martes, 16 de abril de 2024

En el nombre del Padre

No voy a quejarme, si a fin de cuentas, ser padre es también, demostrar todos los días, no ser un cualquiera...

José Armando Fernández Salazar en Exclusivo 19/06/2016
1 comentarios

“Realmente Mamá tiene ventaja”, pensé cuando mi esposa, madre primeriza, sostuvo entre sus manos a nuestro hijo, con toda naturalidad. Ella tuvo nueve meses para conocerlo, aprender sus horarios, saber si es comelón o inquieto. Yo me tenía que conformar con los cuentos que me hacían al llegar del trabajo, las pataditas de medianoche y pasarme dos o tres horas hablándole a una barriga porque decían que después reconocería mi voz.

Mamá tiene hormonas, instintos desarrollados en milenios de evolución, que le permiten comunicarse con él desde las primeras horas. Y por supuesto ella es la única habilitada biológicamente con mamas, que son alimento, medicina y tranquilizante en las madrugadas. Papá tiene cuerpo de hombre, que no es aerodinámico y con una compulsión genética a ser torpe cargando bebés.

Yo tuve que aprender a fuerza de perretas y sin un manual de uso, cayendo en todos los estereotipos y lugares comunes de un papá primerizo como por ejemplo, gastarse una hora para armar pañales y que luego no cumplan su función.

Pronto descubrí que la sociedad también le ha dado un papel de telonero al Padre. En las primeras consultas, mientras los doctores revisan a la embarazada de punta a cabo, al esposo le orientan análisis de sangre para detectar enfermedades de transmisión sexual, y nadie le pregunta si está estresado o le duele algo y tampoco le dan dieta.

Cuando llega la hora de armar la canastilla, la cuna y todas las cosas que la tradición exige comprar para un bebé, a papá nadie le pregunta si le gusta aquella toalla verde o azul o si el mosquitero es de copa o cuadrado.

Luego viene el proceso del parto. En muy pocos lugares dejan que el padre acompañe a la madre en el salón él queda relegado a ser un simple espectador y en algunos casos, transportador de comida hacia el hospital, porque la familia cubana cree firmemente que la salud entra por la boca.

Entonces llegará el momento de presentar a la criatura, y no falta el socarrón que dice, “te salvaste, menos mal que se parece a su madre”. Y ahí a papá enseguida se le suben los colores.

En Cuba desde hace algunos años existe la posibilidad de que los padres tengan el derecho a la licencia de paternidad, pero apenas unos 200 hombres han optado por esta opción. La mayoría alega causas económicas o la necesidad de que la madre ofrezca la lactancia, pero nadie oculta un poco de machismo. ¡Qué nos haríamos los cubanos en países como Suecia, donde es obligatorio que el padre pase al menos tres meses con sus hijos de licencia!

Y ni hablar de las consultas de seguimiento. Personalmente he visto como algunos papás responsables se han aparecido en el consultorio médico con sus hijos y han tenido que regresar a buscar a mamá, “por indicación de la doctora”.

La famosa doble jornada que mamá un año después del parto, Papá la comienza desde el principio del principio. Madrugadas largas de guardia frente a la cuna, y luego ir al trabajo y “gestionar” (esto, por supuesto, es un eufemismo) la malanga, el plátano y todos los ingredientes de la papilla o puré. Y cuando al final del día llega cansado al hogar, alucinando con cargar al crío, este se ha dormido o no quiere saber de ese hombre extraño que lo aleja de su mamá. Por eso Papá tiene que malcriar un poco a su hijo y acostumbrarlo a dormirlo en el balance o paseándolo por toda la casa, para hacerse imprescindible en esos menesteres.

A veces hay madres condescendientes que enseñan a sus bebés a decir primero “papá”, pero la alegría dura poco cuando se descubre que utilizan esa palabra para designar todo lo que ven o tocan, reforzando el injusto refrán de que “padre es cualquiera”.

Esa desventaja de los padres crece con los años. Le toca ser el malo de la película cuando hay que hacer un regaño o dar una respuesta negativa, aún cuando la que se opone es mamá, pero ella debe mantener su imagen de cariñosa y comprensiva.

No voy a hablar de que el Día de los Padres hay menos postales y flores a la venta o que en la escuela, adonde primero llaman si pasa algo, es al trabajo de mamá, o que en la oficina todos entienden que ellas deben salir temprano para recoger a sus hijos, pero ponen caras largas si el permiso lo pide un papá. No voy a quejarme, si a fin de cuentas, ser padre es también, demostrar todos los días, no ser un cualquiera.


Compartir

José Armando Fernández Salazar

Para mí no hay nada mejor que estar con los que quiero, riendo y escuchando a los Beatles

Se han publicado 1 comentarios


Mally
 22/6/16 17:15

Precioso artículo, muy de acuerdo contigo periodista, excepto que en mi casa el orden y la disciplina le toca a mamá y no por eso se desluce la imagen de cariñosa y comprensiva. Por lo demás, es así, si fueran iguales las mamás y los papás, tendrían un solo nombre: serían dos mamá.

Deja tu comentario

Condición de protección de datos