infantil en menores de 5 años.

Sabrá también que el país tiene cero por ciento de niños desnutridos, que estos tienen 11 vacunas totalmente gratuitas que los previenen contra enfermedades erradicadas o controladas, y que quienes quedan huérfanos se convierten en hijos de la Patria y pasan a ser cuidados en hogares para niños sin amparo filial.

En medio de una jornada de trabajo de mi madre, Lía hace una tarea donde le preguntan cómo definiría el amor en su vida cotidiana. Dudosa le pregunta a su madre: Mami, ¿qué es el amor?

“¿A esta hora con esa pregunta Lía, estoy planchando”. Ella suelta por un instante e intenta saciar la curiosidad de su hija buscando en el diccionario.  “Mami, pero por qué te complicas tanto:¿no puedo decir que amor es cuando mi abuela me da un beso y cuando tú me das la comida cuando estoy majadera y me bañas, cuando me llevas al médico para inyectarme aun cuando tengo miedo, cuando me ayudas a hacer las tareas…?”

Mi madre la mira con la boca abierta. Entonces confirmo que si los niños cubanos pudieran escribir sobre su vida, muy buenas cosas que escribirían. Por suerte, la realidad de muchos en este país es tan linda como la de Lía, donde su mayor preocupación es querer ser actriz o saber a ciencia cierta qué es el amor.


Compartir

María del Carmen Ramón

Se han publicado 2 comentarios


Lola
 2/6/15 10:57

y por qué le quitan la leche a los niños a los 7 años? siendo esta tan necesaria para su crecimiento y estando tan cara en las tiendas??? explíquenme ese derecho por favor, porque no lo entiendo

Alberto
 1/6/15 16:07

Magnificas fotos, siempre entro a Cubahora porque en este sitio se pueden encontrar fotos muy buenas de la realidad cubana.

Deja tu comentario

Condición de protección de datos