jueves, 25 de abril de 2024

Mujeres de siempre (+Video)

Tomadas al azar entre millones, a Maris Blanca y Erlinda todo el orgullo le cabe en dos palabras que son como nombre propio: mujer cubana...

Dilbert Reyes Rodríguez en Exclusivo 27/07/2014
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Erlinda Yero Liens
Erlinda Yero Liens merecedora del Premio Nacional a la Excelencia de la Mujer Productora en 2011. (Dilbert Reyes Rodríguez / Cubahora)

Al beso de presentación ante Erlinda Yero Liens, lo acompañó un premeditado apretón de manos. Fue fuerte y seguro —era de esperar—, pero al girarle y mirar sin discreción ni permiso la palma de su mano, me sorprendió la piel delicada, a pesar del trabajo recio y constante.

“Es que la leche de búfala tiene mucha grasa, y no deja formar callos ni cachaza”, aseveró guiñando el ojo.

De sus 60 años entre la Sierra natal y los pastos circundantes a la ciudad de Bayamo, esta madrugadora de oficio ha dedicado 25 al ordeño del ganado, “primero de vacas, y desde el 2004 con las búfalas de la Empresa Pecuaria La Bayamesa”.

Precisamente, la última labor ha distinguido a la señora, merecedora en 2011 del Premio Nacional a la Excelencia de la Mujer Productora, otorgado por la Asociación Cubana de Producción Animal.

“Dijeron que era la única en Cuba dedicada al ordeño de búfalas, y yo quisiera que no fuera así, sino que hubiera muchas mujeres en esto, como en el resto de los sectores.

”Sin embargo, en otra unidad cerca de aquí, ya hay una muchacha haciéndolo también, con el mérito, incluso, de ser la propia jefa del establecimiento. Eso me alegra mucho, porque reafirma que la mujer cubana puede hacer cualquier cosa, lo mismo que los hombres y con igual resultado. Por ejemplo, yo igual ordeño, que raspo y lavo las ubres, pastoreo, y hasta me pongo a reparar las cercas”. 

Segundo Ferrer, jefe de la unidad bufalina número 4, lo confirma: “Queremos a Erlinda como a una hermana, pero no le bajamos la carga por ser mujer. Ella misma no lo admite y puede competir con cualquiera de nosotros. Permiso un minuto.

—¡Dale, Erlinda, coge la otra!  

—¡Maripoooosa, ven! —entona ella, y la ata a la armadura del corral.

Mientras otro obrero limpia todo el vientre de fango —hábitat natural del búfalo— y lava muy bien la ubre, Erlinda relata su rutina diaria, desde el despertar a la cuatro de la mañana, el ordeño a partir de las cinco y media, y el resto de la jornada dedicada a la atención del ganado; que en su unidad está conformada por 50 búfalos, nueve hembras en ordeño, dos novillas, 14 añojos y 11 crías, “todos gordos como una canoa”.

Ya con la ubre entre las manos, Erlinda no detendrá el pulso hasta topar los cuatro litros, buen promedio, “y eso que dejamos un cuarto para el ternero”, explica ella, quien ha pasado su vida entre vacunos y los considera dóciles y tiernos. “Si se saben cuidar, claro”, y los tiene también como el mejor argumento a fin de demostrar que, si las hay, sobran los dedos de una mano para contarle a la mujer cubana las cosas imposibles.

“MANEJAR” LA RESPONSABILIDAD

De nuevo, en un ambiente dominado por hombres, encontramos a otra mujer de carácter curtido por 37 años de responsabilidad creciente.

Maris Blanca Pantoja de ningún modo es, por laborar entre tantos papeles y a resguardo del sol en una oficina, la antítesis de la ordeñadora Erlinda. Más bien es el equilibrio, la otra cara que ilustra la condición multifacética de las féminas defendidas por Vilma Espín en su Federación mayoritaria, y que a la altura de estos tiempos, son tan heroínas de la cotidianidad como lo fueron de la epopeya del Moncada las legendarias Haydée Santamaría y Melba Hernández.

“Precisamente en ellas pensamos y conversamos anoche mi esposo y yo, luego de repasar mi vida laboral, iniciada como joven oficinista de la antigua Empresa Expedidora del Oriente. A Vilma, por ejemplo, le dio tiempo a contemplar el fruto de su lucha, y observar el paso de la mujer, de solo las tareas de la casa, a protagonista del trabajo en Cuba”.

Maris Blanca es hoy subdirectora de Recursos Humanos de la Empresa de Transporte en la provincia de Granma, y aunque la modestia la hizo hablar “entrelíneas”, se descubre que el éxito de su labor radica en saber cómo dirigir el más preciado componente de cualquier producción: la fuerza de trabajo.

“En este tipo de responsabilidad, nada es mejor que la relación directa, el acercamiento al hombre en su puesto laboral. Así he tratado de hacerlo, y creo que por eso no ha importado el predominio de varones en el sector, la mayoría rudos, como suele ser el oficio del chofer o el mecánico. Con frecuencia, muchos obreros vienen directo a mí, a decirme su problema, y eso es una gran muestra de confianza que no puede pagarse con desatención.

”La otra parte es el sentido de la responsabilidad. Cumplir en tiempo cada tarea es una cuestión de respeto a sí mismo, de ganarse a los demás, y la posibilidad de exigir con menos esfuerzo y uso de la jerarquía.

”Confieso que tengo cierta dosis de obsesión por hacer las cosas bien y en tiempo. Esa es la culpable de muchas de mis deshoras; pero mi familia —de esposo, tres hijas e igual cantidad de nietos— saben cómo ofrecer apoyo.

“Tal vez mi marido, jubilado del MININT, una hija militar, otra fisiatra de misión, y la tercera médico en formación, valoren desde sus profesiones la necesidad de ser comprendidos. Si no, ¿de qué otra manera la mujer puede ser el pilar fundamental que es, en la obra de esta Revolución?”.

Distinguida con las medallas 23 de Agosto, que otorga la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), y José María Pérez Capote, del Sindicato Nacional de Trabajadores del Transporte, y también merecedora de reconocimientos como cuadro destacado de su Ministerio; Maris Blanca sorprendió con una sola respuesta:

No, no séconducir.

¿Cómo creerle a quien “maneja” tan bien sus responsabilidades, y es referente en el espacio familiar y laboral?

Tomadas al azar entre millones, a Maris Blanca y Erlinda todo el orgullo le cabe en dos palabras que son como nombre propio: mujer cubana.


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Dilbert Reyes Rodríguez


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