jueves, 25 de abril de 2024

Júbilo de una villa

Noche y día se confunden en Sancti Spíritus como parte de la efervescencia para engalanarla a pocas semanas de celebrar el día de la rebeldía nacional...

Carlos Luis Sotolongo Puig en Exclusivo 17/06/2016
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Sentado frente al televisor de casa, Israel Durán Torres lamenta no poder arrollar detrás de la conga que hace unos minutos despertó a Trinidad del letargo vespertino. “Ya son 93 años en las costillas, mijo. Este bastón me ayuda a pararme, pero es un problema para bailar —bromea—. Si no, tú puedes vivir convencido de que el primero que estaría ahora mismo en la calle sería yo, como pasó en el ‘86”.

Y cuenta con precisión envidiable el amanecer de aquella jornada, tres décadas atrás, cuando Sancti Spíritus se levantó en pleno jolgorio al saberse sede del acto por el 26 de julio. “¡Pa’que contarte! Claro, cuando eso no habían pantallas gigantes ni aparatos sofisticados. Las banderitas que los niños del barrio recortaban y después nosotros pegábamos en un hilo con engrudo hecho de harina era el adorno de lujo para engalanar las cuadras; era, como dicen ustedes los jóvenes, lo más grande del mundo”.

Semejante sacudida envuelve ahora a la villa del Espíritu Santo, una suerte de movimiento telúrico como el que vivió a propósito de sus cinco siglos de fundación en 2014. “Eso demuestra que esto no es ningún pueblo de campo; que de ‘guajispíritus’, como a veces suelen decirnos, no tenemos nada de nada. Como dice la canción: ‘Tú, que me decías que Yayabo no salía más (…) Yayabo está en la calle, con su último detalle’”, tararea alto, con las venas a punto de estallarle, Maritza Fuentes desde la ventana de su casa, a pocas cuadras del parque Serafín Sánchez, en el municipio cabecera.

Atravesar estos días el bulevar espirituano, merodear por las inmediaciones del emblemático río Yayabo, recorrer comunidades del lomerío Escambray viene a dar al traste con el calificativo que con cierto desdén pronunciaron los españoles cuando decidieron fundar el terruño. “La de la tierra adentro, encerrada sobre sí misma, la más medieval de nuestras poblaciones primitivas”, al decir de la Doctora Alicia García Santana en su libro Las primeras villas de Cuba.

Quizás no tenga un halo tan místico como el de Trinidad y todavía es una de las pocas ciudades en la isla que no despertó las musas de ningún grabador de la centuria decimonónica. Mas, desde algún tiempo, la tierra del Yayabo lucha a brazo torcido por destacarse entre sus homólogas, desterrar de la memoria los maltrechos paisajes estampados en los archivos fotográficos del Archivo Histórico y sacudirse el peso del estigma, resulta una verdad indiscutible.

Hasta el más escéptico lo supo cuando vio el parque Serafín Sánchez abierto hasta las mismísimas entrañas para enrolarse en un proceso de rehabilitación integral nunca antes visto; proceso que, por cierto, terminó develando misterios sepultados bajo tierra espirituana con hallazgos arqueológicos de siglos pasados.

Se supo, además, cuando el ciudadano de a pie notó la presencia de extranjeros en el escenario nocturno de la ciudad. Ese fue, dicen, uno de los primeros síntomas para notar que Sancti Spíritus abandonaba su condición de destino de tránsito.

Dicho ajetreo crece ahora con la resurrección en más de un centenar de comunidades, rendidas antes por la desidia, el crecimiento de las producciones de alimentos en renglones como la leche, la carne y los cultivos varios, el programa cañero azucarero, el boom del sector no estatal por estos lares (con especial ahínco en Trinidad), cuyos aportes se traducen en la revitalización de la vida social, cultural y económica del territorio, según reseñó el sitio Cubadebate cuando dio a conocer la noticia.

Pese a los días de gloria, no significa que Sancti Spíritus tenga todo el terreno ganado. Deudas, aunque no muchas, cabe notar, siempre quedan pendientes. Más allá de la mejora del semblante, cabría velar por el mantenimiento del esplendor que por estos días ronda predios yayaberos.

Nadie lo resumió mejor que Amarilis Mendoza, una cincuentona presente en la plaza el día en que los medios oficiales confirmaron lo que ya corría de boca en boca desde la trasmisión de la Mesa Redonda en Centrovisión Yayabo: “Aquí se estaba cocinando algo, y lo más lógico era la sede del 26, pero hace falta que después de la fiesta todo siga igual”.

Mientras la algarabía sigue a 80 kilómetros de su Trinidad natal, Israel Durán Torres, ajeno a todo el movimiento que se gesta fuera de las cuatro paredes donde los años lo obligan a permanecer, lee la edición de turno de los diarios para corroborar que los años no le juegan una mala pasada: “¡Sancti Spíritus está en 26! Y doy gracias a la vida por ser un hombre que va a vivir un acontecimiento así por partida doble”.


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Carlos Luis Sotolongo Puig

Reportero aspirante a cronista. Cazador de historias de esta Isla nuestra de cada día para compartirlas cada martes con quienes decidan acompañarme.

Se han publicado 1 comentarios


cubana
 17/6/16 8:32

Bella ciudad

 

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