viernes, 19 de abril de 2024

El Yara o Madrid de José Martí

Hace 150 años, el joven José Martí resolvió la disyuntiva al sumarse a la causa cubana de Carlos Manuel de Céspedes...

Narciso Amador Fernández Ramírez en Exclusivo 22/01/2019
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fotograma del ojo del canario teatro villanueva
La noche del 22 de enero de 1869, Martí se vería envuelto en los trágicos sucesos del Teatro Villanueva (Fotograma de la película "José Martí el Ojo del Canario)

El 19 de enero de 1869, el joven Pepe Martí, que así le llamaban amigos y familiares, publicó el único número del Diablo Cojuelo, editado en El Iris, Obispo 20, aprovechando un breve período de libertad de imprenta decretado por el entonces capitán general de la Isla, Domingo Dulce.

Tenía todavía 15 años y apenas un asomo de sombra en el bigote, pero desde ese entonces ya había escogido el camino redentor que le llevaría a caer en combate con 42 años de vida y convertirse en el Héroe Nacional de Cuba y Apóstol de su Independencia.

Allí escribió Pepe: “¿Venía usted del interior, y traía usted una escarapela?—al calabozo!—¿Habló usted y dijo que los insurrectos ganaban o no ganaban?—al calabozo!—¿Antojábasele a usted ir a ver a una prima que tenía en Bayamo?—al calabozo!—Contaba usted tal o cual comentario, cierto episodio de la revolución?—al calabozo!”

Y luego, en otro párrafo, la corta y contundente frase que marcaría toda su vida: “O Yara o Madrid”; entendida como: Cuba o España, Carlos Manuel de Céspedes o el Gobierno Despótico Colonial.

Sería su gran definición política. Antes, en 1865, llevó, junto a otros estudiantes de La Habana, crespón de luto por la muerte del presidente norteamericano Abraham Lincoln, sin duda, el político de ese país que más admiró el prócer cubano y del cual vertió hermosas palabras en escritos posteriores, al considerarlo alguien “a quien no excederá nunca la admiración del hombre”.

Días después de esa única aparición del Diablo Cojuelo, Martí se vería envuelto en los trágicos sucesos del Teatro Villanueva, la noche del 22 de enero de 1869, en la que una horda de sanguinarios voluntarios asesinó a varios cubanos y llenó a La Habana de terror, tras la presentación de la obra El perro huevero, en la que se daban vivas a la tierra que producía a caña, en clara alusión a Cuba y su libertad.

Ese hecho de su vida quedó muy bien recogido en la película El ojo del canario, del cineasta Fernando Pérez, al representarse a una angustiada Doña Leonor recorriendo como loca las calles habaneras en busca de su Pepe, para luego escenificarse el dramático momento en que Don Mariano abofetea al hijo “bijirita”, como eran llamados los hijos de españoles que renunciaban al ideal patriótico de sus padres y adoptaban el de la Isla que les viera nacer.

Cerró ese enero de 1869, en el que José Martí cumpliría los 16 años de edad, con otro esfuerzo literario suyo: La Patria Libre, salida de la misma imprenta que El Diablo Cojuelo, y de igual manera con un único número.

Llamado por Martí un Semanario Democrático Cosmopolita fue publicado el día 23 de enero de 1869 y allí aparece su poema épico Abdala. Un drama en versos, que cuenta como personajes principales  de la obra a Espirta, la madre; Elmira, la hermana; Abdala y un senador.

Abdala es un joven héroe que pelea por Nubia, su patria agredida y demuestra con sus hechos que no hay nada más sagrado que el amor de un hombre por la libertad. Considerada la primera de sus piezas literarias, la vida de Abdala es, en no poca medida, un símbolo. Y su muerte prefigura la de Martí.

Y en ella, el joven Pepe define lo que significaba para él el amor a la patria: “El amor, madre, a la patria/No es el amor ridículo a la tierra,/Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;/Es el odio invencible a quien la oprime,/Es el rencor eterno a quien la ataca”.

Todavía queda por mencionar su soneto ¡10 de octubre!, publicado en El Siboney, un suelto manuscrito que circulaba entre los estudiantes de segunda enseñanza de La Habana. Son versos combativos llamando al combate por la independencia Patria: “Del ancho Cauto a la Escambraica sierra,/Ruge el cañón, y al bélico estampido,/El bárbaro opresor, estremecido,/Gime, solloza, y tímido se aterra”.

Su última estrofa es toda una advocación y declaración de principios: “Gracias a Dios que ¡al fin con entereza/Rompe Cuba el dogal que la oprimía/Y altiva y libre yergue su cabeza!”

A partir de entonces, su existencia fue de total consagración a Cuba. Surgía a la palestra revolucionaria, quien fuera calificado por Fidel, con total justeza, como el más genial y universal de los políticos cubanos.


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Narciso Amador Fernández Ramírez

Periodista que prefiere escribir de historia como si estuviera reportando el acontecer de hoy

Se han publicado 1 comentarios


plaff
 4/2/19 11:58

Donde podría yo leer este soneto de José Martí llamado 10 de octubre???, lo podrían publicar, por favor periodista exponga más artículos de nuestor apostol, segura estoy que otros como yo lo agradecerían infinitamente

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