jueves, 28 de marzo de 2024

Un Caribe-Todo: desde las cercanías y las distancias

La diversidad cultural de la región supera cualquier limitación geográfica y conceptual...

Mayra García Cardentey en Exclusivo 03/06/2016
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Si acudiéramos a una explicación geográfica, definir el Caribe parece algo sencillo: región conformada por el mar Caribe, sus islas y las costas que rodean a este mar, espacio ubicado dentro de los paralelos 10 y 23 y los meridianos 60 y 85.

Incluso, si apeláramos a la reduccionista imagen que asumen las publicitarias internacionales, el Caribe sería una limitada escena de riberas paradisiacas, mejunjes etílicos y bellezas femeninas, al modo más tradicional del mestizaje insular.

Pero la heterogeneidad de los pueblos que conforman esta zona resiste el encasillamiento espacio-temporal, los estereotipos o la dimensión simplificada. Su diversa textura étnica, su interculturalidad, superan el concepto predeterminado.

“ANTILLANIDAD” Y “CRIOLLIZACIÓN”: MUCHOS CARIBE

Una mirada multidisciplinaria debe conformar todo acercamiento a la diversidad cultural de la zona, debe centrar agenda en cualquier evento que comprenda los destinos de la región, y más en el marco de la VII Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe (AEC) que por estos días toma a La Habana.

Los gobernantes, las instituciones, los empresarios, los decidores, los pueblos… necesitan comprender la urgencia de preservar el ajiaco cultural que somos.

Porque el Caribe es más que turismo, fábricas de rones, mercado para la inversión extranjera, materia prima barata… Es su gente y la simbiosis de las relaciones socioculturales que se establecen entre naciones, costumbres.  

Elementos de origen africano, asiáticos y europeos alimentaron ese diapasón de identidad caribeña, única y heterogénea a la vez. Ya el destacado teórico Édouard Glissant profundizó en este proceso, desde conceptos como la “antillanidad” y la “criollización”.

Para el autor, asumir una dimensión relacional es vital en aras de comprender la condición cultural del Caribe, ya que como universo dialéctico es consecuencia histórica y social de diversos fenómenos: desde las migraciones y la trata de esclavos hasta las luchas independentistas y los diferentes movimientos históricos.

Pero, independientemente de cualquier rasgo distintivo a nivel de país o territorio, para Glissant existe un Caribe-Todo que se funde más allá de lenguas, costumbres, espacios geográficos. Glissant aboga por un Caribe hermanado que suma sus distintos imaginarios; que une, no desde la homogenización sino desde el respeto a diversidad; que apuesta por sus cercanías y no por sus distancias.

El destacado etnólogo Fernando Ortiz, incluso lo nominó desde sus estudios de la cubanidad: un ajiaco criollo, un popurrí de danzas, carnavales, etnias, tradición oral, idiomas y dialectos; un revoltijo de acentos, creencias, sincretismo religioso. El Caribe pensado-vivido desde su valía cultural, no como una ubicación geográfica.

MÁS QUE UN CONCEPTO

Hablar del Caribe, de su interculturalidad, de sus costumbres, artes y tradiciones es un ejercicio harto complejo.

Quién encasilla en letras el sabor del quimbombó, de la yuca con mojo, la caldosa cubana o el sancocho dominicano.

No caben en líneas o en un significado estricto el icónico reggae del jamaiquino Bob Marley, el merengue dominicano, los populares mariachis de México, el calipso y los carnavales de Trinidad y Tobago, la conga y la rumba cubanas.

Mucho menos resisten nociones coartadas la autobiográfica y expresionista obra pictórica de Frida Kahlo, las vanguardistas pinturas de Portocarrero y Amelia Peláez. Sobrepasan cualquier definición los Cien años de soledad del Gabo, la sonora poesía de Nicolás Guillén, la innovadora narrativa del Pedro Páramo de Juan Rulfo; el modernista lirismo de Rubén Darío.

Como predica la destacada académica cubana Yolanda Wood hay que entender al “Caribe todo, sin fragmentaciones, sin balcanizaciones, sin discriminaciones, sin prejuicios, un Caribe que se abre a la comprensión de sí mismo dentro de sí y dentro del mundo”.


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Mayra García Cardentey

Graduada de Periodismo. Profesora de la Universidad de Pinar del Río. Periodista del semanario Guerrillero. Amante de las nuevas tecnologías y del periodismo digital.


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