Pasión por la pizarra

Por estos días se anuncia que más de 4500 jóvenes cubanos se gradúan como maestros para la educación Preescolar, Primaria y Especial en toda Cuba, después de cuatro años de estudios. Precisamente, la idea de abrir estas escuelas formadoras, experiencia que décadas atrás dio buenos frutos, resultó una medida necesaria, ante la carencia de educadores para estas enseñanzas.

El desafío entraña gran compromiso, pues educar a la niñez constituye un factor fundamental para su desarrollo pleno. No solo se trata de aportar conocimientos básicos, que serán la base de un aprendizaje permanente, sino también de sembrar valores y depositar en ellos “toda la obra humana que les ha antecedido”.

En esa labor, la atención de los maestros a los educandos deberá ser individualizada, sobre todo en las edades más tempranas, pues requieren mayor atención. La sensibilidad y entrega pedagógica deberá ser una cualidad indispensable del claustro.

Hay que recordar que en esa primera etapa escolar se aprende a leer y a escribir, a sumar y restar, a conocer las reglas ortográficas, a tener buena caligrafía. Son esos años azules en que la inocencia busca los porqués y comienza a preguntar sobre todo lo que le rodea. Entonces, mientras más motivados se encuentren los pequeños en el aula, al valorar a sus maestros como paradigmas, tendrán una actitud consecuente en la sociedad.

Los jóvenes educadores, que ingresaron a estos centros para formarse como maestros luego de graduarse de Secundaria Básica, reciben la preparación necesaria para asumir las enseñanzas Preescolar, Primaria y Especial. Al graduarse obtienen el título de nivel medio superior, equivalente al bachillerato, sin renunciar a la continuidad de estudios en las universidades pedagógicas. Es decir, tienen la oportunidad de cursar estudios superiores, pero para ingresar a la Universidad solo podrán hacerlo en carreras de su propio perfil pedagógico, y luego de realizar un año de habilitación, que cuenta como el primero de la licenciatura, y en el cual también serán preparados para las pruebas de ingreso.

Ena Elsa Velázquez Cobiella, ministra de Educación, ha expresado que los estudiantes que se gradúan de las 22 escuelas formadoras de maestros que existen en la isla constituyen un refuerzo para quienes están hoy al frente de las aulas. Según sus valoraciones, ello permitirá, a partir de la formación que se les está brindando, producir un cambio en la calidad de la enseñanza. 

Recientemente, el público cubano apreció en Carmela, la maestra de Chala en la película Conducta, un retrato de lo que debe ser el arte de educar. Su defensa de la profesión, a la que dedicó su vida, y la relación que estableció con su pupilo recibieron el aplauso de los espectadores que llenaron las salas de cine de todo el país para disfrutar esta obra cinematográfica de gran valor pedagógico. El filme, basado en personajes reales, fue analizado en varias escuelas y sirvió para responder la pregunta sobre qué significa ser maestro en la Cuba de hoy, con las complejidades socioeconómicas de nuestra sociedad.

Quienes en el mes de septiembre arribarán a las aulas primarias deberán llevar el espíritu de Carmela. Los que tuvimos maestros primarios con esa sensibilidad infinita ante cada problema, que supieron encauzar y llevar a buenas rutas nuestras dudas e intranquilidad, siempre los recordaremos con especial cariño, como una muestra de agradecimiento y respeto. Esa debe ser la brújula de los jóvenes que recién se gradúan, los que nunca podrán creer que llegaron a la meta final. Porque en el arte de la educación, cada día es un nuevo comienzo.

Nunca deberán desprenderse de la pasión por la tiza y la pizarra. Convertirán el pequeño espacio del aula, en la que se crecerán junto a los alumnos, en un gran palacio de conocimientos y buenos modales. Solo así podrán cumplir con esa noble tarea que tienen en sus manos.