miércoles, 24 de abril de 2024

Agricultura: de sí o sí

En el Programa de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar encuentra Cuba una opción para elevar la producción de alimentos, y por ende, garantizar la seguridad alimentaria de la población...

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 17/05/2018
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Agricultura en Cuba
Nuestra agricultura tiene que imbricarse en el camino de la actualización económica y social, y producir más en el sector. (Foto: Tomada de CMKC).

Avanzar en la agricultura “no es una cuestión coyuntural, es de sí o sí”. La afirmación la hacía José Ramón Machado Ventura, segundo secretario del Comité Central de Partido, durante el X Pleno del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (2015), y aunque han pasado casi tres años de la misma, el proceso de transformaciones que vive el país exige de nuevas estrategias en ese camino, pues la mayor de nuestras riquezas está en la tierra.

Recuerdo que durante esa reunión, el entonces Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros apuntaba también que si la agricultura en Cuba no se desarrollaba, no lo hacía el país, ya que la producción agrícola, dentro de nuestra batalla económica, es un tema estratégico y de seguridad nacional. Tales consideraciones son precisas para una nación que eroga más de dos mil millones de dólares en importar alimentos, muchos de los cuales se pueden producir aquí, como han reconocido varios expertos.

Pero para ello nuestra agricultura tiene que imbricarse en el camino de la actualización económica y social, y producir más en el sector, comercializar con orden los productos que recibe la población, trabajar en su diversificación, así como industrializar la actividad. Por suerte, una de las opciones dentro del amplio espectro de desarrollo ha sido la agricultura familiar, una pieza fundamental para la sostenibilidad y para articular varios factores que le dan vida a la comunidad.

Se trata de una prometedora forma de producir alimentos sobre bases sostenibles y sin daño para el medioambiente, elemento que ha defendido la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés). De ese modo, la familia y la explotación agropecuaria están vinculadas, evolucionan de manera conjunta y combinan funciones económicas, ambientales, reproductivas, sociales y culturales.

En la Mayor de las Antillas esta oportunidad encuentra su equivalencia en el Movimiento de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, un programa que ejecuta el Ministerio de la Agricultura donde los pequeños productores, los circuitos de producción y consumo a nivel local, así como la recuperación de cultivos tradicionales, desempeñan un papel importante en la seguridad alimentaria.

Según la Doctora en Ciencias Agropecuarias Elizabeth Peña Turruellas, directora de este Movimiento, después de reajustes para mantener la vitalidad y perfeccionar su funcionamiento, se laborará este año en 19 subprogramas dirigidos a rescatar sus propósitos fundacionales. Entre ellos se destacan: frutales, plátanos, forestales, café y cacao, flores, plantas medicinales, apicultura, semillas, capacitación, avícola...

Por demás, el programa permite hoy no solo el consumo familiar, sino que asegura la alimentación en hospitales, círculos infantiles, casas de abuelos e instalaciones turísticas, siempre con alimentos de alta calidad. La iniciativa ha permitido disminuir la importación de algunos productos, lo que ha permitido que esos recursos se destinen a mejorar las condiciones de producción o a otros programas sociales.

Si algo se ha entendido en Cuba es que la agricultura familiar nos puede ayudar a cuidar más el suelo, principalmente ante los peligros de la desertización, la compactación, la salinización y otros problemas. Por ello, el Estado y Gobierno han destinado al Programa de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, inversiones hasta el 2020 valoradas en más de 96 millones de dólares, lo que beneficia el desarrollo del riego, la producción de semillas, de abonos orgánicos, manejo agroecológico y uso de energía renovable, entre otros aspectos.

Aunque el movimiento se ha consolidado, actualmente es necesario buscar mayores rendimientos y calidad en los alimentos, intercalar cultivos con vistas a alcanzar mayores volúmenes y variedad de productos, y aplicar conscientemente la ciencia y la técnica, lo cual contribuiría mucho, máxime cuando se dispone de una fuerza preparada que a su vez puede diversificar más la rama agroalimentaria y la calidad de los renglones.

Seguir fortaleciendo ese camino es un reto ante las irregularidades de las condiciones climáticas, y también una misión, de aquí, de ahora y de siempre. En organopónicos, huertos intensivos, organopónicos semiprotegidos, patios y parcelas familiares, así como en fincas suburbanas, ha encontrado Cuba una opción para elevar la producción de alimentos, y por ende, garantizar la seguridad alimentaria de la población.


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Yuniel Labacena Romero


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