sábado, 20 de abril de 2024

El periodismo implica cercanía (+Fotos)

Cubahora conversa con un joven periodista, corresponsal del Sistema Informativo de la Televisión Cubana en Haití, ganador de tres galardones en el reciente concurso 26 de julio…

Leticia Martínez Hernández en Exclusivo 09/07/2013
7 comentarios
Abdiel Bermúdez en Haití 00
"La primera vez que salía de Cuba, y sentí que todo lo que amo quedaba atrás."

A Abdiel es difícil no quererlo. Lo conocí en los años universitarios, cuando a mi grupo de Periodismo en la Universidad de Las Villas le dio por irse de excursión a Santiago de Cuba. Abdiel estaba entre los muchachos del “chago” que nos recibió en la Casa Azul, el edificio de su Universidad que acogía por aquel entonces a los estudiantes de Comunicación y Periodismo. Allí estuvo entre los anfitriones más atentos y siempre parecía sonreír.

Luego la vida y sus círculos nos han vuelto a poner en el mismo espacio físico en varias ocasiones, sin tener mucho tiempo para sentarnos a conversar como nos merecemos. Increíblemente, o quizás no tanto, ha sido el ciberespacio quien nos ha unido de tal manera que ya lo cuento entre los amigos imperdibles. Desde hace seis meses Abdiel amanece en Puerto Príncipe, la capital de Haití. Es corresponsal del Sistema Informativo de la Televisión Cubana y su sensibilidad para reportar ha vuelto a sacudir el interés por la historia de aquel país y el desandar de los cubanos por allá, temas que a veces se vuelven trillados porque hay que tener “raza de periodista” para encontrar lo aún no dicho  y decirlo luego con el alma.

Y es que él es un fuera de serie. Es de esos periodistas de mi generación que despuntan entre tantos. Es de esas voces que escuchas a través de la televisión y no puedes más que decir “ahí está Abdiel”. Hace unos días el jurado del Premio 26 de Julio se rindió también a sus pies: ¡con tres galardones de un tiro! Por eso, y porque conocerlo es un lujo, Cubahora conversa con este muchacho alto y de espejuelos, que enamora con sus crónicas y aguijonea con sus comentarios, que se prendió a la suerte de esta Isla desde el día que nació, que se ha dedicado a construir puentes entre Puerto Príncipe y Holguín para besar todos los días a la princesa que aquí dejó…

—¿Quién es Abdiel Bermúdez Bermúdez?

—Un muchacho que gusta de escribir y enamorar, aunque llevo algo más de seis años haciendo televisión y eso ha logrado apasionarme también, me ha acercado a la gente. El periodismo, aunque uno no lo quiera ni lo busque, implica cercanía, porque la gente te lleva consigo, y cree o descree de ti según seas capaz de “tocarle” con lo que dices. Hay mil palabras para apresar eso, para explicarlo. Respeto, compromiso, responsabilidad social… Pero para mí hay dos cosas inviolables que definen a esta profesión tan humanamente complicada: el periodismo es apego a la verdad, y es emoción.

—¿Qué sentiste cuando te dijeron “te vas a reportar para la televisión cubana desde Haití”?

—No sé explicarlo bien. Mucha gente me dijo, pesarosa: “¡¿Para Haití…?!”, como si se tratara más de un castigo o una condena, que de una misión periodística. Y remataban: “¿Por qué no te mandaron a otro lugar…?” Pero uno no escoge el país, ni el momento, ni las circunstancias. No tienes tiempo para otra cosa que no sea prepararte y despedirte. Dices que sí y te vas a descubrir, conocer, comprender y reportar. Te vas a buscar lo diferente donde otros periodistas ya han contado su historia.

—¿Qué dejaste en Cuba?

—Era la primera vez que salía de Cuba, y sentí que todo lo que amo quedaba atrás. Normalmente uno le teme a lo que no conoce, por eso el temor que sentí en el momento en que se cerró la puerta detrás de mí en el aeropuerto, y sobre todo cuando el avión pisó al fin Haití, era cuando menos aceptable: cuando viajas a un sitio desconocido, con una “fama” que le pesa en lo más hondo, y eres responsable por tu país, por los muchachos que conforman tu equipo de trabajo y que aún no conoces, y por ti mismo, entonces tienes derecho a sentir temor, y acto seguido tomas la decisión de echarte atrás o seguir adelante, y nosotros ya llevamos más de seis meses aquí. Claro está, aun estando lejos, hay cosas de las que no puedes desprenderte, que jamás pasan para ti. En Cuba me quedé yo, de otra manera.

—¿Te duele Haití? ¿Qué te ha enseñado la tierra más pobre de este continente?

—Ya no duele tanto. Cuando llegué sí. La primera imagen que me trajo de golpe al “mundo real” fue la de un montón de gente, mujeres en su mayoría, vendiendo todo lo imaginable: ropa, comida, carbón… en un lugar donde el fango y la gente y los carros parecían uno solo. Pero el tiempo va pasando y uno se adapta, aprende a convivir. Eso sí, Haití duele más cuando ves a un niño implorándote que le des dinero mientras se aprieta la barriga porque tiene grangou (mucha hambre), y así pasa cada vez que sales a la calle, con los mayores también, porque pedir dinero aquí es casi una habilidad y una costumbre. Sin embargo, también están aquellas cosas distintivas que no puedes ignorar: las calles pavimentadas de la noche a la mañana, las construcciones crecientes, las bellezas naturales, el cuidado con que los niños visten su uniforme escolar cada mañana, la bandera haitiana ondeando en cada espacio del país… Aprendes a distinguir lo maravilloso en medio de las tragedias con que el destino ha golpeado al pueblo haitiano. Aprendes a crecer como persona, a comparar y a compartir.

—¿Qué te espera al regreso?

—Mucho trabajo, supongo. Cuando eres periodista, te acuestas y te levantas siendo eso. A veces voy en un carro, o camino por la calle, y percibo una señal, un detalle, y lo transformo en una imagen para la crónica o el reportaje que no ha nacido todavía. Yo soy así. Pero también quiero terminar la Maestría que dejé inconclusa, y quiero pensar en serio en mi familia. Alguien especial me está esperando, le dije que nos casaríamos y ya sabes lo que viene después...

—Como joven, periodista y cubano ¿qué opinión te merece la prensa que se hace en Cuba?

—No es la peor del mundo, aunque haya quienes piensen lo contrario. Hay que ver lo que se hace en otros lados para no creernos un agujero negro o algo parecido. Pero tampoco es la mejor, y como cubanos nos duele, porque estamos en el ojo del mundo. Demasiado pedir permiso nos ha hecho mucho daño, y cuando hemos tenido la oportunidad de hacer, nos hemos cruzado de brazos o nos hemos perdido en el triunfalismo y la apología. Falta atrevimiento y emoción, o que se multipliquen ambos, porque buenos ejemplos hay; solo que sobran los malos. Lo otro que preocupa es la pérdida de motivaciones y, más aún, la disminución de la capacidad de análisis. Nuestro periodismo es excesivamente puntual. Cuando vemos una mancha la limpiamos si es posible, pero casi nunca se analizan las causas que le dieron origen; por tal motivo hay manchas que resucitan, tan duraderas...

—Acabas de ganar dos Premios 26 de Julio en comentario e información, y una Mención en crónica. ¿De qué hablaban esos trabajos?, ¿cómo se vive la noticia de estos galardones?

—La noticia se vive con mucha alegría, estés donde estés. Solo que esta vez no pude compartir el abrazo con todas las personas que alcanzaron conmigo estos premios: bien sabes que la televisión nunca es un trabajo solitario. La reparación del puente y la vía férrea cuya inactividad mantuvo durante tanto tiempo incomunicado al poblado holguinero de Antilla por esa vía, fue la base de la información que mereció el premio. El comentario ganador supuso una aproximación a lo que no debería suceder en Cuba cuando Fidel ya no esté. Recuerdo que con este trabajo muchas personas llamaron al telecentro, conmovidas. Y la crónica relató el viaje hasta Titanyen, uno de los sitios donde están enterrados los muertos que se tragó el terremoto de 2010 en Haití. Quizás mi trabajo más querido, desde que estoy aquí.

—No es secreto para nadie que las musas te acompañan en cada uno de tus trabajos ¿cuál es tu pacto con ellas?

—No sé bien cómo funciona eso, porque tengo entendido que las musas bajan cuando quieren, no cuando se les convoca. Pero disfruto mucho cuando aparece la inspiración para hilvanar las ideas. Cuando eso pasa, lo disfruto mucho. Pero tú me hablas de musas y yo no creo que sean muchas: tengo la certeza de que hay una en especial que siempre va conmigo; y el único pacto que hice con ella fue volver, para estar juntos de nuevo.


Abdiel Bermúdez (a la derecha) durante su trabajo en la hermana nación haitiana.


Durante su trabajo en la hermana nación haitiana.


Durante una sesión de trabajo junto al presidente haitiano
Michel Martelly.


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Leticia Martínez Hernández

Madre y periodista, ambas profesiones a tiempo completo...

Se han publicado 7 comentarios


Ivan Enrique Guzmán
 13/9/13 10:33

Muchas felicidades abdiel que Dios te bendiga mucho Mano.

alejandro
 10/7/13 12:14

Excelente reportaje y muy merecido homenaje a Abdiel, a quien conozco desde los tiempos de la universidad cuando estudiábamos carreras diferentes en la misma facultad, y que formábamos parte de los ¨todoterrenos¨ por estar en casi cada actividad que realizábamos. Recibe un abrazo y lo mejor del mundo, de uno de los santiagueros de Historia del Arte, gracias por tu manera de hacer las noticias y espero que nos volvamos a encontrar para compartir viejas memorias. Muchos éxitos.

leticia
 10/7/13 8:55

Abdiel lo merece

inès martinez nuñez
 9/7/13 22:18

Abdiel , felicidades Abdiel , te deseo lo mejor en tu futuro de periodista y en lo personal , mis saludos.

Livia
 9/7/13 15:59

Espacio merecido.Felicitaciones, Abdiel.

María Elena
 9/7/13 14:25

bien merecido este homenaje, menos mal que encontré la entrevista, es tan puntual para reporteros y transparente como Abdiel, felicidades colega, la periodista te hizo una foto desde su rúbrica, para ella mi respeto, para ti mi cariño infinito y las gracias por existir.

Dania
 9/7/13 10:54

Bella entrevista, por bien llevada, sin aspavientos, sincera, como un retrato del Abdiel que conozco m'as por sus reportes que en persona, a quien admiro y le deseo el mejor de los futuros.

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